viernes, 14 de diciembre de 2018

DESPACIO, DESPACIO, A MERCED DEL VIENTO


Jeremías Ramírez Vasillas

Patricia Highsmith es una de las escritoras destacadas en la novela negra, género en el que hay un dominio de los hombres. La novela negra se caracteriza porque presenta una atmósfera asfixiante de miedo, violencia, injusticia, inseguridad y corrupción del poder político.
Comenta un autor desconocido en Wikipedia que en el caso de Patricia Highsmith “su temática se centra en torno a la culpa, la mentira y el crimen. Sus personajes suelen estar cerca de la psicopatía y se mueven en la frontera entre el bien y el mal”. Un ejemplo de esta temática se puede ver en su primera novela, Extraños en un tren (de 1950), llevada al cine por Alfred Hitchcock, cuyo guion fue adaptado por otro grande de la novela negra: Raymond Chandler, otro gran escritor de novela negra. Sigo citando: “La visión de la realidad que se desprende de las novelas y cuentos de Patricia Highsmith es depresiva, pesimista y sombría, como también su concepto sobre el ser humano”.
            Recientemente encontré en una tienda de autoservicio un libro con el cuento:  Slowly, slowly, in the wind, que fue traducido como Despacio, despacio a merced del viento, en inglés y español editado por Anagrama, con un CD con la narración del cuento en inglés. Y narra la historia de un hombre rico, Edward Skipperton, que compra una propiedad de unas tres hectáreas, en el estado Maine. Descubre que cerca de su propiedad hay un río. El área alrededor del río pertenece a Peter Frosby, un terrateniente terco y exigente que no permite que nadie practique la pesca en su propiedad. Skipperton trata de comprarle la porción colindante a su terreno para tener acceso a río y practicar la pesca, pero el viejo Frosby se niega a pesar de que Skipperton le ofrece una suma elevada. Skipperton trata por diversos medios de obligar a Frosby a que acceda a la venta, pero el viejo es terco y nada lo doblega. El conflicto entre ambos crece. Un día el perro de Frosby se mete a la propiedad de Skipperton y éste lo mata. Frosby lo denuncia y pierde en los tribunales, pues los jueces afirman que hubo una invasión de propiedad.
            Frosby tiene un hijo que, en la primera visita, acompaña a su padre a la casa Skipperton. Mientras los hombres discuten, el hijo husmea y descubre el retrato de la hija de Skipperton y le gusta la muchacha.
            En la configuración de fuerzas Skipperton va ganando terreno, pero la visita de su hija, que estudia en Europa, viene a dar al traste este avance, pues el hijo de Frosby tiene un encuentro con ella y empiezan a salir, a pesar de la prohibición expresa que Skipperton le hace a su hija. Las cosas empeoran cuando su hija no regresa después de haber asistido a una fiesta. Días después ella le informa por teléfono que se ha casado con el hijo de Frosby y le pide que olvidé el encono y que tenga un encuentro con la familia de su esposo.
            Skipperton no puede tolerar esta situación y la historia empieza a hundirse en una un clima ominoso en donde se presiente la tragedia.
            La historia está escrita con suma precisión, bien colocados los detonadores dramáticos cuya consistencia permite que la tragedia avance con solidez y verosimilitud. El avance inexorable hacia la tragedia no tiene visos de ir en otro sentido, pero al mismo tiempo no se puede adivinar el final, que cuando llega sorprende, pero no es ajeno sino absolutamente lógico, acorde a los soportes de la historia.
            Quien por primera vez se enfrenta a la obra de Patricia Highsmith, a través de esta obra, va a conocer cuál es el tono, la voz, el estilo de esta escritora norteamericana, cuya vida y obra estuvo envuelta en el rechazo y el ostracismo, de modo que la popularidad, amplia en otros países, era muy limitada en su propio país. A pesar de ello, ha sido considerada como una de las grandes exponentes del género.
            Como los buenos vinos, el tiempo ha permitido que se bajen los enconos y se aprecie las virtudes de esta escritora, quien su vida, sus excesos, contaminaron su obra e impidieron la objetividad en los lectores, sin embargo, con los cambios de la sociedad, ahora más permisiva, hace que los lectores tengan menos recelos y aprecien mejor las virtudes de esta escritora clasificada entre los grandes de la literatura universal.


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