Jeremías Ramírez Vasillas
Escribir la historia personal o familiar es difícil y más aún hundir las
manos a fondo a través de la investigación y luego transcribir el resultado en
un libro que conserva el equilibrio entre la cantidad enorme de datos (que
pueden volverse intrascendentes para un lector ajeno a la familia) y evitar el
fango de la sensiblería o endulcoramiento, bien por la nostalgia, bien para no
ofender a quien vea que no ha sido retratado como cree que debiese.
Gay Talese logra este
equilibrio al escribir un extenso recuento de sus amplias raíces familiares que
se remontan al sur de Italia, y a principios del siglo 19, y persigue los
vericuetos personales de los predecesores en la búsqueda de un mejor futuro emigrando
hacia otros países. De eso trata este voluminoso libro que tituló escuetamente
como Unto the Sons, (Los hijos, como se tradujo el título en
español).
Gay Talese es un
periodista que nació en Ocean City, Estados Unidos, en 1932, y cuya carrera
como periodista ha sido fulgurante. Comparte con Tom Wolfe la paternidad de ese
movimiento que surgió a mediados del siglo XX en Estados Unidos y que se
denominó “Nuevo periodismo”, en cuyas filas destacó Truman Capote.
El primer libro que leí de
este escritor fue La mujer de tu prójimo,
un extenso reportaje sobre la vida sexual de los norteamericanos. Me lo dejaron
leer en una clase de periodismo de investigación. Me dejó deslumbrado. Era tan
fascinante, como una gran novela, que lo leía a hurtadillas en mi trabajo.
Pasaron muchos años para encontrar otro libro suyo: Honrarás a tu padre. Este otro voluminoso libro es sobre la mafia
italiana en Estados Unidos, del que se dice, se basó la serie Los soprano. El relato me decepcionó.
Quería ver un retrato a detalle de esos personajes que han llegado a nosotros
en muchas películas, desde El padrino,
Al Capone, Los intocables, Buenos
muchachos, etc. Y lo que vi fueron mafiosos de poca monta, acosados y
perseguidos a más no poder por la policía, persecución que se extendió incluso
a los descendientes que ya no tuvieron relación directa con los negocios
turbios de sus antecesores. Me hizo pensar que estos grandes capos, como Al Capone (de donde viene
el nombre de “Capo”) es más un mito creado por el cine y la televisión.
Recientemente, curioseando
en el Aurrerá (en cuya tienda nunca había visto un libro a la venta), mi
entrenado ojo para detectar libros descubrió, en un rinconcito, una pila
pequeña de libros; varios eran de Alfaguara. De inmediato los revisé. La
mayoría no me interesaron porque Alfaguara me ha regalado varias decepciones, pero
vi un nombre que brilló en mi memoria: Gay Talese. El título del libro era Los hijos. Igual que los anteriores, es
un libro voluminoso de más de 750 páginas. Le tuve temor, pero admiro el
brillante trabajo de este periodista y lo compré. Costaba apenas 95 pesos.
Lo empecé a leer sólo para
ver cómo empezaba. Yo tenía varios libros en lista de espera, pero poco a poco este
fue ganando. Era un libro sobre él y sobre su familia y las circunstancias
históricas que les tocó vivir. Sabía muy poco sobre la vida y familia de este
escritor. Mi interés creció al grado de desplazar mis otras lecturas. El libro,
si bien, se lee con mucha facilidad, ciertos pasajes me dejaban insatisfecho,
pues el relato iba tomando una tensión dramática que de pronto se diluía. Advertí
entonces que leía periodismo, no ficción.
Talese va contando de manera aparentemente
aleatoria la historia de su familia, desde los primeros antecedentes un tanto
nebulosos a principios del siglo XIX en el sur de Italia, particularmente en la
región sureña donde su ubica el pueblo de origen de su familia: Maida, la cual está en una zona muy cerca de
la punta de la bota, y culmina con el establecimiento de su padre, como pequeño
empresario en la confección de ropa, en Ocean City, y sus primeros años al lado
de sus padres. La historia termina en 1944, casi a final de la Segunda Guerra
Mundial, con un incidente que marca la relación que mantuvo con su padre: de
admiración y rechazo.
El libro es fascinante
porque, a la par que va contando a detalle las vivencias de sus antepasados,
dedica muchas páginas a pasajes históricos como la
revolución y unificación de Italia por Giuseppe Garibaldi, la participación
terrible y sangrienta de miles de italianos en la Primera Guerra Mundial, la
aparición y encumbramiento de Benito Mussolini, y da cuenta de un fenómeno que
hoy es tema de actualidad en Estados Unidos: la migración. Y descubrimos que
este fenómeno es recurrente y casi permanente desde el descubrimiento de Estados
Unidos por los ingleses. En este libro Talese nos narra a detalle la migración
italiana, su explotación como mano de obra barata, el odio racista de los
blancos, su arrinconamiento en zonas específicas, su manipulación por parte de
los mismos italianos que los enganchaban para traerlos a América.
