domingo, 10 de febrero de 2013

MADRE, TU VELA




Tu vela se apaga y yo me pregunto, madre, cuántos recuerdos fuimos colgando como ropa en un tendedero el cual, con los años, se fue haciendo más y más largo. Y cuando pienso en ello, me imagino uno de esos lazos que tú ponías en el patio, junto al corral de las gallinas, para secar la ropa. Un lazo que se extiende desde la puerta de la casa --esa puertita de madera que daba hacia uno de los costados-- y se interna por ese campo donde alguna vez inauguré una canchita de fútbol ¿recuerdas?. Y es seguro que tu me veías como era feliz pateando una pelota. ¿Has notado como a nuestros recuerdos los sacude el viento? 

Y ahora que tu vela se apaga me pregunto qué haremos con nuestros recuerdos. Quisiera bajarlos de ese tendedero e insertarlos en las páginas del algún cuento cuando escribo. Pero es imposible, son tantas y tantas páginas y muchas más que ya ha arrancado el viento del olvido. 

Me quedaré con algunas imágenes que se aparecen vívidamente en mi memoria las tardes de nostalgia o en mis sueños, sueños que siempre se repiten en ese paraje de verde pasto con charcos de agua cristalina.

Duerme madre, algún día tu y yo, en otra dimensión, recuperaremos nuestros recuerdos como quien recupera un tesoro perdido.

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