domingo, 15 de mayo de 2011

AGORA: película de Alejandro Amenabar




Reverenciada Hipatia, ornamento del saber,
estrella inmaculada de sabia formación,
cuando os veo a ti y a tu discurso,
yo te adoro mirando al hogar celestial de la Virgen,
porque tus quehaceres están en el cielo.

Antología Palatina, IX, 400.

Sobre las espaldas históricas del cristianismo pesan algunas ignominias difíciles de digerir, que dan cuenta de que, cuando una fe es devorada por el fanatismo, no hay sermón de la montaña que detenga la barbarie. Cabe subrayar que tales periodos de irracionalidad fanática no cancela las bondades de ninguna religión o ideología, cuando éstas en esencia son buenas. Más bien, los fanáticos se escudan en ellas para justificar ambiciones oscuras y destructivas.
Hipatía de Alejandría (370-415) es uno de los múltiples mártires del cristianismo fanático. Recién los cristianos habían dejado de ser perseguido por los romanos, cuando ellos aplicaron en Alejandría la misma medicina intolerante con quienes no compartían sus creencias, contrariando con ello las enseñanzas de Cristo quien ordenaba: “Amad a vuestros enemigos”.
Poco sabía yo de Hipatía; o más bien, nada. Y poco sabía sobre la biblioteca de Alejandría salvo que había sido quemada. Hace un par de meses cayó en mis manos la novela El incendio de Alejandría, que según dice la leyenda publicitaria de la portada, es “Una novela cautivadora sobre la biblioteca más legendaria de la historia”.
Empecé a leerla y la novela no me cautivo, más bien me aburrió y la dejé como en la página 40. Poco después una maestra del campus Celaya-Salvatierra me pidió que le copiara una película. Se trataba de Ágora, película que no había visto y que versaba sobre la biblioteca de Alejandría. Me sorprendió que la película fuese española con una superproducción como de Hollywood. El personaje principal era (de los muchos sobresalientes que hubo alrededor de la biblioteca) Hipatía de Alejandría y me abría un panorama desconocido: la destrucción de los acervos por parte de un grupo de cristianos intolerante: los parabolanos. Este hecho lo desconocía completamente.
Picado por la curiosidad volví a la novela. Su autor es Jean Pierre Luminet (1951), escritor francés, quien es además astrónomo y artista plástico, y al parecer se dedica a escribir novelas sobre la ciencia y la astronomía. Tiene en su haber El enigma de Copérnico y La discordia celeste, su más reciente obra.
La anécdota que cuenta El incendio de Alejandría es sobre el encuentro (ficticio) entre el general musulmán Amr (conquistador de Alejandría bajo las órdenes del Califa Omar), Juan Filopón, un viejo gramático y filósofo cristiano y director de la biblioteca, Rhazes (personaje ficticio), médico judío, e Hipatía, supuesta sobrina de Filopón y quien, como su homónima (esa sí real), tiene una pasión por las ciencias y la astronomía. Este encuentro se realiza poco antes de que Amr queme la ciudad y de paso la biblioteca. Y en dicho encuentro, Filopón, Rhazes e Hipatia tratan de convencer a Amr de que no destruya la biblioteca haciendo un repaso sobre los estudiosos sobresalientes que hubo en Alejandría y la importancia de sus descubrimientos. Y este recuento es lo más valioso e ilustrador de la novela. Es más un compendio de los grandes estudiosos que surgieron alrededor de la biblioteca alejandrina.
Por su parte, Agora (2009), es una película de Alejandro Amenábar (director español de origen chileno altamente reconocido por sus películas Tesis (1996), Abre los ojos (1997), Los otros (2001), Mar adentro (2004), se centra sólo en el conflicto entre los adoradores de Serapis (deidad sincrética greco-egipcia a la que Ptolomeo I declaró patrón de Alejandría y dios oficial de Egipto y Grecia con el propósito de vincular culturalmente a los dos pueblos) y los parabolanos (miembros de una hermandad cristiana que en los primeros siglos de la Iglesia se hacían cargo, de forma voluntaria, del cuidado de los enfermos y de enterrar a los muertos). Estos últimos, al ganar el favor político del emperador Teodosio I, el Grande, imponen su poder violentamente en Alejandría con consecuencias fatídicas para los seguidores de Serapis, para la Biblioteca (que sufre una de sus muchas destrucciones) y para Hipatía, aunque se dice que no fueron ellos quienes le dieron muerte.
La película trata de apegarse a los hechos históricos conocidos, pero para darle un atractivo al público, impone una situación amorosa entre sus discípulos: Orestes (quien se convirtió en prefecto imperial de Egipto) y su esclavo Davo (ficticio), quien se enrola con los parabolanos y cuyo amor por ella le valió cierto tipo de protección. De cualquier forma, es una película interesante cuyo propósito, en palabras de Amenabar, fue “devolverle la vida con un enfoque hiperrealista, conseguir que los espectadores vean, sientan y huelan una civilización remota como si fuera su propia realidad”. Y agrega: “Me siento inmensamente privilegiado y agradecido por contar con Rachel Weisz en este viaje. Su inmenso talento, su inteligencia y su humanidad ya se están haciendo sentir entre nosotros”.
Ágora es la quinta película de Amenabar y la segunda rodada íntegramente en inglés ganadora de 7 Premios Goya, incluyendo Mejor Guión original para Alejandro Amenábar y Mateo Gil, lo que la convirtió en la segunda película más premiada de la XXIV edición de los Premios Goya de la academia de cine español.
La película, como su protagonista, fue objeto de duras controversias. Dice el Wikipedia: “El Observatorio Antidifamación Religiosa protestó contra la película por ‘promover el odio a los cristianos y el refuerzo de falsos tópicos sobre la Iglesia Católica’. La película en un principio tuvo problemas para encontrar distribuidores en Estados Unidos y en Italia, posiblemente por la crítica que señala en relación a la Iglesia Católica, aunque finalmente encontró distribuidores en ambos países. Fue censurada en Egipto por ‘insultar a la religión’”.
Hace poco fue estrenada en los cines del estado de Guanajuato aunque pasó desapercibida, pero aún es posible encontrarla en lo videoclubes o en la piratería. La película y el libro son una buena oportunidad para revalorar la importancia de la ciencia y la educación y adentrarse en los grandes descubrimientos matemáticos y astronómicos de los griegos de Alejandría como el de Aristarco de Samos que desde el siglo III antes de Cristo había calculado la distancia del sol a la tierra con asombrosa exactitud y Eratóstenes de Cirene quien en el siglo segundo antes de Cristo, calculó la circunferencia de la tierra.
Para completar el viaje a ese pasado recomiendo vean el capitulo XIII de la serie Cosmos, de Carl Sagan, donde aborda la figura de Hipatía y la importancia de la monumental y desparecida biblioteca alejandrina.

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