domingo, 14 de junio de 2020

BUSCANDO A SUGARMAN

 Jeremías Ramírez

 

¿Cuántos genios jamás serán conocidos? ¿Cuántas obras maestras nunca serán descubiertas? ¿Cuántas eminencias quedarán en las sombras del olvido? ¿Cuánto habremos perdido como humanidad ante tales pérdidas? ¿Cómo rescatar del limbo tantas joyas?

            Estas preguntas surgen cuando, de pronto, alguien rescata a uno de esos genios del anonimato y nos damos cuenta de lo que estuvimos a punto de perder, como esos miles de libros que perecieron en los incendios de las grandes bibliotecas de la antigüedad: Alejandría o Pérgamo y de pronto se encuentra alguno en algún lugar insospechado.

            Uno de estos genios rescatados del olvido es Sixto Rodríguez, más conocido como Rodríguez. Sixto es un músico y compositor estadounidense de origen mexicano. Nació en Detroit, Míchigan, el 10 de julio de 1942.

            En la época de la explosión musical de los sesentas Sixto cantaba en los bares de Detroit y deambulaba solitario por sus calles. Un productor lo descubrió y grabó su primer álbum: Cold Fact (1970), que fue un fracaso económico a pesar de que tenía buenas canciones. En 1971 lo vuelven a convocar y graba su segundo álbum: Coming from Reality. Resultado: cero, a pesar de que es aún mejor que su primer álbum, con canciones muy sensibles de denuncia social, que incluso han sido consideradas mejor que las de Bob Dylan. El caso es que el público no lo reconoció y él se alejó de la vida musical y olvidó de sus sueños.

            ¿Qué falló? ¿Sus publicistas hicieron una pésima campaña? ¿O fue porque él era latino?

            Cuando él se alejaba de la música, alguien llevaba sus discos a Sudáfrica y allá se convierte en un ídolo, un ídolo misterioso de quien sus fans nada saben. En ese país, en dos décadas, se venden millones de discos, e incendia el alma de una juventud que buscaba aires de libertad, esos aires que las canciones de Sixto Rodríguez llamaban. Allá sus canciones se convierten en bandera libertaria, en himnos de rebeldía.

            Dos periodistas, Craig Bartholomew-Strydom y Steven Segarmann, fans de su música, un día se dan a la tarea de buscarlo. Siguen la ruta del dinero y se topan con un callejón sin salida. El productor de sus discos en Estados Unidos dice que nada sabe de él. Corren leyendas de que está muerto, de que se suicidó en un concierto…

            Ponen un anuncio en una página web preguntando ¿Alguien sabe algo de este hombre? Por favor, comuníquese con nosotros.

            Este anuncio es descubierto por una de sus hijas y les escribe a los periodistas: Sixto Rodríguez es mi papá y está vivo. ¿En verdad está vivo? ¿Esta mujer es su hija o nos engaña?

Ella los pone en contacto con él y apenas pueden creer que hablan con su ídolo. Veinte años sin saber nada de su ídolo y ahora aparece.

A pesar de sus dudas lo invitan a una gira a Sudáfrica. Sixto tampoco cree que sus discos sean un éxito, pero viaja a Sudáfrica. Sus hijas esperan un público no mayor a veinte personas.

Cuando llegan, los espera una limusina. Creen que es para otra persona, pero no. Esta es su primera sorpresa.

Y en Sudáfrica, tras tantos años de misterio, de no saber nada de él, ni quién es (la única imagen que tiene es una foto en las portadas de los discos) creen que tal vez sea un impostor.

            Sixto encuentra auditorios llenos, y un recibimiento de rey. Y los fans, con sólo oír su voz, identifican que es el auténtico Rodríguez, como allá se le conoce.

            Este éxito tardío rescata del olvido a un poeta, a un músico que estuvo a un paso de perderse. Ha dado un brinco del minúsculo público de los bares de Detroit y del fracaso de su música a la fiebre por verlo, fiebre que llena a los auditorios con multitudes.

Para entonces Sixto ya tiene más de 50 años y se ha forjado un estilo de vida que este éxito no lo cambia. El sigue siendo un hombre sencillo, un trabajador de labores rudas en la industria de la construcción. Y tampoco se convierte en un millonario. Al parecer no recuperó los millones de dólares que las casas disqueras ganaron son sus dos álbumes.

Este éxito en Sudáfrica va haciendo que Sixto Rodríguez poco a poco sea conocido. Quizá ahora empieza ser apreciado en el mundo tras el estreno, en el 2012, de un documental sobre su vida titulado Searching for Sugar Man dirigido por el director sueco Malik Bendjelloul, un documental bello, sensible, emotivo, con una narrativa cautivante y llena de suspenso. Un documental que logra ganar el Oscar como mejor documental.

Este documental permitió que sus discos se reeditaran en Estados Unidos y que fuera invitado a diversos conciertos. Y aunque no se convirtió en la estrella de masas, hoy tiene ya muchos seguidores y su música se expande por el mundo gracias al internet y a las redes sociales.

            El documental emociona y nos lleva a pensar en cuántos Rodríguez se siguen perdiendo en el olvido en todos los campos del saber y del arte.

Afortunadamente para Sixto fue reconocido, aunque para entonces tuviera 56 años. Actualmente tiene casi 78 años y sigue viviendo en la misma casa desde hace muchos años, y de la manera austera y sencilla en Detroit.

            Este documental es posible verlo en esta página: http://www.area-documental.com/player.php?titulo=Buscando+a+Sugar+Man&fbclid=IwAR1RjoX-l-rKosX1iSCozLfHO8KosbkS8aH5Yl22RwAK66YwnuVDWtpl3U8.

            Véanlo, vale mucho la pena.

           

 

EL GARABATO: Vicente Leñero

Jeremías Ramírez Hace no sé cuántos años que compré este libro, quizá unos 30. Fue a mediados de los ochenta cuando el FONCA sacó a la venta...