Jeremías Ramírez
Yo compré muchos, pues estaban a la venta en los puestos de periódicos a un precio muy bajo. Esa colección amplió mucho mi panorama sobre la literatura mexicana, aunque no leí todos los que compré: Garabato fue uno de ellos.
Recién que me he puesto a reordenar mi biblioteca me bastó leer la contraportada de este libro para sumergirme en su lectura.
¿Qué prometía? La historia de un escritor que escribe una novela sobre dos escritores: uno, experimentado quien además es un crítico de muy alta reputación y excesivo rigor; y el otro, un joven provinciano que anhela ser escritor y por esa razón se muda a la ciudad de México y entra, supuestamente, a trabajar en el diario El Excelsior y va a entrevistar al crítico que además es reacio a conceder entrevistas, pero un momento de debilidad se la concede a este joven con el compromiso que antes de que la publique se la muestre para corregirla.
Un domingo descubre que ha sido publicada sin avisarle, pero a favor del joven es que ha hecho un trabajo periodístico excelente, salvo dos o tres cosas que el crítico no está de acuerdo, pero queda complacido.
Cuando el joven regresa con el crítico éste lo reprende, pero lo halaga, halago que aprovecha el joven para pedirle que revise su primera novela. Aunque el crítico se niega al principio pues no le gusta revisar escritos ajenos, y menos de escritores principiantes, cede de nuevo ante este joven que lo conocemos sólo por su apellido: Mendizabal.
La novela se titula El garabato y narra las peripecias de un joven provinciano que estudia derecho. La novela inicia cuando Mendizábal, en compañía de un amigo pudiente, viaja un fin de semana a Cuernavaca, a solicitud del junior, para que le ayude a estudiar y pueda aprobar el examen que ambos presentarán al siguiente lunes.
Cuando regresan, son testigos de un incidente automovilista en el que una mujer por poco vuelca su auto cuando otro auto intenta sacarla de la carretera. Los jóvenes se detienen para ayudarla a quien resulta ser una turista norteamericana que regresa sola a la ciudad de México. La turista se llama Frida y acepta que el joven provinciano la acompañe como medida de precaución por si los tipos del auto vuelven a agredirla para que se den cuenta que ya no está sola.
La mujer de unos 40 años es muy sexi y el joven estudiante de pronto anhela tener una aventura sexual con ella, pues la mujer muestra cierta coquetería.
Cuando llegan al hotel donde ella se hospeda lo invita a entrar a su cuarto y el joven se emociona. Sin embargo, la mujer pretexta dolor de cabeza, pero le promete que al día siguiente estará de mejor humor; por el momento quiere que le haga un favor: entregar un sobre a un amigo que no logra localizar por teléfono.
El joven, frustrado y enojado, acepta, pero cuando llega al departamento encuentra que el amigo de la norteamericana está agonizando pues le han clavado un cuchillo en el pecho. El joven sospecha que el autor de la agresión es un tipo que salió huyendo cuando él entró.
Espantado, el joven huye de la escena, pero pronto descubre que es perseguido por el tipo de quien él sospecha es el agresor, pero no está solo. Trata de localizar a Frida, pero esta ha dejado el hotel. Y sus persecutores finalmente le dan alcance y le propinan una golpiza que sale vivo por la intervención de los transeúntes
Sin embargo, la persecución apenas inicia. Cuando Mendizábal llega a su departamento, sorpresivamente Frida le habla por teléfono y le pide que lleve el sobre al aeropuerto y que lo deposite en un locker que se puede abrir con la llave que está en el sobre, pero quiere que lo haga en una hora determinada. En ese locker, además, encontrará dos mil dólares que puede tomarlos como pago por la molestia. Haciendo esto, le asegura, que ya nadie lo perseguirá ni tratará de matarlo.
Acude al aeropuerto, pero ahí se da cuenta que están sus persecutores esperándolo.
Esta trama se va intercalando con la vida atormentada del crítico que a la par que revisa la novela nos va narrando sus angustias existenciales con su acendrado catolicismo que lo ha hundido en un estado de culpabilidad angustioso pues tiene una amante con quien lleva cinco años y por quien ha abandonado a su esposa.
En un arrebato culposo trata de recomponer su relación con Dios y con su mujer, y para ello decide abandonar a su amante.
En este proceso, vemos como el crítico revisa y detecta los fallos del joven escritor. Y en este análisis nos da una lección de composición literaria, pues nos muestra los defectos tanto estructurales como de construcción de personajes, y desaciertos gramaticales que de no dominarlos nunca alcanzará su sueño.
Por otra parte, vemos que el crítico tiene años tratando de escribir la gran novela mexicana, pues se sabe que tiene la capacidad para hacerlo, pero no escribe.
Al final reconoce que le falta la osadía que da la inocencia ha permitido que Mendizábal haya hecho algo que él no puede.
Esta dicotomía que puede experimentar cualquier artista nos plantea la disyuntiva de saber, pero no poder hacer o no saber y poder hacer. En ambos casos hay riesgos. La parálisis creativa en el que sabe; y el fallido intento de novela de quien no sabe, podríamos preguntarnos: ¿Cuál es el punto medio?
Yo como lector me quedo frustrado pues la historia del joven no termina y nos quedamos sin conocer cómo acabará. Y, por otra parte, el escritor experimentado nunca comienza su obra.
El Garabato entonces termina sin terminar, es decir, sin mostrarnos ninguna de las dos obras. Pero en ese no acabar abre la puerta al lector para que sea él quien termine de imaginar la novela, es decir, de completar el razonamiento planteado por Leñero y decidir si es mejor saber y no hacer o no saber, pero tener la osadía de hacer y en una de esas logramos, quienes intentamos transitar por los caminos de la creación literaria, escribir una obra maestra.