martes, 23 de febrero de 2010

AFTER DARK


El primer libro de Murakami que leí fue éste. La portada me pareció como la de una película Noir: una chava caminando descalza por la calle con los zapatos en la mano. La información de la contraportada me intrigó y me sedujo: “Cerca ya de medianoche, en esas horas en que todo se vuelve dolorosamente nítido o angustiosamente desdibujado, Mari, sentada sola a la mesa de un bar-restaurante, se toma un café mientras lee. La interrumpe un joven músico, Takahashi, al que Mari ha visto una única vez, en una cita de su hermana Eri, modelo profesional. Ésta, mientras tanto, duerme en su habitación, sumida en un sueño «demasiado perfecto, demasiado puro». Mari ha perdido el último tren de vuelta a casa y piensa pasarse la noche leyendo en el restaurante; Takahashi se va a ensayar con su grupo, pero promete regresar antes del alba. Mari sufre otra interrupción: la encargada de un «love hotel» pide que le ayude con una prostituta agredida por un cliente. Dan las doce. En la habitación donde Eri sigue sumida en una dulce inconsciencia, el televisor cobra vida y en la pantalla empieza a distinguirse una imagen turbadora... pese a que el televisor no está enchufado”.

Ya había recibido noticias de este escritor, había visto el voluminoso “Crónica del pájaro…”, pero no había tenido oportunidad de comprar ni este ni otro libro. Pero llegó diciembre y con el aguinaldo y me regalé varios libros, entre ellos, éste. Y empecé por este por ser el menos abultado: 248 páginas. Y prometía una tensión emocional de un buen trhiller fílmico.

Me gustó el inicio: Mari leyendo un libro en un restaurante y la llegada del músico. Y de pronto, irrumpe la escena de su hermana Eri durmiendo, la hermosa durmiente que nunca despierta en toda la narración. Me recordó aquella otra gran novela de otro gran escritor japonés, Yasunari Kawabata, “La casa de las bellas durmientes”. Mari quiere pasar una noche fuera de casa sólo leyendo, pero el músico le perturba la noche y ella tendrá que verse involucrada en los sucesos violentos del love hotel a donde la ha llevado una amiga del músico todo porque Mari sabe chino y la prostituta golpeada es china y no habla japonés.

La novela es ligera como una pluma, desconcertante como una buen trhiller sin llegar a mostrar hechos de violencia ni grandes persecuciones y tiene esa dosis de misterio que viene de los sueños como en todas las novelas que he leído de este escritor: el mundo onírico irrumpe en el mundo real confundiéndose con este, y sin darnos ninguna justificación ni explicación a dicha irrupción.

La noche avanza hora a hora (con un gráfico de un reloj que avanza hora a hora Murakami va separando los capítulos). El libro termina al amanecer cuando se reencuentran Mari y Takahashi, desayunan y cada uno se despide a la estación central para irse a sus respectivas casas. Takahashi quisiera iniciar una relación con Mari, Mari se irá a estudiar lejos, y todo culmina como una promesa de algo que no sabremos si sucederá en un momento futuro, pareciese la trama de una película con continuación.

Terminada la lectura una película baila en la imaginación: After Hours, y casi podría asegurar que Murakami ha escrito esta novela siguiendo los pasos de esta película de Martín Scorsese, lo cual es lógico pensando que Murakami es amante de la música norteamericana, particularmente del jazz, y por ende (tal vez) de la cultura norteamericana. Como en la película, la novela dura solo el lapso de una noche. Al amanecer las cosas, desprovistas del misterio de las sombras vuelven a su vida ordinaria.

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