domingo, 8 de abril de 2012

SPAGHETTI WESTERN: SERGIO LEONE



Quizá para muchos nada les dice la palabra “Spaghetti Western”, subgénero cinematográfico de las películas de vaqueros que nació en Europa y se hizo popular de la mano de Sergio Leone, un singular director italiano, que hizo de este arte, destinado como producto de baja calidad (serie B), para la simple diversión, en un género respetable con obras memorables que han quedado como hitos del cine mundial.
El término Spaghetti Wester nació como un mote, como un calificativo, de cine de baja calidad, cine que “estuvo de moda en las décadas de los años 1960 y 1970, aunque en ésta última década ya se encontraba en decadencia”. Los críticos le pusieron así porque “estas películas fueron financiadas por compañías italianas o españolas. La mayoría se rodaron en Cinecittà (los grandes estudios italianos) y en Almería (España)”, donde se encuentra el desierto de Tabernas, en el cual se construyeron sets, existentes hasta el día de hoy y cuyo lugar se le llama “Minihollywood”. Muchas películas también tuvieron como escenario el pueblo de Hoyo de Manzanares, en la periferia Madrid.
Nos dice el Wikipedia que este género o subgénero “se caracteriza por una estética sucia a la vez que estilizada y por unos personajes aparentemente carentes de moral, rudos y duros, haciéndose servir de los clichés clásicos del western estadounidense y de sus mitos para crear un estilo propio”. No sé a qué le llama “estética sucia”. Tal vez quiso decir “descuidada, malhechona”, pero las películas de Sergio Leone nada tienen de descuidado y ni malhecho.
Antecedentes antiguos de este género se registran desde 1954 cuando Robert Aldrich filma Veracruz, película con una alta dosis de violencia y cuyos personajes tienen un carácter turbio y engañoso. Nada que ver con el vaquero del western tradicional, una especie de justiciero tipo Llanero Solitario, que lucha por el bien y que además es un buen hombre de noble corazón, que arriesga todo para conseguir un lugar donde vivir o tiene como propósito defender a los desvalidos de las amenazas, particularmente de los desalmados indios.
Y agrega el wiki: “La producción en serie de westerns en Europa se inició en 1962, pero no fue hasta un par de años más tarde que, gracias al éxito de Por un puñado de dólares de Sergio Leone, que se convirtió en un género de masas. En principio la crítica fue reticente -por no decir claramente despectiva —de ahí el término spaghetti western— pero con el tiempo tendría que admitir que se trataba de un nuevo género, que tomaba del western estadounidense tradicional los elementos básicos, pero los estilizaba y recomponía de forma totalmente original, mostrando especial atención por aquellos aspectos críticos que Hollywood había camuflado bajo los estereotipos del justiciero bueno y el bandido malo moviéndose dentro de una sociedad en perenne «estado de excepción», sin más ley que las armas.
Y seguimos citando: “Entre 1962 y 1976 se produjeron en Italia y España unos 500 títulos, cifra respetable que demuestra la existencia de una indiscutible demanda por parte del público. La mayoría mostraba un digno nivel técnico y artístico —con aportes especialmente relevantes en materia de diseño y música— y algunas han pasado por méritos propios a la historia del cine europeo, influyendo a cineastas de todo el mundo”.

El impacto de la música como tal y que trascendía a la película misma se debe particularmente a un compositor descubierto por Leone: Ennio Morricone, que hizo del score algo más que crema en el bolillo, es decir, un acompañante, un coffe mate, para jugar un papel dramático importante y dejar en el imaginario del espectador melodías difíciles de olvidar, como por ejemplo, el tema de la película El bueno, el malo y el feo, precisamente, de Sergio Leone.
Y ya que hablamos de este singular guionista, productor y director, nacido en Roma el 3 de enero de 1929 y muerto en el mismo lugar en 1989, debemos decir que Leone parecía destinado a impulsar este género que le dio fama mundial. Era hijo del también director de cine Vincenzo Leone, que a veces filmaba con el seudónimo de Roberto Roberti.
Empieza su carrera muy joven como actor y asistente de dirección. Y tuvo el privilegio de codearse con los grandes, pues nada menos que fue asistente de Vittorio de Sica en la filmación de Ladrón de bicicletas (1948), obra importante en la historia del cine. Y participó en películas épicas como Quo Vadis? (1951) de Mervyn Le Roy, Helena de Troya (1955) de Robert Wise, Ben-Hur (1959) de William Wyler o Historia de una monja (1959) de Fred Zinnemann.
En 1959, por enfermedad, al director Mario Bonnard durante el rodaje de Los últimos días de Pompeya, entró como sustituto, pero fue hasta 1960 con El coloso de Rodas (1960) que entra de lleno a la dirección.
En 1964, inicia su famosa trilogía del dólar, rodando en la árida región de Tabernas, Almería (España), así como en las proximidades de Carazo, en la Sierra de la Demanda, Burgos, con Por un puñado de dólares. Le siguió La muerte tenía un precio / Por Unos Dólares Más, (Per qualche dollaro in più 1965) y concluyó con la más famosa de las tres: El Bueno, el Malo y el Feo, (Il buono, il brutto, il cattivo, 1966), que lo catapultó a la fama y con él a actores como Clint Eastwood, cuya caracterización en esta última película como El bueno, consolidó la estampa de vaquero, frío, calculador y certero.
Ya como director famoso realizó al menos tres grandes películas más: Érase una vez el Oeste (C'era una volta il West, 1968), Érase una Vez la Revolución o Los héroes de mesa verde (Giù la testa, 1971), en la que recrea pasajes de la Revolución Mexicana y la memorable Érase una vez en América (Once Upon A Time In America , 1984), una de las películas más interesantes sobre gángsters, con un Robert de Niro estupendo. Una película que está a la par de El padrino o Los buenos muchachos (Scorsesse, ).
Recién acabo de conseguir Érase una vez en el Oeste, una película de planos larguísimos, como esa introducción en una estación de tren donde tres matones aguardan a su víctima. Los planos largos parece que detienen el tiempo y transmiten la pasmosa quietud del desierto. La secuencia de la mosca en la cara de un matón no tiene paralelo. En esta película, que trata de la venganza, aparece Charles Bronson en el único papel digno que le conozco, como matón frío y certero, a la Clint Eastwood, pero más chaparro y menos carismático y a una bella Claudia Cardinale como prostituta retirada que busca en este desierto la dignificación de su existencia.
Si la cartelera lo tiene hasta no sé donde, métase a su cineclub preferido y busca las películas de este director. No sólo conocerá un género fílmico interesante sino descubrirá joyas del cine que le harán vivir una intensa aventura donde la acción, la diversión y el arte a buen nivel se dan cita para alegría de los espectadores.

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