miércoles, 20 de abril de 2011

EL CISNE NEGRO


¿Cuáles son los límites de esfuerzo humano por alcanzar la perfección? ¿Es posible alcanzarla? ¿Existe la perfección en el arte?¿Vale la pena sacrificarse por ello? ¿O es mejor llevársela tranquila? Tal vez el espíritu nacional, ese que cantaba Chava Flores, y que se refleja en la frase de Clavillazo “La cosa es calmada”, o en el dicho popular: “Es mejor trote que dure y no paso que canse”, estas preguntas no tienen importancia.
Sin embargo, es este deseo de alcanzar una cima más allá de los límites es el que ha hecho que con frecuencia muchos hayan roto los imposibles y diciéndonos que los límites no existen. Si una generación no llega a la marca ya lo hará la que sigue. A principios del siglo XIX Niccolò Paganini (1782-1840) sorprendía al mundo ejecutando el violín como nadie y sus composiciones, cuando hubo muerto, fueron guardadas porque era imposible tocarlas.
Pero este esfuerzo por sobrepasar los límites se paga, muchas veces, bastante cara la osadía, o terminan trágicamente, como Ícaro, quien buscando alcanzar al sol, sus alas se derritieron, o son asesinados vía la ignorancia y el desprecio: Mozart o Van Gogh, Tolousse Lautrec. Juan Domingo Argüelles en la introducción a la novela La obra maestra desconocida, de Balzac, escribe: “El artista, el creador, o bien mira a los dioses o bien roba el fuego y recibe un castigo divino; pero lo que ni los dioses mismos le pueden impedir es la ambición por la grandeza y la inmortalidad”.
He aquí el motor que mueve a Nina, la protagonista de la película El cisne negro, en pleno espíritu romanticista, es decir, de morirse tratando de alcanzar la gloria. La película fue dirigida por Darren Aronofsky, el maestro de las obsesiones extremas y el desequilibrio mental. Sus películas anteriores son ejemplo de ello. En Pi: el orden del caos (1998), narra la vida de un matemático que su obsesión por encontrar el número perfecto que devele el orden del universo, lo empuja a taladrarse la cabeza; en Réquiem por un sueño (2000) explora el mundo de las drogas y sus efectos: en The Fontuntain (2006) aborda el tema del amor y la muerte; en The Wrestler (2008) aborda la vida de un antiguo campeón de lucha libre que se encuentra en el ocaso de su vida profesional. Ahora, en El Cisne negro (Black Swan), es un llamado thriller psicológico en la que narra la intensísima historia de una bailarina de ballet, Nina Sayers (Natalie Portman), en su esfuerzo por alcanzar la perfección.
El caso de Nina es similar al de muchos artistas, particularmente en el romanticismo, donde morían por el arte o or un ideal, como Manuel Acuña (el poeta mexicano que se suicidapor su amada Rosario) o Robert Schumann (1810-1856), que cuando se dedica a estudiar piano de manera profunda, para ejercitar los dedos más débiles, se amarra el dedo medio de ambas manos y se provoca una parálisis irreversible que lo obliga a abandonar el estudio del piano por el de la composición. Esta obsesión era síntoma de una enfermedad mental que afloró más tarde pues empezó a tener alucinaciones y molestias al oído. Desesperado, después de un fuerte ataque de alucinaciones, trata de suicidarse tirándose al río Rhin pero lo salvan unos pescadores. Finalmente, lo internan en una casa de salud mental donde muere.
Nina, en su afán de lograr la perfección empieza a sufrir delirios y fantasías psicóticas, creándose para sí un mundo terrorífico. Y cuando vemos estas escenas donde su empeño va minando su equilibrio mental y físico nos preguntamos ¿Vale la pena este esfuerzo, es martirio voluntario en aras de una quimera?
E s cierto que el arte y el deporte son dos disciplinas muy exigentes, y demandan a quien quiere brillar en ellas un sobre esfuerzo constante, una entrega total, un renunciamiento a la vida común que llevan los demás. Pasan horas y horas persiguiendo el dominio de su arte. Un pianista debe trabajar al menos 8 horas diarias con su instrumento. Lo mismo les sucede a los bailarines, a los pintores, a los cantantes, a los escritores, etc.
Tal parece que el sueño de la perfección es eso, un sueño, una meta inalcanzable. En 1831 Honoré de Balzac, el gran escritor francés, publicó una singular novela titulada La obra maestra desconocida donde explora la imposibilidad de ese sueño. El protagonista, el pintor Frenhofer trabaja incansable corrigiendo y corrigiendo su obra maestra para hacerla perfecta y de tanta corrección termina por destruirla. Sin embargo, en el artista vive ese afán por alcanzar esa cima, como dice
Este cuadro psicótico de Schumann es similar al de Nina. Ella, obsesionada por su técnica trabaja excesivamente. Su director artístico, Thomas Leroy (Vincent Cassel), le repite que la técnica no es lo más importante, sino la expresión, pero ella está empeñada en tener una técnica perfecta. Su entrega la va llevando a un sacrificio, a un martirio que pasa del terreno físico al psicológico. Su principal enemigo es su temor al fracaso. Leroy le pide que deje de ser una pieza mecánica para ser un personaje que conmueva a la agente. Todos sus esfuerzos parecen que no bastan. Encerrada en un callejón sin salida le va generando una cuadro psicótico en el que las alucinaciones se hacen presentes.
La película está construida en creccendo constante de modo que la tensión dramática va subiendo, subiendo, subiendo hasta lograr límites angustiantes iy sobrecogedores. Nohay descanso para el espectador. Los abundantes primerísimos planos nos meten a la psicología del personaje, una psicología enferma y asfixiante.
La maestría de Aronofski para manejar un arco dramático cada vez más intenso, como si estirara de una liga o un resorte y a cada escena estuviera tenso, más tenso hasta presentir que de un momento a otro se va a reventar y…
¿Vale la pena luchar por la perfección poniendo en riesgo la salud mental y física? Cuando esta perfección está impùlsada por la satisfacción del ego, creo que no. Pero bien vale la pena cuando ese sacrificio va a beneficiar a alguien y no sólo va a producir dinero o fama. El sacrificio, muchas veces, es el único camino para alcanzar nuevos límites en el desarrollo humano. Parece que estamos diseñados para asumir siempre nuevos retos y vencerlos. De ello se basa el desarrollo científico, tecnológico y artístico, pero el riesgo es perder el equilibrio en esa carrera sin fin.
Y es precisamente en el nodo El gran ausente de la película es el arte de la danza. Los aciertos o fallos de la danza vienen por gestos y comentarios principalmente del maestro. Pero quedan poco evidentes en la pantalla, en las imágenes, quizá ello debido a que el eje del drama está en el conflicto interno del personaje.
A pesar de ello es Es una de las películas más intensas que he visto recientemente con un clima agobiante realmente estremecedor. Es imposible quedar impasible ante esta película. Y parece que este es su estilo: llevar al espectador hasta el límite de su capacidad emocional.

1 comentario:

  1. A mí Mtro. Jeremías esa película se me hizo un churro, y bien forjado y bien, naturalmente, fumado.
    A mí me llevó a tal grado de mi límite emocional que me quedé dormido. La voy a volver a ver atentamente. Lo juro por Las Chivas y el Chicharito. Cuando veo una película y no me gusta y luego alguien me dice que estaba genial, me dan ganas de dedicarme a otra cosa, aunque sea algo de provecho, como dicen que es trabajar. Saludos y a ver cuando te voy a visitar a tu despacho.

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