martes, 18 de agosto de 2009

LA CREACIÓN

Una y otra vez lo había intentado, pero el resultado final no lo dejaba satisfecho. Ya había realizado con éxito las galaxias, las nebulosas, las estrellas, muchos soles y planetas y habían salido perfectos, pero este insignificante planeta azul se negaba a quedar bien. El frágil equilibrio entre las partes oceánicas, y las terrestres tan diversas, implicaban tal grado de dificultad que cuando terminaba algo bien, resultaba que había afectado el escenario contiguo.
Se estaba desesperando. Trató de calmarse. Respiró profundo varias veces y luego, decidido, emprendió otra vez su labor. Después de un buen rato de empeñoso esfuerzo, parecía que este nuevo intento iba a ser el definitivo. Ansiaba contemplar su universo funcionando en su totalidad. Qué espectáculo. Nada sería igual.
De pronto, una luz inundó su universo y una voz atronadora retumbó en el vacío: “¿¡Todavía allí, Fernando!? “.
Fernando brincó del susto. Miró a su madre con odio. La figura de la mujer se recortaba en el vano de la puerta como un espectro. "Le voy a decir a tu padre, ya verás", agregó. Mientras tanto, el planeta azul giraba dejando trozos de mar, montañas y desiertos, esparcidos por el piso.

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