domingo, 3 de abril de 2011

EL SOLISTA: El poder redentor de la música



La música no sólo es un componente del cine desde que el sonido vino a formar parte indisoluble de éste allá por 1928 con El cantante de Jazz, sino también en muchas ocasiones ha sido su personaje. Por la pantalla han pasado un sinnúmero de tramas donde la música juega un papel relevante. Sólo por mencionar algunas: El violinista en el tejado, El pianista, La pianista, El violín rojo, Azul (Kieslowski), etc. Y las vidas de grandes o pequeños músicos como Beethoven (La amada inmortal, Bernard Rose 1994; Beethoven monstruo inmortal, Agnieszka Holland 2006), Mozart (Amadeus, Milos Forman 1984), o incluso Charlie Parker (Bird, Clint Eastwood 1988), Ray Charles (Ray, Taylor Hackford, 2004) o Ritchie Valens (La bamba, Luis Valdés 1987), han sido vertidas al celuloide. Incluso hay largas listas en torno a un sólo instrumento. Por ejemplo, la página electrónica cellomovies enlista 55 películas únicamente sobre el violonchelo, pero su lista está incompleta. En una revisión relámpago podemos ver que faltan Violines en el cielo (Okubirito, Japón, 2008), que versa sobre un chellista retirado, y El solista, entre otras. Hablemos de esta última.

El solista(Joe Wright, Inglaterra, 2009), basada en un libro de Steve López, periodista de Los Ángeles Times, nos enfrenta a la relación entre este periodista y Nathaniel Ayers, un indigente que padece esquizofrenia y vive como vagabundo en las calles de Los Ángeles, jalando un carrito de supermercado lleno de sus deshilachadas pertenencias y tocando un destartalado violín que tiene solo dos cuerdas. Una noche, cuando Steve López busca una historia que escribir para su periódico encuentra a un vagabundo al pie de la efigie de Beethoven tocando su violín. El interés por investigar la vida de este personaje, como muchos más que deambulan como fantasmas en las grandes ciudades como Los Ángeles, surge cuando en su atropellada locución menciona que estudió en Juilliard School, una de las más prestigiosas escuelas de música de los Estados Unidos. El periodista no le cree, pero se queda con la duda y habla a la escuela donde le revelan que, en efecto, fue estudiante de violonchello de esa escuela pero que abandonó los estudios sin concluirlos. Ante esa revelación, Steve intuye que hay una potencial historia que se puede convertir en un buen reportaje y decide indagar a fondo la vida de Ayers. Los reportajes dan pie al libro en el cual se basa esta película. El salto a la “fama” cambia en algo la suerte de Ayers, pero dada la gravedad de su enfermedad no abandona su forma de vivir como vagabundo. Si usted viaja a Los Ángeles es posible que encuentre a Ayers vagando por sus calles. Hay varios videos en internet donde vemos a este hombre dando concierto o discursos, siempre pegado a él su carrito de supermercado.

El libro non Fiction (como le llaman a los libros narrativos que no son producto de la imaginación) que surge de sus reportajes alrededor de Nathaniel Ayers es The Soloist: A Lost Dream, An Unlikely Friendship, And The Redemptive Power of Music. Título larguísimo pero que anticipa de alguna forma el contenido. La película narra en forma cronológica la historia desde que Steven se encuentra con Nathaniel Ayers en un parque, a los pies de la estatua de Beethoven y va dando cuenta con relampagueantes flash backs (retornos al pasado) del músico para contarnos cómo llegó finalmente a esta trágica situación. Lo interesante de la película, radica en que no tiene complacencia con el público. En una cinta cliché esperaríamos que los esfuerzos de Steven culminarían en el éxito de su empresa: la curación de Nathaniel. Por el contrario, constantemente (aunque por dentro deseemos lo contrario) la historia tiene golpes sorpresivos en los que Nat responde de manera contraria al interés de su protector. Finalmente Steve tendrá que aceptar que la enfermedad del músico es irremediable y tendrá que ajustar su relación a respetar su condición de enfermo incurable, a pesar de que logra, en cierta forma, cambiar su status de vida. Ahora bien, no es el único músico que sufre de algún tipo de enfermedad mental y que ha trascendido a la pantalla.

Es inolvidable en este sentido Claroscuro (Shine, 1996) que narra la vida del panista australiano David Helfgott, un pianista estupendo que al final de su formación escolar sufre un colapso ante el rechazo de su padre y pasa largos años en una institución mental hasta que una mujer descubre al niño prodigio de su infancia, ese que ella tanto admiró, viviendo de forma lamentable en ese manicomio. Lo saca y busca ayudarlo. E igual que en la vida de Ayer, Helfgott nunca logra su recuperación pero sí algunos logros importantes que le devuelven su dignidad como persona y como músico.

Un apunte final. En El solista destaca el muy bien realizado trabajo de actuación de Jamie Foxx, que al parecer le van bien los papeles de músico. Él es quien interpreta a Ray Charles en la película sobre este controversial músico negro y ciego, haciendo un papel muy convincente.

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