sábado, 29 de septiembre de 2018

OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS Truman Capote


¿Cómo titular un libro? Muchas veces los escritores empezamos un texto sin saber cómo lo titularemos. Por ello, muchas veces es lo último que se escribe, pero antes de publicarlo, en ocasiones, lo cambiamos varias veces, y no siempre estamos contentos; otras, es lo primero que se nos ocurre y de este título se construye el relato.
            Por ello, escribir un título es un arte tan complejo como el relato. Los mejores son aquellos que tienen al menos estas dos virtudes. 1) Despiertan el deseo por leer el libro y 2) Son una pista clave en el enigma que encierra toda la narración, sin develar el misterio.
            Cuando empiezo a leer un libro me pregunto por qué lleva ese título; en qué parte del libro encontraré la respuesta. Hay libros que los termino de leer sin poder encontrar el porqué de su título, como, por ejemplo: El nombre de la rosa, de Umberto Eco.
En el caso del libro de Capote Otras voces, otros ámbitos, el título me pareció muy extraño, y creí al inicio de la lectura que, como se trata de un cambio de ambiente y de residencia del personaje principal, Joel Knox, un niño de 12 años, esa era la razón, pero en la página 102 aparece el título dentro de una frase.
Uno de los personajes más enigmático de la novela, un anciano ermitaño llamado Little Sunshine, vive en un hotel en ruinas. Dicho hotel fue abandonado después que dos suicidios acaecen en el lago aledaño al hotel, lo cual va generando un inexplicable miedo en los huéspedes y lo van abandonado, pues todos dicen que algo maligno se respira en el ambiente, incluso la dueña huye y se suicida prendiéndose fuego en la cama de otro hotel.
Cuando le preguntan a Little Sunshine por qué no se ha ido ese lugar, contesta que: “…si se iba (del hotel), como había hecho una vez, otras voces, otros ámbitos, voces pérdidas y tenebrosas arañaban sus sueños”.
            Esta frase tiene un sentido terrorífico, fantasmal, esquizoide, que viene bien a la novela, porque el ambiente que se respira en el relato es extraño, ambiguo, incierto, no sólo por las leyendas del lugar creídas con miedo por los negros de la región, harto supersticiosos, sino que toda la novela tiene ese ambiente, donde las voces del pasado, del miedo, de la conciencia, se hacen presentes, y en el que todos se sienten atados.
            La novela inicia cuando Joel Knox, tras la muerte de su madre, es llamado por su padre (quien lo había abandonado) con la promesa de asumir el rol de padre, de un buen padre, que no ha sido. Quienes lo cuidan en Nueva Orleans después de la muerte de su madre aceptan enviarlo pues ellos no pueden mantenerlo. A Joel lo envían con tan sólo unos dólares y unas indicaciones poco precisas.
            Joel viaja de Nueva Orleans a una ciudad llamada Noon City (ciudad del mediodía), y de ahí tendrá que desplazarse varios kilómetros hasta un lugar llamado “Embarcadero de Skully” (que no es más que una vieja casona, oscura y tétrica), donde vive su padre con su nueva esposa, Mrs. Amy, una mujer de extraños hábitos, y el primo de ésta, Randolph, un homosexual, que vive del recuerdo de un hombre de quien se enamoró.  
            En Noon City conoce a las mellizas Tompkins. Una de ellas, Idabel, es una niña salvaje y agresiva, que se hace acompañar de un perro llamado Henry.
            También entabla amistad con la cocinera de la casa de su padre, Zoo Fever, una mujer negra de unos 30 años, que sueña con irse a Washington donde quiere hace una nueva vida, pero no se irá hasta que muera su abuelo, Jesús Fever, un anciano de más de 100 años. Ambos son creyentes cristianos fervorosos que celebran oficios religiosos cada domingo al que acuden sólo ellos dos, pero a su vez, están llenos de supersticiones mágicas.
            En ese contexto Joel trata de encontrarle sentido a su nueva vida, pero se le hace muy difícil pues está acostumbrado a un ambiente dinámico citadino de Nueva Orleans, que contrasta con la quietud del campo, que lo aburre terriblemente.
            Cuando llega al Embarcadero de Skully desea ver a su padre, pero éste no aparece y nadie le dice si está en casa o no, y si puede verlo o no. Finalmente, un día le piden que suba a la recámara de su padre y descubre que es un hombre en vida casi vegetativa, pues no habla, casi no se mueve, y deja caer pelotas de tenis para anunciar que necesita algo.
            A Joel el cambio de vida lo abruma, pero aparecen dos personajes que le brindan un sentido: Idabel y su primo Rudolph.
Idabel, al principio lo repele, pero se va acercando a Joel hasta que se vuelven amigos. Un día ella lo invita a que la acompañe a los lugares donde acostumbra ir en compañía de su perro, y su amistad se convierte en complicidad e Idabel lo invita a fugarse después que se pelea con su padre y con su hermana. Ambos emprenden la huida, pero sólo llegan a Noon City donde viven una extraña aventura con una enana de carpa. Ese día, tras una tormenta, ambos se pierden. Por el frío y la humedad, Joel cae enfermo y regresa a la casa de su padre.
            Por su parte, Rudolph, primo de su madrastra, y al parecer dueño del embarcadero, es el único adulto que lo escucha y quien termina por hacerse cargo de él, y lo va envolviendo en su extraño mundo.
            Aunque la estructura narrativa de la novela está construida de manera muy equilibrada, es muy complicada, aunque no compleja porque su lectura es fácil. Es admirable como logra construir un clima de suspenso bien logrado, de modo que no se puede adivinar qué sucederá en el siguiente capítulo, sobre todo en las aventuras con Idabel donde el peligro ronda. Y tiene la virtud de no caer en soluciones simplistas. Cuando Zoo se va luego de que muere su abuelo, uno cree que desaparecerá de la novela, pero al poco tiempo está de regreso. La causa: en el camino la violan y advierte que fuera del embarcadero no tiene nada ni es nadie. Lo mismo le sucede a Joel. Él, como Idabel, se siente atrapado en un lugar que repele, pero después de la infortunada huida descubre que ese lugar es su única salvaguarda, su único refugio, de modo que tendrá que encontrar una forma de vida aceptable en ese lugar.
            Pero quizá lo que más sorprende es que fue escrita por un joven de poco más de 20 años. Es probable, se deduce de sus cartas, que empezó la novela cuando tenía 21 años y la publica cuando tiene 23, en 1946, y es con esta novela que logra un impacto nacional, alcanzado un nivel envidiable como escritor. Sus trabajos anteriores fueron algunos cuentos que publicó en revistas femeninas, revistas importantes para su trabajo, pues fue en ellas donde afina su capacidad narrativa.
            La novela tiene un alto sentido autobiográfico, pues Capote nació y vivió sus primeros años en Nueva Orleans. Y después de que sus padres se divorcian es cuidado por dos señoras mayores, sus tías, y un tío solterón, en una comunidad rural llamada Monroeville, en donde tuvo una amiga, Harper Lee, que algunos críticos creen que es el modelo de Idabel Tompkins. Y a su vez, Harper Lee lo retrata en el personaje de Dill, en su novela Matar un ruiseñor, novela mucho más autobiográfica que la de Capote.
            Lo que sí puedo afirmar es que es una gran novela, con ciertos excesos narrativos, pero donde el joven Capote muestra un atisbo del gran escritor que será, con novelas sorprendentes como A sangre fría.
            Capote es, indudablemente, un escritor imprescindible para quien se quiera dedicar a la narrativa. A leer se ha dicho.


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