sábado, 1 de septiembre de 2018

LOS HIJOS: Gay Talese


Jeremías Ramírez Vasillas

Escribir la historia personal o familiar es difícil y más aún hundir las manos a fondo a través de la investigación y luego transcribir el resultado en un libro que conserva el equilibrio entre la cantidad enorme de datos (que pueden volverse intrascendentes para un lector ajeno a la familia) y evitar el fango de la sensiblería o endulcoramiento, bien por la nostalgia, bien para no ofender a quien vea que no ha sido retratado como cree que debiese.
            Gay Talese logra este equilibrio al escribir un extenso recuento de sus amplias raíces familiares que se remontan al sur de Italia, y a principios del siglo 19, y persigue los vericuetos personales de los predecesores en la búsqueda de un mejor futuro emigrando hacia otros países. De eso trata este voluminoso libro que tituló escuetamente como Unto the Sons, (Los hijos, como se tradujo el título en español).
            Gay Talese es un periodista que nació en Ocean City, Estados Unidos, en 1932, y cuya carrera como periodista ha sido fulgurante. Comparte con Tom Wolfe la paternidad de ese movimiento que surgió a mediados del siglo XX en Estados Unidos y que se denominó “Nuevo periodismo”, en cuyas filas destacó Truman Capote.
            El primer libro que leí de este escritor fue La mujer de tu prójimo, un extenso reportaje sobre la vida sexual de los norteamericanos. Me lo dejaron leer en una clase de periodismo de investigación. Me dejó deslumbrado. Era tan fascinante, como una gran novela, que lo leía a hurtadillas en mi trabajo. Pasaron muchos años para encontrar otro libro suyo: Honrarás a tu padre. Este otro voluminoso libro es sobre la mafia italiana en Estados Unidos, del que se dice, se basó la serie Los soprano. El relato me decepcionó. Quería ver un retrato a detalle de esos personajes que han llegado a nosotros en muchas películas, desde El padrino, Al Capone, Los intocables, Buenos muchachos, etc. Y lo que vi fueron mafiosos de poca monta, acosados y perseguidos a más no poder por la policía, persecución que se extendió incluso a los descendientes que ya no tuvieron relación directa con los negocios turbios de sus antecesores. Me hizo pensar que estos grandes capos, como Al Capone (de donde viene el nombre de “Capo”) es más un mito creado por el cine y la televisión.
            Recientemente, curioseando en el Aurrerá (en cuya tienda nunca había visto un libro a la venta), mi entrenado ojo para detectar libros descubrió, en un rinconcito, una pila pequeña de libros; varios eran de Alfaguara. De inmediato los revisé. La mayoría no me interesaron porque Alfaguara me ha regalado varias decepciones, pero vi un nombre que brilló en mi memoria: Gay Talese. El título del libro era Los hijos. Igual que los anteriores, es un libro voluminoso de más de 750 páginas. Le tuve temor, pero admiro el brillante trabajo de este periodista y lo compré. Costaba apenas 95 pesos.
            Lo empecé a leer sólo para ver cómo empezaba. Yo tenía varios libros en lista de espera, pero poco a poco este fue ganando. Era un libro sobre él y sobre su familia y las circunstancias históricas que les tocó vivir. Sabía muy poco sobre la vida y familia de este escritor. Mi interés creció al grado de desplazar mis otras lecturas. El libro, si bien, se lee con mucha facilidad, ciertos pasajes me dejaban insatisfecho, pues el relato iba tomando una tensión dramática que de pronto se diluía. Advertí entonces que leía periodismo, no ficción. 
Talese va contando de manera aparentemente aleatoria la historia de su familia, desde los primeros antecedentes un tanto nebulosos a principios del siglo XIX en el sur de Italia, particularmente en la región sureña donde su ubica el pueblo de origen de su familia:  Maida, la cual está en una zona muy cerca de la punta de la bota, y culmina con el establecimiento de su padre, como pequeño empresario en la confección de ropa, en Ocean City, y sus primeros años al lado de sus padres. La historia termina en 1944, casi a final de la Segunda Guerra Mundial, con un incidente que marca la relación que mantuvo con su padre: de admiración y rechazo.
            El libro es fascinante porque, a la par que va contando a detalle las vivencias de sus antepasados, dedica muchas páginas a pasajes históricos como la revolución y unificación de Italia por Giuseppe Garibaldi, la participación terrible y sangrienta de miles de italianos en la Primera Guerra Mundial, la aparición y encumbramiento de Benito Mussolini, y da cuenta de un fenómeno que hoy es tema de actualidad en Estados Unidos: la migración. Y descubrimos que este fenómeno es recurrente y casi permanente desde el descubrimiento de Estados Unidos por los ingleses. En este libro Talese nos narra a detalle la migración italiana, su explotación como mano de obra barata, el odio racista de los blancos, su arrinconamiento en zonas específicas, su manipulación por parte de los mismos italianos que los enganchaban para traerlos a América.
