jueves, 25 de febrero de 2010

TEMPORADA DE ZOPILOTES

Aparte de las matemáticas, creo que la historia, particularmente, la de México, es una de las materias en que los mexicanos estamos en tinieblas. Algún designio maligno pesa sobre nuestras conciencias que nos nubla los sentidos para que nos quede ajena nuestra historia y solo vive en nuestro interior retazos deshilvanados de ella.
De estudiante de secundaria me encantaba la historia universal pero la de México me era tan indigesta que la vomitaba. Ya en la universidad le encontré planos fascinantes particularmente con libros como el de La revolución Interrumpida de Adolfo Gilly, pero mi reconciliación con la historia vino de la mano de la novela histórica y a ligereza y sagacidad de una buena pluma narrativa.
A Paco Ignacio Taibo II hay que reconocerle que su narrativa es un ave de grácil vuelo que le permite construir un libro impactante. No es una novela histórica sino más bien una especie de reportaje, de cronología de una de las páginas más oscuras de nuestra historia: la decena trágica: diez días tenebrosos de nuestro desgarrado México.
Lo único que nos queda de las clases de historia sobre este hecho es el asesinato de Francisco I Madero y de José María Pino Suárez, presidente y vicepresidente, respectivamente. Pero el infierno que se vivió en esos diez días la mayoría las ignoramos y es importante que las conozcamos.
El libro de Taibo tiene dos virtudes: la fácil lectura y una puntual cronología, casi minuto a minuto de los hechos. A medida que avanza la narración la indignación crece dentro de nosotros. Como dice en la portada el libro: “En este país hay muchos hijos de la chingada y los peores son los seis generales que dieron el golpe contra Madero”. Página a página el libro va dando cuenta de la carroñería de estos generales. Es muy triste como ese buen hombre, Francisco I Madero, (pendejo le llamaría su hermano Gustavo), prácticamente se entrega en bandeja de plata a sus carroñeros. Estupidez, tontería, ingenuidad, exceso de bondad, como se le quiera llamar, fue lo que hizo que Madero acabara de la forma tan lastimosa como lo hizo. Apenas uno puede aceptar que él mismo haya puesto al frente del ejercito que los resguardaba del ataque de los rebeldes al mismísimo Victoriano Huerta y lo mantuvo hasta el final a pesar de las advertencia de muchos que Huerta estaba conspirando contra él.
La desgracia de nuestro México, como apunta este libro, es la coexistencia de dos tipos de personas: los carroñeras y los ingenuos. Conocer nuestra historia es ahora más urgente que nunca. Nuestra historia es un apunte preciso de quienes somos (y por ende nos enseñe a qué tipos de errores somos proclives). Hoy vivimos momentos transicionales. Los poderosos en turno ya están doblando las manitas ante el embate de los problemas internos e internos y hoy más que nunca se habla de replantear el país que queremos para este milenio. Y la respuesta no será la mejor si no consideramos nuestro pasado, nuestra historia. De lo contrario, estamos condenados a cumplir una vez más el fatal circulo vicioso que nos tiene boca abajo desde hace más de 500 años.

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