También hace una semblanza de las costumbres de
los italianos de principios de siglo, las formas en que casaban a las hijas y
la migración dejando a mujeres solas que las denominaban como “viudas blancas”.
Talese narra con enorme habilidad la aventura de
muchos de estos italianos que emigraban, algunos aún adolescentes, y se lanzan
a la ventura como polizones, en barcos, o bien usando la ayuda de quienes ya se
habían ido o bien de conciudadanos italianos en Estados Unidos que se dedicaban
a reclutar trabajadores para la naciente industria norteamericana. A esos
hombres se les conocía como Padronnes,
es decir, enganchadores o coyotes, pero quienes además no sólo los ayudaban a
cruzar el océano sino a ser contratados o bien a ayudarles a conseguir casa,
etc. Hombres que, si bien ayudaron a sus paisanos, se aprovecharon de ellos cobrando
caro sus servicios y con ello amasando cuantiosas fortunas. Ahora entiendo que
don Corleone, el Padrino, era en realidad una especie de Padronne, pero dentro
de la mafia dedicada al tráfico del licor.
Hay dos historias a las
que les dedica mayor atención y extensión: la del primo de su padre, Antonio
Cristiani, que siendo muy joven se escapa hacia París, donde quiere estudiar
sastrería, y cuyo ímpetu lo lleva a ser un destacado sastre en París, pero
también narra sus vicisitudes como soldado italiano contra Prusia y Alemania,
luchando bien del lado italiano o del lado francés.
La
segunda historia es la de su padre, Joseph Talese, aunque para ello cuente como
antecedente la historia de su abuelo, Giuseppe Talese, quien fue el primero de
los Talese que emigró a Estados Unidos, y sus aventuras como escultor de mármol
en Ambler, Pensilvania.
La historia de su padre es
la más sensible, la más emotiva, quizá la más arriesgada porque primero emigra
a París al lado de su primo Antonio y de ahí a Estados Unidos, país que era
realmente su objetivo, y llega a Ambler, con sus tíos. Un problema
espinoso con sus familiares lo obliga a huir a Atlantic City, y de ahí se lanza
a Ocean City, en busca de un lugar tranquilo. Allí llega sin conocer a alguien,
sin más recursos que un puñado de dólares, sin otras herramientas que sus
instrumentos de sastre (tijeras, agujas, hilos…) y sin más ayuda que su propio
empuje y valentía. Ahí se convierte en un esforzado pequeño empresario del
vestir, de modo que al poco tiempo logra comprar una lavandería, cuando apenas
tiene unos 22 años.
Su osadía e inteligencia
lo hace progresar en esta zona ribereña y le provee una plataforma a su hijo:
Gay Talese, que con el mismo talante que su padre, logra destacarse como
periodista, desde su modesto puesto en el New
York Times como “el chico de las fotocopias” (esta parte de su historia no aparece en este libro).
Si bien, como dice en una
entrevista el propio Talese, sus personajes no son más que seres comunes y
corrientes, puede con ellos construir una historia de Italia, de
Europa y de los italianos en Estados Unidos, de una forma tan entrañable que al
final uno termina el libro con un sentimiento de gratitud. Subraya que es hasta
la segunda o tercera generación de estos insignificantes migrantes que van apareciendo
en Estados Unidos hijos destacados, tales como el director de cine Francis Ford
Coppola, el empresario y presidente de la Chrysler, Lee Iacocca, el beisbolista
Joe DiMaggio, el boxeador Rocky Marciano, el alcalde de New York Fiorello H. La
Guardia, o el cantante Frank Sinatra.
El libro lo sentí tan cercano pues uno de mis primeros trabajos fue como ayudante de sastre y conocí
el olor de las telas, del casimir, de los hilos, de las tiendas de telas, donde
sentí los duros piquetazo de las agujas al coser las entretelas de los trajes.
El libro además es una
gran enseñanza al emprendedurismo, hoy tan en boga en las universidades, sin
enseñar bien a bien qué se necesita para realizar tal hazaña. Para ser un
verdadero emprendedor se requiere un arrojo casi suicida, como estos italianos
de principios de siglo XX en Estados Unidos.
Además, nos enseña que
Estados Unidos es un país de migrantes y que, cuando le conviene, alienta dicha
migración y cierra las puertas cuando se le empieza a salir de control. La
persecución y expulsión de migrantes mexicanos y centroamericanos, que hoy vemos
en las fronteras y en varias ciudades norteamericanas, es el mismo fenómeno que
vivieron los italianos de los años veinte.
Los hijos, un libro gozoso, entrañable, que se convierte en un
fresco de la micro historia moderna de los Estados Unidos e Italia.
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