sábado, 10 de julio de 2021

LADRÓN DE BICICLETAS Luigi Bartolini / Vittorio de Sica

 


Jeremías Ramírez 


“Yo traté a un tal Premuda que venía a mi casa y me importunaba constantemente y me obligaba a leer sus guiones, a pesar de que soy enemigo del cine…”, dice el personaje de esta novela. ¿Esa era la opinión del autor? Tal vez, sí.

Lo curioso es que esta novela se hizo famosa gracias al cine cuando, en 1947, fue llevada a la pantalla grande por Vittorio de Sica, un notable cineasta italiano del movimiento cinematográfico denominado “Neorrealismo italiano”.

El Neorrealismo vino a revitalizar el cine mundial de medio siglo con una propuesta estética fresca a ras de calle: sus historias abordaban las vivencias de la gente común (un repartidor de anuncios, unos pescadores, unos sobrevivientes de la II Guerra mundial o de un asentamiento irregular miserable), rechazaban los estudios cinematográficos y a los actores profesionales. Sus actores eran personas comunes sin formación escénica que desempeñaban en la vida el oficio que era retratado en las películas. 

El objetivo de la estética de esta escuela era poner en pantalla la imagen más cercana a la realidad, hasta donde un arte representativo como el cine lo permitía. Por esta razón, hay en sus películas un enorme tono documental.

En cuanto a Ladrón de bicicletas hay otro dato curioso entre la película y la novela: ambas sólo tienen en común el título y el robo de una bicicleta, pero difieren en la historia que cuentan.

En la novela el personaje es un escritor y pintor que además de publicar libros trabaja para la prensa. La novela inicia cuando el escritor acude a una tienda a preguntar sobre un producto y tiene que dejar su bicicleta a la entrada del local. Es en ese momento un ladrón la toma y huye con ella. El escritor alcanza a percibir el momento del robo y logra ver el rostro del malhechor. Sale velozmente de la tienda para darle alcance, pero le impiden el paso unos “postes”, es decir, cómplices del ladrón que se van interponiendo en su camino. 

A partir de este hecho el autor nos cuenta con detalle la búsqueda del escritor por localizar su bicicleta. Acude al mercadito callejero de Porta Portese donde se venden una infinidad de artículos robados, pero no logra localizarla. Durante varios días recorre este y otros lugares de venta y no encuentra su bicicleta. 

En esa búsqueda nos va dando cuenta de la situación social de la ciudad de Roma que recién acaba de salir de la Segunda Guerra Mundial con una economía devastada y una población desesperada por conseguir medios de existencia. El robo es una de las actividades recurrentes de los pobres que han aumentado en cantidad. Esta situación la aprovecha el autor para hacer largas reflexiones sobre las condiciones sociales de los romanos y, de paso, del género humano.

Un día descubre al ladrón, pero como lo alcanza en su vecindario, todos salen a defenderlo y el escritor no puede hacer nada contra él.

Finalmente, se le ocurre una idea: pedir ayuda a una amiga prostituta pues las mujeres de este gremio conocen bien a los ladrones. Con esta última acción la novela llega a su fin.

La película, por su parte, el personaje, Antonio, es un pobre desempleado que lleva mucho tiempo consiguiendo trabajo. Finalmente, un agente laboral del gobierno le consigue un empleo de pegador de anuncios publicitarios callejeros, pero para ello necesita una bicicleta. Él tiene una, pero dado que no conseguía trabajo, la tuvo que empeñar. Su esposa, con un enorme sentido práctico, toma sus sábanas y las empeña. Con el dinero obtenido logran rescatar la bicicleta. Pero este hombre, perseguido por la mala suerte, en los primeros días, mientras pega un cartel montado en una escalera, un ladrón le roba la bicicleta. Baja desesperado de la escalera, pero no logra darle alcance al ladrón, Por la noche le pide ayuda a sus amigos y estos lo acompañan al día siguiente a Porta Portese, pero no logran dar con la bicicleta.

Pronto sus amigos lo abandonan y Antonio tiene que proseguir buscando su bicicleta en compañía de su hijo, un niño de unos 10 años. La búsqueda es infructuosa y desesperado de mucho buscar decide robar una bicicleta que está sola en la calle, pero su intento es prontamente frustrado pues le dan alcance. Los amigos del agraviado lo quieren golpear y piden que alguien traiga a un policía. De pronto advierten la presencia del niño que está llorando. Conmovidos dejan en libertad a Antonio. 

Cabe señalar que la novela tiene una trama simple y poco dramática que hubiera sido muy poco afortunado su traslado literal al cine. Y yo creo que esa fue la razón para que el guionista de la película, Cesare Zavattini, vio, en ese robo, un buen tema fílmico. Así que desecha el argumento narrativo de la novela y construye una trama intensa al colocar como personaje a un pobre padre de familia que vive al borde de la miseria. El robo de la bicicleta, dadas las condiciones del personaje, profundiza el dramatismo y el espectador sufrirá con Antonio esa pérdida y lo acompañará durante el resto de la cinta esperando que logre recuperar la bicicleta y pueda así sacar de la miseria a su familia. 

El libro, por lo que sé, nunca fue un éxito de librería; y si se tradujo al español fue gracias al interés que despertó la película, pues De Sica le dio el crédito del argumento a Luigi Bartolini, un prolífico escritor de novelas de mediana calidad, quien, como el personaje de su novela, también era pintor. Y es probable que la trama de la novela haya surgido de una experiencia personal del autor.

Yo compré el libro hace muchos años, cuando estaba estudiando cine en la Universidad y conocía la película. No recuerdo cuántas veces intenté leerla, pero su poca intensidad dramática y las largas disquisiciones sociológicas me han de haber desalentado. 

Ahora que tengo un poco más de tiempo para leer decidí finalmente recorrer sus páginas. Es una novela corta de 200 páginas, pero que no se puede leer con rapidez, pero tiene la virtud de crear una estampa pictórica de la sociedad romana surgiendo de las cenizas de la guerra. Y sirve, por lo tanto, para darnos cuenta de la forma en que Italia transformó esa situación y pasar de la miseria tercermundista a la solvencia de una potencia europea de mediano rango.

Creo que la película le hizo un gran favor al autor y a la novela. A mí me hubiera gustado una mayor coincidencia entre ambas, es decir, que la novela se adentrara mucho más en el drama de Antonio y no en ese escritor para quien la bicicleta no era sumamente importante. Cuando no logra encontrar su bicicleta, se compra otra y descubrimos que tiene más bicicletas de su propiedad y que además le han robado cinco veces las bicicletas y tres las ha recuperado. Además, tiene un empleo en un periódico y obtiene ingresos de la venta de sus obras pictóricas. 

De cualquier manera, a pesar de que la novela es mucho más reflexiva que narrativa, es una ventana privilegiada para ver al drama social colectivo de un país y una ciudad que busca recomponerse después de una tragedia bélica.

La novela se puede conseguir en librerías, como El Péndulo, y la película es fácilmente localizable en You Tube. 



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