viernes, 16 de noviembre de 2018

EL CURIOSO INCIDENTE DEL PERRO A MEDIANOCHE


Jeremías Ramírez Vasillas
El perro de la señora Shears aparece muerto a media noche atravesado por un bieldo (una especie de tenedor gigante que se usa para apilar la paja). Christopher, quien vive frente a la casa de la señora, que padece autismo, cree que duerme, pero cuando se acerca descubre que está muerto.  Enternecido lo abraza y así lo encuentra la policía quien lo culpa de inmediato de ser causante de la muerte del perro. 
    Christopher no sabe explicar el hecho, porque él es autista. De hecho, en los primeros capítulos del libro, se presenta a sí mismo: “Me llamo Christopher John Francis Boone. Me sé todos los países del mundo y sus capitales y todos los números primos hasta el 7,507”. 
    A Christopher le gustan los esquemas, siempre la verdad (y no tolera que le mientan), pero odia los colores amarillo y marrón (por ello no come alimentos como el plátano) y no tolera que lo toquen. Cuando alguien lo hace, se pone agresivo. 
Su autismo le dificulta relacionarse con la gente, sobre todo si son desconocidos. Además, sigue rutinas establecidas para sentirse seguro, pues le tiene pavor a lo incierto. Pero el autismo, a la vez, le otorga algunas virtudes como la capacidad para explicar la teoría de la relatividad o la formación de las galaxias y conocer bien las constelaciones, además es un matemático superdotado que puede resolver ecuaciones complejas con facilidad. 
    Cuando el policía, quien no sabe quién es Christopher ni su problemática, lo toca, éste reacciona violentamente y golpea al agente, y se lo llevan detenido. Su padre lo rescata y de vuelta en casa se propone descubrir quién mató al perro. Para ello utiliza las tácticas de su detective favorito: Sherlock Holmes. Una de estas tácticas es ir preguntando a sus vecinos.
    Coincide con la muerte del perro la desaparición de su madre y él no entiende por qué y se desespera. Para mitigar su malestar, su padre le dice que su madre está enferma y que tuvo que llevarla a una clínica, y que ahí ha muerto. Christopher acepta lo que le dice su padre, pues cree que nunca le miente. 
    Cuando su padre se entera que investiga la muerte del perro se da cuenta que puede descubrir la mentira con la que ha justificado la desaparición de su madre y le prohíbe que siga indagando. Cristopher obedece, pero no puede evitar que le siga llegando información. Un día, otra de sus vecinas, la señora Alexander, le cuenta que el marido de la señora Shears y su mamá tenían una amistad muy, muy estrecha. Christopher le pregunta que si tenían relaciones sexuales y la señora Alexander le contesta que sí. 
    Toda esta información la va anotando en un cuaderno con la idea de hacer un libro, pero su padre descubre dicho cuaderno y lee las declaraciones de la señora Alexander y se enoja. Le confisca el cuaderno y lo esconde. Pero Christopher quiere su cuaderno y lo busca en el cuarto de su padre. En su búsqueda descubre las cartas que su madre le ha enviado pero que su padre no le ha entregado. En esas cartas se entera de que su madre está viva y que reside en París con el señor Shears.
    Su padre, a su vez, descubre que ha encontrado las cartas, y le confiesa que él mató al perro. Christopher se espanta. Si su padre fue capaz de mentirle y matar al perro, también a él lo puede matar. Asustado, huye y va en busca de su madre a París en una arriesgada aventura para un joven con sus limitaciones. 
    El libro es sumamente encantador y en pocas páginas nos vamos enganchando con el personaje y vamos entendiendo su forma de ser, cuyas limitaciones van generando situaciones de tensión, muy emotivas y, a veces, divertidas, particularmente cuando va a París, en cuyo viaje milagrosamente va sorteando los obstáculos.
    El libro es sumamente peculiar, aunque al inicio desconcierta. Por ejemplo, el primer capítulo está numerado con el 2. ¿Por qué? Y el siguiente capítulo tiene el número 3. De pronto uno piensa que el libro está incompleto, pero el tercer capítulo tiene el número 5, y luego el que sigue, el7 y los que demás son: 11,13, 17, 19. Y es hasta el capítulo 19 (que en realidad es el 8) descubrimos que esa peculiar forma de capitular corresponde a los números primos. 
Pero esta no es la única singularidad, sino además hay gráficos y dibujos, logos, ecuaciones matemáticas, que van ilustrando la narración y aclarando aspectos que requieren una expresión visual.
Una pregunta surge cuando vemos con sorpresa que el autor ha recreado la manera de observar su entorno de este joven autista. ¿Cómo le hizo el autor para recrear ese mundo tan peculiar? 
    Recordemos que el autismo se hizo del conocimiento público con la película Rain Man (Barry Levinson, 1988), una película taquillera protagonizada por Dustin Hoffman y Tom Cruise. 
    Intrigado me puse a investigar sobre el autor de este libro: Mark Haddon, y encontré que trabajó durante un tiempo con personas con deficiencias físicas y mentales. Entonces entendí que de ahí salió el argumento de su libro, en el que logra recrear muy verosímilmente ese mundo de los autistas. 
    Mark Haddon nació en Inglaterra en 1963, y este libro fue su primera novela la que escribió como homenaje a los autistas y nos ayuda a entender qué tan complicada es la vida para ellos, y que, nosotros, que nos creemos sanos y normales, compartimos varias afecciones de los autistas, pues tenemos también miedos irracionales, por ejemplo, a lo desconocido y buscamos refugio en nuestra zona de confort. 
    Es un gran libro, ameno, divertido, ilustrativo, humano, intenso, características que catapultaron su éxito en 42 países, con 5 millones de ejemplares vendidos. No soy proclive a los betsellers, pero en este caso, vale muchísimo la pena. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario

EL GARABATO: Vicente Leñero

Jeremías Ramírez Hace no sé cuántos años que compré este libro, quizá unos 30. Fue a mediados de los ochenta cuando el FONCA sacó a la venta...