Por Jeremías Ramírez
Vasillas
La
Pasión de Cristo es la historia más filmada desde los orígenes del cine. Su
primer registro se hizo en 1898 cuando fue llevada a la pantalla por Georges
Hatot y Louis Lumière, en un filme titulado Vida
y Pasión de Jesucristo (La vie et la
passion de Jésus-Christ).
Una página de internet contabiliza que
hasta el momento se han realizado 150 adaptaciones, sin contar las series de
televisión y cortometrajes. Y cada semana santa la televisión programa alguna
de estas cintas de este tema, particularmente las más recientes o las más
espectaculares. O bien, de vez en vez lanza algún estreno.
Y casi en todas no se ajustan al texto
bíblico y otras tantas se ven tan falsas y de pésima factura que dan flojera. A
mediados el 2017, en un autobús, encontré una película titulada Risen, (la traducción en español sería
“resucitado”), dirigida por Kevin Reynolds en el 2016, que aborda una vez más
la muerte y resurrección de Jesús, pero lo interesante y novedoso de esta cinta
es que narra este hecho como si fuese, en parte, una película policiaca. Me
gustó que se atrevieran a ficcionar el hecho no para recomponer en virtud de
valores de mercado sino para ver el suceso desde un plano nunca antes abordado:
el punto de vista de un soldado romano.
La película inicia con un plano abierto
de un hombre que camina por el desierto de Judea. El paraje es inhóspito y el
hombre se ve agobiado, sucio, desconcertado. Llega a una casita, una especie de
posada. Se sienta y el dueño identifica, por un anillo que trae, que es un
tribuno militar[1]
romano. El tribuno, de pronto, le narra al hospedero un suceso sorprendente que
recién acaba de vivir. Y empieza su recuento desde que enfrenta a una pequeña
banda de rebeldes judíos belicosos. Luego, después de desarticular la banda,
regresa a su casa, en Jerusalén, cansado, con las huellas del esfuerzo,
dispuesto a descansar, cuando es llamado de urgencia por Poncio Pilato para que termine
con la vida de tres crucificados, pues se acerca el sábado (día sagrado de los
judíos), y la Pascua, y los sacerdotes le han pedido que ese día no haya nadie colgado en la
cruz, especialmente un reo: Jesús de Nazareth.
Cuando llega a la zona de ejecución
ordena que les quiebren las piernas para acelerar la muerte, pero le notifican
que Jesús ya murió y no es necesario que le quiebren las piernas. Para
asegurarse de que Jesús está muerto, manda a que le entierren una lanza en su
costado. Cuando está por irse a su casa llega un tal José de Arimatea con una
orden de Pilato para que le entregue el cuerpo de Jesús, pues quiere poner su
cuerpo en una cueva, que en ese lugar se usaban como tumbas.
Cuando finalmente se dispone a
descansar y tomarse un buen baño Pilato lo vuelve a llamar para que selle la
tumba y ponga una guardia, pues los principales judíos temen que los discípulos
roben el cuerpo y proclamen que ha resucitado, como el mismo Jesús ha predicho.
Sin embargo, como lo cuentan los evangelios, pese a esos sellos y esa guardia,
el domingo por la mañana, la tumba está vacía.
Vuelve Pilato a llamarlo para
regañarlo por el fallo de la guardia, al haberse dormido y haber dejado que
alguien haya sacado el cuerpo de Jesús, y le encarga que encuentre el cuerpo,
pues ya se oyen rumores de que ha resucitado. El tribuno, usando tácticas de
investigación policial, revisa indicios, somete a interrogatorio a los
sospechosos, y va atando cabos, desenterrando cuerpos, pero el cadáver de Jesús
no aparece.
Ordena que capturen a quienes andan
divulgando la resurrección y soborna a algunos de ellos para que le digan en
dónde están escondidos los discípulos. Finalmente logra dar con ellos, pero
cuando llega al aposento en donde están reunidos, Jesús está con ellos.
Perturbado, no da crédito que sea el mismo hombre. En ese momento llega Tomás,
uno de los discípulos, y Jesús le muestra las huellas de los clavos y de la
lanza. El tribuno está estupefacto y en una leve distracción Jesús desparece. Y
María Magdalena les recuerda que vayan a Galilea y que allí lo verán de nuevo.
El tribuno decide seguirlos, pues está sumamente intrigado, y deja en el
aposento un mensaje para Pilato.
Pilato, lee el mensaje y ordena que
vayan a capturarlo. Un grupo de soldados va hasta Galilea, pero el tribuno huye
de ellos siguiendo a los discípulos. Finalmente llegan al mar de Galilea,
donde, después de una noche de pesca infructuosa, se encuentran con Jesús una
mañana muy temprano.
Si bien la película tiene un buen
hook, que despierta la curiosidad, y está narrada con un dramatismo bien
manejado, después de que el tribuno tiene un encuentro con Jesús resucitado la
historia va perdiendo fuerza y cae repetidas veces en alteraciones históricas y
en lugares comunes, pero sin perder el punto de vista narrativo.
La película tiene momentos
interesantes que hacen pensar en la eterna discusión sobre la veracidad de la
resurrección de Jesús, que se dio desde el inicio del cristianismo sin que nadie
haya podido desmentir bien a bien la resurrección. De hecho, ni los romanos ni
los sacerdotes pudieron desmentir y desbaratar la proclamación de los apóstoles
de que Jesús había resucitado, sino que el movimiento fue creciendo y trastocando
la ideología religiosa dominante, ya fuese griega, romana o hebrea.
Y durante el primer siglo la sospecha
flotaba en el ambiente, sospecha que impulsó al apóstol Pablo a escribir en una
de sus cartas esta sentencia: “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces
nuestra predicación, vana es también vuestra fe”[2].
La discusión sobre la veracidad de la
resurrección sigue siendo objeto de controversia, y los argumento expresados en
libros, ensayos, artículos, han podido desbaratar la creencia en la
resurrección. Recuerdo que en los años setenta circularon muchos libros
tratando de desbaratar lo que consideran un mito. Yo recuerdo uno de esos
libros: Cristo nació y murió en
Chachemira, de Andreas Faber-Kaiser, que intenta demostrar que no resucitó.
Sin embargo, han pasado ya 20 siglos y
la resurrección sigue siendo el elemento central de la fe cristiana.
Y
ha habido quienes desde una postura crítica y escéptica han tratado de
desmontar y desmentir la resurrección de Jesús, han terminado por volverse
cristianos, tal es el caso de abogado y escritor inglés Frank Morrison quien
escribió el libro ¿Quién movió la piedra?
que bien podría ser el título de la película Risen. Dice Morrison en su prólogo que inició la redacción del
libro con esta intención desmitificadora y a la mitad del camino cambió su
objetivo para argumentar todos los elementos que avalan la veracidad de la
resurrección de Jesús.
La película actualmente está a
disposición del público en Netflix y es interesante verla a pesar de que un
conocedor de la Biblia notará desviaciones al texto bíblico y concesiones a
leyendas como la de la sábana santa, entre otras.
[1] En el imperio romano, un
tribuno militar es tanto un oficial de una legión romana como un cargo oficial
del estado romano. Los tribunos eran hombres del rango senatorial, y eran
elegidos por el Senado. Para conseguir el puesto importaba más la posición
aristocrática de la persona en cuestión que su idoneidad para el cargo.
[2] 1 Corintios 15:14
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