miércoles, 27 de abril de 2011

JESUCRISTO EN EL CINE



Cada periodo de Semana Santa se programa, en la televisión, algunas de las múltiples versiones de Cristo que se han filmado. Y digo algunas, porque la historia de Jesús es una de las más llevadas a la pantalla. Tan pronto nació el cine se hicieron las primeras versiones. Según algunos datos históricos, la primera película sobre Cristo fue La Passion du Christ que en 1897 dirigieron Léar y Basile. Este film parece que fue anterior a la película Vida y Pasión de Jesucristo, de Los hermanos Lumiére (padres del cine). En 1897, en varios países, se filmaron varias películas sobre la vida de Jesús: en Italia, La Passione di Gesú, dirigida por Lugi Topt; en Estados Unidos: Passion Play, una versión de la pasión que se representaba en Oberamergau (Alemania), y en Gran Bretaña: The Sing of the Cross. Son numerosas las películas de aquellos años: Le Christ marchant sur flots (1900), de George Mèliés; La Passion du Christ (1902); La vie du Jesús (1905), de Ferdinand Zecca, Le Baiser de Judás (1913), de Armand Bour, etc. Muchas de ellas no pasaron a la posteridad.
Desde entonces, la vida de Cristo ha conocido muchas versiones: algunas más apegadas al texto bíblico (The Jesus Film, 1979, Peter Sykes) otras menos (Jesús de Nazareth, 1977, Franco Zefirelli) o incluso especulativas (La última tentación de Cristo, 1988, Martín Scorsese) o excesivamente explícitas y detalladas en el sufrimiento de Cristo (La pasión de Cristo, 2004, Mel Gibson).
Antes de la llegada del cine, la imagen de Cristo implantada en el imaginario colectivo del pueblo creyente estaba dictada por la pintura. El cine ha contribuido ahora a ese imaginario colectivo, aunque en muchos sentidos ha seguido la iconografía asentada por los pintores, particularmente, del renacimiento.
Una película que no esconde esta influencia de la pintura es la que realizó el gran director de cine Pier Paolo Pasolini: El evangelio Según San Mateo (1964), una película que sorprende en muchos aspectos: hay un estricto apego al texto bíblico, los actores no profesionales le dan un enorme grado de realismo, y los escenarios italianos, por ejemplo, Matera, Italia, un poblado antiguo construido en la ladera de un cerro, recrean extraordinariamente los escenarios agreste probables de la antigua Israel.
Pero antes de hablar de la película, es importante saber quién es este director. Pasolini además de cineasta fue novelista, ensayista, dramaturgo, notable poeta, militante del partido comunista y declarado ateo. Dice Wikipedia: “Pasolini nació en Bolonia (1922), ciudad de tradición política izquierdista. Era hijo de un soldado que se hizo famoso por salvar la vida de Benito Mussolini. Empezó a escribir poemas a los siete años de edad y publicó por primera vez a los 19 mientras se encontraba estudiando en la Universidad de Bolonia. Durante la Segunda Guerra Mundial fue reclutado. Los alemanes lo capturaron pero logró escapar. Luego de la guerra se unió al Partido Comunista Italiano, en Ferrara, pero se salió dos años después”. Y agrega: “Su obra poética, igual que su obra ensayística y periodística, polemiza con el marxismo oficial y el catolicismo, a los que llamaba «las dos iglesias» y les reprochaba no entender la cultura de sus propias bases proletarias y campesinas. Juzgaba asimismo que el sistema cultural dominante, sobre todo a través de la televisión, creaba un modelo unificador que destruía las culturas más ingenuas y valiosas de las tradiciones populares”.
Por estos antecedentes sorprende que La pasión según San Mateo se la haya dedicado al papa Juan XXIII, pero además sea un filme respetuoso del texto bíblico en el que sobresale la claridad del mensaje evangélico, sin adulterar su fuente, en un riguroso registro en blanco y negro, que retrata en forma cruda muy en el estilo del neorrealismo italiano.
Como dice la sinopsis de la versión en video que circula en México: “Pasolini logra desde la primera imagen, que la Pasión de Cristo parezca nueva y a la vez tan antigua, tan primitiva, tan áspera, tan poco confortadora, como les debió parecer a quienes escucharon en las voces de los primeros discípulos, de los testigos presenciales (particularmente a los fariseos y saduceos, digo yo) de los hechos de una vida a la que los siglos y las iconografías han cargado de simbolismos intraspasables”.
El mismo Pasolini dice de esta película: «Habría podido desmitificar la situación histórica real, las relaciones entre Pilato y Herodes, habría podido desmitificar la figura de Cristo mitificada por el romanticismo, por el catolicismo y por la contrarreforma, desmitificar todo. Pero después, ¿cómo habría podido desmitificar el problema de la muerte? El problema que no puedo desmitificar es ese mucho de profundamente irracional, y por tanto, de algún modo, religioso, que está en el misterio del mundo. Eso no es desmitificable»
La poderosa iconografía de esta película tiene sus raíces en la mejor pintura italiana. Al respecto dice Pasolini: «Mi gusto cinematográfico no es de origen cinematográfico, sino figurativo. Lo que tengo en la mente como visión, como campo visual, son los frescos de Masaccio y de Giotto, que son los pintores que más amo junto con ciertos manieristas (por ejemplo, Pontormo)...» Y agrega: «Cada vez que empiezo un encuadre o una secuencia, quiera o no tengo mi mundo visualizado a través de elementos pictóricos y, por ello, mis referencias a la plástica histórica son continuas. En el Evangelio he intentado evitar referencias a una plástica única o a un tipo preciso de pintura. No me he referido a un pintor o a una época, sino que he intentado adecuar las normas de los personajes y de los hechos.»
Dicen Ana María Sedeño Valdellós y Enrique Martínez-Salanova Sánchez en su página de internet La influencia de la pintura en el cine: “Tanto en la escenografía como en el vestuario, inspirado en la pintura del cuatrocientos y especialmente en la pintura de Piero della Francesca, Pasolini realiza conscientemente un anacronismo, pues traslada la historia de Jesús a un plano indefinido en el tiempo. En ocasiones los edificios son renacentistas, en otros de la Italia en la que se filmó, así como los rostros de los personajes.
“Pasolini llama a su forma de filmar, realismo popular, que para él se encontraba en las pinturas del Greco, de Piero della Francesca y en los cuadros bizantinos. Para los vestuarios de los fariseos, con sus sombreros en forma de cestos, se inspiró en los cuadros de Piero della Francesca. Para algunos vestidos se inspiró en los frescos de la Historia de la Vera Cruz, en Arezzo. Las miradas entre Jesús y los apóstoles en el Evangelio de Pasolini son las miradas de Caravaggio. Por primera vez utilizó para filmar la panorámica lenta, para asemejarse más a la visión renacentista”.

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