También hace una semblanza de las costumbres de los italianos de principios de siglo, las formas en que casaban a las hijas y la migración dejando a mujeres solas que las denominaban como “viudas blancas”.
Talese narra con enorme habilidad la aventura de muchos de estos italianos que emigraban, algunos aún adolescentes, y se lanzan a la ventura como polizones, en barcos, o bien usando la ayuda de quienes ya se habían ido o bien de conciudadanos italianos en Estados Unidos que se dedicaban a reclutar trabajadores para la naciente industria norteamericana. A esos hombres se les conocía como Padronnes, es decir, enganchadores o coyotes, pero quienes además no sólo los ayudaban a cruzar el océano sino a ser contratados o bien a ayudarles a conseguir casa, etc. Hombres que, si bien ayudaron a sus paisanos, se aprovecharon de ellos cobrando caro sus servicios y con ello amasando cuantiosas fortunas. Ahora entiendo que don Corleone, el Padrino, era en realidad una especie de Padronne, pero dentro de la mafia dedicada al tráfico del licor.
            Hay dos historias a las que les dedica mayor atención y extensión: la del primo de su padre, Antonio Cristiani, que siendo muy joven se escapa hacia París, donde quiere estudiar sastrería, y cuyo ímpetu lo lleva a ser un destacado sastre en París, pero también narra sus vicisitudes como soldado italiano contra Prusia y Alemania, luchando bien del lado italiano o del lado francés.
            La segunda historia es la de su padre, Joseph Talese, aunque para ello cuente como antecedente la historia de su abuelo, Giuseppe Talese, quien fue el primero de los Talese que emigró a Estados Unidos, y sus aventuras como escultor de mármol en Ambler, Pensilvania.
            La historia de su padre es la más sensible, la más emotiva, quizá la más arriesgada porque primero emigra a París al lado de su primo Antonio y de ahí a Estados Unidos, país que era realmente su objetivo, y llega a Ambler, con sus tíos. Un problema espinoso con sus familiares lo obliga a huir a Atlantic City, y de ahí se lanza a Ocean City, en busca de un lugar tranquilo. Allí llega sin conocer a alguien, sin más recursos que un puñado de dólares, sin otras herramientas que sus instrumentos de sastre (tijeras, agujas, hilos…) y sin más ayuda que su propio empuje y valentía. Ahí se convierte en un esforzado pequeño empresario del vestir, de modo que al poco tiempo logra comprar una lavandería, cuando apenas tiene unos 22 años.
            Su osadía e inteligencia lo hace progresar en esta zona ribereña y le provee una plataforma a su hijo: Gay Talese, que con el mismo talante que su padre, logra destacarse como periodista, desde su modesto puesto en el New York Times como “el chico de las fotocopias” (esta parte de su historia no aparece en este libro).
            Si bien, como dice en una entrevista el propio Talese, sus personajes no son más que seres comunes y corrientes, puede con ellos construir una historia de Italia, de Europa y de los italianos en Estados Unidos, de una forma tan entrañable que al final uno termina el libro con un sentimiento de gratitud. Subraya que es hasta la segunda o tercera generación de estos insignificantes migrantes que van apareciendo en Estados Unidos hijos destacados, tales como el director de cine Francis Ford Coppola, el empresario y presidente de la Chrysler, Lee Iacocca, el beisbolista Joe DiMaggio, el boxeador Rocky Marciano, el alcalde de New York Fiorello H. La Guardia, o el cantante Frank Sinatra.
            El libro lo sentí tan cercano pues uno de mis primeros trabajos fue como ayudante de sastre y conocí el olor de las telas, del casimir, de los hilos, de las tiendas de telas, donde sentí los duros piquetazo de las agujas al coser las entretelas de los trajes.
            El libro además es una gran enseñanza al emprendedurismo, hoy tan en boga en las universidades, sin enseñar bien a bien qué se necesita para realizar tal hazaña. Para ser un verdadero emprendedor se requiere un arrojo casi suicida, como estos italianos de principios de siglo XX en Estados Unidos.
            Además, nos enseña que Estados Unidos es un país de migrantes y que, cuando le conviene, alienta dicha migración y cierra las puertas cuando se le empieza a salir de control. La persecución y expulsión de migrantes mexicanos y centroamericanos, que hoy vemos en las fronteras y en varias ciudades norteamericanas, es el mismo fenómeno que vivieron los italianos de los años veinte.
            Los hijos, un libro gozoso, entrañable, que se convierte en un fresco de la micro historia moderna de los Estados Unidos e Italia.


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