sábado, 12 de septiembre de 2020

GUERRA Y PAZ: León Tolstoi

Jeremías Ramírez

La historia de la humanidad se mueve pendularmente entre la guerra y la paz, aunque tal parece que los periodos de paz son más breves que los de guerra, pues hay algo que impele a los seres humanos a entablar conflictos frecuentes. Pero ¿cuál es el origen de las guerras? ¿Por qué nos hundimos en la locura bélica? El apóstol Santiago escribe en su carta: “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No son de vuestras concupiscencias, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y guerreáis… (Carta del apóstol Santiago 4:1-2)
            Guerra y Paz, la enorme novela escrita por uno de los titanes de literatura rusa, y su obra cumbre, León Tolstoi (1828-1910), analiza este fenómeno terrible al narrar el largo conflicto entre Rusia y Francia que los llevó a perder miles de seres humanos en una masacre irracional.
León Tolstoi comenzó a escribir Guerra y paz en 1864 cuando, al caerse de un caballo en una partida de caza, convalecía por la fractura de un brazo. Los primeros capítulos se empezaron a publicar como fascículos en la revista Ruski Viéstnik (El mensajero ruso) entre 1865-1869.
Amaya Lacasa narra el complicado proceso de escritura de una novela que describe con delicadeza muchos aspectos sutiles de la vida rusa de esos años: “Tolstoi dedicó a Guerra y paz siete años de trabajo prácticamente exclusivo. Sabemos que la labor fue ardua porque, desde 1863, fecha en que aparecen las primeras entregas, hasta 1869, año en que se publicaron los últimos volúmenes de la novela, Tolstoi escribió siete versiones diferentes y rehizo quince veces el arranque de la obra, que consideraba especialmente importante. […] Además, escribió mil páginas de variantes que nunca vieron la luz. En 1873 volvió a rehacer la novela, reduciéndola a cuatro volúmenes. Solamente en 1886, después de la última revisión de Sofía Behrs, la mujer de Tolstoy (quien restituyó la versión de 1869 y eliminó todo lo que le pareció poco decoroso: por ejemplo, Anatole Kuraguin está enamorado de su hermana Hélène, quien es «un hermoso pedazo de carne con faldas»), el texto se convirtió en definitivo.”[1]
La novela, en la versión de editorial Bruguera de 1977, tiene una extensión de 1,340 páginas en dos tomos. Y ha sido publicada por diversas editoriales, aunque yo creo que no muchos la han leído. Para entrarle exige un lector entrenado, paciente, y sensible. Y no creo que sea apta para muchos jóvenes, aunque Sergio Pitol la leyó de adolescente y quedó deslumbrado; lo mismo, Juan Domingo Argüelles, según dijo en una entrevista.
Yo la compré cuando iniciaba mi carrera de lector y la guardé para cuando tuviera músculo. Un músculo que llegó casi 40 años después. Si bien intenté leerla varias veces pero me quedé sin aliento en los primeros capítulos. La novela comienza con la fiesta de Ana Pavlovna y se me hizo tan aburrida que creí que se iba a extender narrando la frivolidad de la clase pudiente de la Rusia de principios del siglo XIX. Y no fue así.
En este periodo de pandemia me decidí y cuando llegué al final me sentía tan feliz. Quien se atreva a leerla comprobará que es un privilegio internarse en esos parajes de la vida rusa de principios del siglo XIX. Es cierto que el tamaño asusta, pero vale la pena el riesgo.
La fiesta de la señora Pavlovna pasa rápido y es interesante como va Tolstoi en esa fiesta presentando y configurando el carácter de sus personajes principales que pronto se harán conocidos para el lector. Algunos se volverán entrañables y otros repudiables, como un poliedro de colores diversos.
La novela nos regala una visión extraordinaria pues la mirada del escritor va de las tomas panorámicas a los detalles más íntimos de los protagonistas y abarca un enorme periodo que va de 1805, cuando Napoleón empieza a convertirse en un dolor de cabeza, y termina varios años después de 1813, cuando el ejército de francés regresa hecho girones a su patria, cuando los conflictos de los personajes principales se han apaciguado.
Y en ese transcurso nos va dando cuenta de la forma en que vivía la aristocracia rusa, amante del esplendor, del lujo, del placer, la importancia que le daban a la riqueza, a las posesiones materiales, y a la representación social en los grandes bailes y en los casamientos por interés, hasta sus hábitos de caza o sus arranques de justicia social o la búsqueda del sentido espiritual.
Es interesante como retrata a los personajes principales, como al príncipe Andréi Bolkonsky Elena y Anatol Kuraguin, hermanos depravados que se corrompen a medida que avanza la narración; o al riquísimo conde Pierre Bezújov (joven alto y gordo), que de la noche a la mañana se convierte en heredero de una gran fortuna, va buscando sentido a la vida; o a la adolescente Natasha Rostova, que pasa de ser una niña mimada a protagonizar conflictos amorosos muy dramáticos y terminar como una matrona dedicada al cuidado de sus hijos. O a la princesa María Bolkónskaya, mujer poco atractiva, y de inclinaciones piadosas que encuentra su destino al alcanzar su anhelo amoroso. O al conde Nikolái Rostov, hermano de Natasha, quien logra sobrevivir a la guerra para casarse finalmente con la princesa María y de esa manera rescatar de la pobreza a su familia y recuperar sus bienes perdidos.
