Jeremías Ramírez Vasillas
C.S Lewis es mayormente conocido por
las tres películas sobre Las crónicas de
Narnia las cuales se basaron en tres de los 7 libros de la serie narrativa
que Lewis escribió a mediados de los años cincuenta. Pero Lewis no sólo fue narrador sino además, poeta, ensayista, profesor de literatura y un gran
divulgador del cristianismo.
Recientemente
encontré una biografía de Lewis escrito por Janet y Geoff Benge, y publicado
dentro de la serie “Héroes cristianos de ayer y hoy”.
Independientemente
sí uno es cristiano o no, esta biografía permite acercarnos a un gran escritor
que nació en Irlanda en 1898 y murió en Inglaterra el 22 de noviembre de 1963,
justo el día en que asesinaron a John F. Kennedy. ¡Vaya coincidencia!
Esta
biografía, para mi tristeza, no es un gran relato (me hubiera gustado que
tuviera mayor estatura literaria). Me disgusta que de brincos diegéticos y deje de lado muchos
momentos importantes de su vida; y otros, apenas roza la superficie, es decir,
le falta profundidad, aunque haya pasajes conmovedores que logra cierta
penetración que rescatan en parte el libro.
La
biografía está escrita casi en su totalidad en forma cronológica, aunque al
inicio se permite un salto temporal pues inicia con una escena bélica en la que
Lewis, como soldado, es herido en combate. Luego regresa a su infancia para contar
cada etapa de su vida de manera cronológica, hasta su muerte.
El
primer libro que leí de C.S. Lewis fue La
silla de plata. Es la cuarta novela de Las
crónicas de Narnia. Luego fui encontrando algunos de sus libros de teología;
dos de ellos me gustaron mucho: El
problema del dolor y Los cuatro
amores”.
Estos
dos libros me permitieron vislumbrar libros teológicos que se alejan del
acartonado lenguaje religioso para adentrarse en un tono vital y humano y de
gran altura intelectual, y que además tienen la virtud de lograr una mayor empatía
con el lector.
Alguna
vez en una revista leí un relato de su conversión al cristianismo. Esperaba
encontrar en esta biografía mayores detalles de un hecho tan importante en su vida,
pues este hecho cambió profundamente el derrotero de su vida literaria y
personal. Sin embargo, para decepción mía, lo aborda de una manera tan breve,
restando su importancia al hecho, y no permite ver el proceso que tuvo que
pasar, su crisis existencial, sus dudas intelectuales y la circunstancia
vivencial precisa, para dar ese paso trascendental.
Lo
que es interesante en esta biografía es que deja en claro es que su vida no fue
simple y llena de luces, sino todo lo contrario: fue dura, complicada,
dolorosa. Quizá por ello inicia con ese relato bélico en el que es herido casi
de muerte. Estoy seguro que las dificultades que enfrentó le otorgaron una
mayor profundidad a su literatura.
Cuando aún es un niño,
su madre muere y eso precipita su ingreso a los internados donde estudiaría las
etapas básicas y sufrirá el maltrato de la durísima disciplina de los
internados ingleses, disciplina harto cruel denunciada en novelas y películas,
como en Pink Floyd the Wall (Alan
Parker y Gerald Scarfe, 1982) al grado que busca escapar de esa tortura hasta
que logra convencer a su padre de que le permita terminar su educación media
con un profesor particular.
Y para colmo de
males, cuando entra a la universidad se desata la Primera Guerra Mundial y es
enviado al frente en el que sufrirá heridas terribles y la pérdida de
prácticamente todos sus compañeros de combate.
Destaca
el libro que su formación intelectual, narrativa e imaginativa inicia en su
casa, en la que había una gran biblioteca, pues sus padres eran grandes
lectores, particularmente su madre. Por ello, desde su temprana niñez, empezó a
escribir relatos fantásticos. Además, estuvo siempre ávido de aprender y pronto
pudo dominar varios idiomas como el francés, el alemán, el griego y el latín, y
convertirse en su vida adulto un respetado intelectual y medievalista
especializado.
En
cuanto a su vida sentimental, fue un tanto solitario y distante en sus
relaciones amorosas, aunque era proclive a entablar fuertes lazos familiares y de
amistad. Con su hermano Warren mantuvo siempre una gran cercanía. Esta
inclinación a entablar relaciones fuertes de amistad lo empuja a aceptar el
compromiso de un amigo de la Universidad, Edward Francis Moore, de hacerse
cargo de su madre si moría en combate, lo cual sucede, y cargará con la
responsabilidad de la madre y la hermana, hasta la muerte de la señora Moore y
el casamiento de la hermana, Maureen.
Cuando
rebasa los cincuenta años de edad finalmente conoce a una norteamericana, Joy
Gresham, escritora, de quien se enamora y se casa cuando a ella le
han detectado cáncer en los huesos. Para entonces C.S. Lewis está cerca de los
60 años.
Permanece
casado sólo un par de años, años que él califica de plenos y los mejores de su
vida. Y quizá el dolor de la pérdida de su esposa, lo debilita pues cuando
estaba por cumplir los 65 años de edad, muere.
Como
escritor y especialista en temas medievales, estuvo a la par de uno de sus
mejores amigos, el ya famoso J.R.R Tolkien, autor de la saga El señor de los anillos. Pero mientras
que Tolkien brilló mucho más en la literatura fantástica, C.S. Lewis lo hizo en
el ensayo teológico, cuyos libros han sido de una enorme influencia en el
pensamiento cristiano contemporáneo. Los títulos más conocidos son: El problema del dolor, Los cuatro amores, Mero cristianismo, Cartas del
diablo a su sobrino, El peso de la
gloria, Atrapado por la alegría.
Es
una lástima que esta biografía no haya reseñado como fue que Lewis concibió
cada uno de estos libros, salvo algunos de ellos, pero de manera muy
superficial.
Empezó
a escribir la serie de novelas juveniles por las cuales es mayormente conocido:
Las crónicas de Narnia, cuando estaba
llegando a los 50 años de edad. La serie está compuesta por siete novelas y
fueron publicadas a razón de una por año: El
león, la bruja y el armario (1950), El
príncipe Caspian (1951), La travesía
del Viajero del Alba (1952), La silla
de plata (1953), El caballo y el
muchacho (1954), El sobrino del mago
(1955), La última batalla (1956).
En
colaboración con su esposa escribió: Mientras
no tengamos rostro (1956). Y uno de sus últimos libros, o quizá el último fue Reflexiones sobre los Salmos (1958),
un bello libro donde plasma sus más íntimos pensamientos religiosos a partir de
los salmos más emotivos, particularmente los escritos por el rey David.
Queda
pues esta biografía para acercarnos a uno de los grandes autores que supo vivir
de manera sencilla y generosa, que se nota en sus textos, los cuales
recomiendo ampliamente.
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