martes, 28 de abril de 2020

VAN GOGH, EN LA PUERTA DE LA ETERNIDAD

 Jeremías Ramírez

Vincent Van Gogh es un pintor muy conocido hasta por los que no están versados en el arte pictórico. Sus girasoles o su autorretrato con la cabeza vendada, o su recámara de su habitación en Arles, son pinturas que se han difundido muchísimo.
            Sin embargo, muy pocos conocen los detalles de su vida, ni qué lo hizo ser un pintor tan singular ni cuáles fueron sus penurias económicas y sociales, ni nada de su quebrantada salud y la discriminación social que padeció.
            Hace muchos años leí su biografía, Anhelo de vivir (1934), escrita por Irving Stone, uno de los mejores escritores de narraciones biográficas. Ese libro me llevó a redescubrir su pintura y conocer que en ella está reflejada la esencia de su visión, sus arrebatos místicos, su subyugación ante la belleza natural, pero también el sufrimiento interno y externo que padeció.
            Hace unos 15 años fui al museo Soumaya (cuando aún estaba en la Plaza del Ángel, en la ciudad de México), en el que había una exposición de grandes pintores. De Van Gogh había un sólo cuadro: La noche estrellada, que realizó en el sanatorio de Saint-Rémy-de-Provence, donde se recluyó hacia el final de su vida, a mediados de 1889, trece meses antes de su muerte. Es un cuadro de 92.1 x 73.7 centímetros, que podíamos contemplar a un metro de distancia. Aun así, contemplar el original causaba un estremecimiento porque se sentía la fuerza expresiva. El pintor Ignacio Salazar afirma que la pintura es pintura, no imagen. Para apreciarla se debe ver en el original. Ahí lo comprendí.
            Recientemente, por medio de un amigo, descubrí una película sobre van Gogh que no conocía, dirigida por el cineasta neoyorquino de origen judío, Julian Schnabel, quien también es pintor. La calidad de su cine lo ha llevado a ser premiado en Cannes como mejor director y a ser nominado en los Globos de Oro, en los BAFTA, en los César, en los Óscares y en el Festival Internacional de Cine de Venecia.
            La película me atrajo por dos factores: se trataba de uno de los pintores que admiro, y que Van Gogh lo encarnaba Willem Dafoe, un gran actor; además, el guión había sido escrito por Jean-Claude Carrière, un guionista francés que admiro y que escribió los guiones de las últimas películas que dirigió Luis Buñuel.
            Desde los primeros planos me indicaba dos cosas: no era un film convencional y su propuesta era de buena calidad estética. Inicia con un plano abierto, subjetivo (desde el punto de vista de Van Gogh), que muestra un campo; luego hace un giro hasta encuadrar un camino en el que hay una manada de borregos que son guiados por una joven. La cámara, con movimientos inciertos, se acerca hasta encuadrar el rostro asustado de la joven y se oye la voz de Vincent pidiéndole que lo deje pintarla. Los ojos llorosos de la joven nos dicen que tiene miedo, mucho miedo. La escena se corta y se desarrollará casi al final de la película.
            El tono de la película es nervioso, incierto, con angustiosos planos cerrados que nos transmiten la subjetividad distorsionada de este gran artista. La película no sigue una narrativa fluida, sino que da brincos, irrumpe con escenas, corta a la mitad de una acción. Pero es justo esta narración perturbada que nos permite adentrarnos en la psicología de Vincent Van Gogh en los últimos años de vida, cuando vive en el pequeño pueblo de Arlès, cuyos vecinos demasiados rústicos e ignorantes, nunca entendieron a Van Gogh y lo vieron con sospecha y animadversión. Los niños lo odiaban y le tenían miedo, incluso lo apedrearon. Todos creían que era un tipo loco y peligroso y terminaron solicitando su expulsión.
            La película narra ese clima ominoso que lo empujaba a encontrar alivio en su pintura que realizaba obsesiva y velozmente, con trazos rudos pero precisos, aunque en su momento casi nadie entendió. Pocos advirtieron su genio y su estética revolucionaria. Esto lo hundió en la miseria pues su hermano Teo sólo pudo vender un cuadro. Teo era su hermano menor y quien fungió como mecenas. Gracias a Teo Vincent pudo pintar.
            Es lamentable que nadie sea profeta en su tierra, pero también muchos no son profetas en su tiempo. Tuvieron que pasar muchos años para que nuevos espectadores descubrieran la riqueza estética de las pinturas de Van Gogh y la vitalidad de su arte. Si él hubiera podido viajar en el tiempo, hubiera visto el enorme triunfo y popularidad de su pintura, y quizá satisfecho descansara en paz.
            Creo que Julián Schnabel logra mostrar esa personalidad compleja, pero con una mirada compasiva. Ayuda mucho en esta semblanza audiovisual la extraordinaria actuación del veterano Dafoe.
            Cuando la película llega a su fin los que apreciábamos a Van Gogh, terminamos amándolo más.
            La película concluye con una larga secuencia dolorosa que aborda su muerte. Y por primera vez se usa la segunda versión de su muerte. La primera es que se suicidó de un tiro en el estómago, pero, aunque es la más aceptada es muy difícil de creer. Y esta segunda, aunque no hay pruebas contundentes, para mí es la más verosímil: dos jóvenes agreden a Van Gogh. Uno de ellos le gustaba vestirse de vaquero y trae una pistola al cinto, la cual se le dispara y hiere en el estómago al pintor.
            Dicen los biógrafos que, aunque René Secrétan, el presunto asesino, nunca confesó, hacía gestos de culpabilidad cada que le preguntaban.  
            Cuando Vincent murió tenía apenas 37 años de edad, tenía graves padecimientos renales (de los cuales, dicen, provenían sus alucinaciones y problemas mentales). Lo admirable de este gran artista es que creó una extensísima obra (unas 900 pinturas y 1600 dibujos) en sólo 10 años (etapa de 1880 a 1890). La mayoría de esta vasta obra es totalmente desconocida por el gran público.
            Si está usted interesado en esta película hay una versión en YouTube, en una  calidad de imagen pasable, doblada en el molesto acento español de España (con disculpa para mis amigos españoles). Afortunadamente las secuencias dialogadas son breves. La película tiene grandes secuencias visuales, quizá las más reveladoras de este gran artista. Vale la pena. Aquí le dejo el link de YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=0NBguBV8WaI

FICHA TÉCNICA
Van Gogh, en la puerta de la eternidad (At Eternity's Gate). EU, 2018. Dirección: Julian Schnabel. Guion: Jean-Claude Carrière, Julian Schnabel, Louise Kugelberg. Música: Tatiana Lisovkaia. Fotografía: Benoît Delhomme. Actuación: Willem Dafoe, Rupert Friend, Oscar Isaac, Mads Mikkelsen, Mathieu Amalric, Emmanuelle Seigner, Niels Arestrup, Anne Consigny, Amira Casar, Vincent Pérez, Lolita Chammah, Stella Schnabel, Vladimir Consigny, Arthur Jacquin, Solal Forte, Frank Molinaro, Alan Aubert, Vincent Grass, Clément Paul Lhuaire, Laurent Bateau, Montassar Alaya, Didier Jarre, Thierry Nenez, Johan Kugelberg y Alexis Michalik

EL GARABATO: Vicente Leñero

Jeremías Ramírez Hace no sé cuántos años que compré este libro, quizá unos 30. Fue a mediados de los ochenta cuando el FONCA sacó a la venta...