Los dos grandes protagonistas de la guerra son Napoleón Bonaparte, por la parte francesa, y Mijaíl Kutúzov, por la parte rusa. A ambos retrata con detalle, pero se ve benevolente con el viejo general ruso quien tuvo la sabiduría, según Tolstoi, de capotear al toro embravecido de Napoleón con un magistral pase de capote y de esa manera derrotarlo.
Aparte de sus anhelos por la riqueza y el encumbramiento social hay en los nobles una inclinación hacia la guerra. El primer enfrentamiento que tiene los rusos con los franceses se da en la Batalla de Austerlitz en la que los rusos son derrotados. Tras este triunfo de Napoleón hay un periodo de calma, aunque los vientos de guerra siguen latentes hasta 1812 cuando Napoleón invade Rusia.
El avance francés es imparable y las tropas van tomando una a una las ciudades rusas, y entablando varias escaramuzas que llegan a su punto culminante a las puertas de Moscú, en el campo de Borodino donde se escenifica la gran batalla. Las bajas con cuantiosas en ambos bandos y al parecer son los franceses los que se imponen a los rusos pues estos se repliegan. Los rusos han quedado tan debilitados que se dan cuenta que no tienen recursos para enfrentar una vez más a los franceses, pero estos últimos tampoco están en buenas condicione pues han perdido aproximadamente un cuarto de sus tropas y los que sobreviven no tienen el potencial necesario. A pesar de ellos avanzan para apoderarse de Moscú, la capital rusa.
La estrategia rusa para derrotar a Napoleón fue replegarse más allá de Moscú y evacuar la ciudad, de modo que cuando el emperador francés alcanza la joya de la corona no hay nadie quien lo reciba y acepte su triunfo, no hay nadie quien lo corone, en suma, no hay derrotados. Pero además se suscita un incendio que destruye gran parte de la ciudad. Napoleón intenta establecer su gobierno, pero se encuentra con dos problemas: los campesinos rusos y los habitantes de Moscú no se someten a su mandato, y la indisciplina de sus tropas descontroladas que se dedican al saqueo indiscriminado, a pesar de las penas durísimas que les impone Napoleón.
En un mes se agotan las provisiones y los campesinos se niegan a venderle sus productos. Derrotado, Napoleón da la orden de abandonar Moscú y regresar a Francia. En el trayecto va perdiendo muchos soldados de hambre, de enfermedad, de frío y por los ataques furtivos de las tropas rusas.
En este marco de la guerra Tolstoi va entreverando la narración de la vida de las familias más importantes: los Bezújov (esencialmente Pierre que es un alma en busca de sentido y la encuentra no en la riqueza sino en la miseria cuando lo detienen los franceses y se lo llevan como prisionero de guerra), los Bolkonsky (el viejo príncipe Nikolái Andréievich, el príncipe Andréi y la princesa María, como familia, cruzan penosamente este periodo y de la cual sólo logra sobrevivir la princesa María), la familia Rostov (compuesta por el conde Iliá Andréievich y su esposa, Natasha, Nikolái y Petia, los hijos, y Sonia, la sobrina, quienes pierden toda su riqueza y sufren la mayor pena cuando el adolescente Petia, es abatido en la guerra) y los Kuraguin (Elena y Anatoly, un par de vividores que no logran sobrevivir. Elena logra casarse con el incauto, pero riquísimo Pierre, pero en su descocada vida se enferma y muere, mientras que su hermano cae abatido).
La novela tiene largas escenas románticas que tiene la agudeza de detallar al grado de ser muy intensas y atractivas, y detalla la brutalidad de la guerra, particularmente la batalla de Borodino. Casi toda la narración va de las escenas bélicas a la vida frívola de las clases pudiente, y sólo baja a retratar al pueblo llano cuando los ricos abandonan Moscú y sólo quedan los criados y los comerciantes y algún rico desbalagado.
Tolstoi tiene la habilidad de hacernos percibir muy de cerca ese momento en la historia de Rusia y logra que sintamos el hambre, el frío, el dolor, el sinsentido. Es decir, es una novela que se experimenta intensamente.
Cuando llegamos a los últimos capítulos sentimos que hemos vivido una las experiencias más intensas junto con los personajes y los soldados que caen en la guerra.
Cuando cerré el segundo tomo me sentí feliz de esta aventura que les recomiendo ampliamente.
No dejen de leer esta magnífica obra maestra, aunque la proeza exige, a buena marcha, un mes de lectura intensa.
           





[1] https://www.revistadelibros.com/articulos/analisis-de-guerra-y-paz-de-tolstoi

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