domingo, 9 de mayo de 2010

DAISY MILLER


Junto con la novela de Los papeles de Aspern, en el número 61 de la colección “Nuestros clásicos” de la editorial UNAM, traía también otra novela suya, aun más pequeña: apenas 88 páginas.
Ya había leído Los Papeles de Aspern y encarrerado me seguí con Daisy Miller que en la edición viene al principio. También me fue un poco lenta la lectura. Igual que en la anterior, sus descripciones detalladas (no tan cargadas como las de Alejo Carpentier) hacen lento el avance. E igual que en la otra, en el final hay una vuelta de tuerca interesante, o quizá dos: una muerte y una toma de conciencia.
Cuando llegaba al final me acordé de nuevo de las lecciones de Alberto Chimal. En una de las sesiones de la tutoría leímos un cuento interesante de Joaquim Maria Machado de Assis titulado “Misa de gallo”. En este cuento, Nogueria, el protagonista, es objeto de seducción de la esposa del escribano Meneses, quien le brindaba hospedaje, pero él no se percata de las intenciones de la mujer y la noche de la seducción se va con un amigo a oír misa de gallo dejando a la mujer con su deseo insatisfecho. La ingenuidad del personaje no le permite entender a la mujer. Nos comentaba Chimal que este es un tipo de personaje que no logra comprender lo que sucede, pero el lector si se da cuenta. Hicimos un ejercicio al respecto y déjenme decirles que es bien complicado trabajar este tipo de personaje.
Digamos que en Daisy Miller algo similar le sucede a H.J. Winterbourne, el protagonista con Daisy Miller, ambos de origen estadounidense. Ambos se conocen en un hotel de Suiza. Él ha llegado a este lugar para visitar a su tía que allí se hospeda; ella, en viaje de vacaciones con su familia. De inmediato se establece una relación. Ella se enamora casi de inmediato de Winterbourne y busca de alguna forma establecer una relación más profunda, pero éste, a pesar de que también se enamora de ella, no entiende las señales, pues dadas las costumbres de la época no es explicita aunque si categórica. Esta incomprensión se ahonda con los comentarios de las damas de bien (señoras chismosas y prejuiciosas) que descalifican la conducta de la joven. Ella se va a Roma y poco tiempo después la alcanza Winterbourne. Las señales de la joven se vuelven desesperadas y para sacar de su espasmo a Winterbourne trata de darle celos saliendo con un italiano. Pedro su compatriota no despierta a pesar de que los celos lo torturan. Y no reacciona ni aún cuando Daisy, agonizando, le manda un recado con la madre de ella. Cuando la muchacha muere, el tipo entiende a medias el sentido de sus mensajes. Vaya sonso.
La novela, además de su intensidad emocional, crea un ambiente tan preciso que casi se respira el aire de Roma.

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