Ningún libro me había sumido en
la rabia, en la desesperación, en la desolación, como Cumbres borrascosas. Esta novela es la expresión más cruda de la
insania mental y moral, el machismo a ultranza, la vejación inhumana y la rabia
e impotencia al ver como los personajes se hunden en la perdición sin considerar
el precipicio al cual se dirigen.
Los primeros
dos capítulos sirven de introducción; una introducción un tanto artificiosa. Un
hombre llamado Lookwood alquila una casa de campo, La granja de los tordos, sin
decirnos jamás por qué se va a vivir a ese lugar solitario y un tanto desolado,
y cuál es el motivo de empeñarse en visitar a su hosco casero, el señor
Heathcliff. Y no sólo eso, sino que se empeña en regresar pese a que Heathcliff
le expresa de varias formas que no es bienvenido.
Al parecer, la
razón de este par de capítulos es sólo para que a la autora introduzca de
manera justificada a la ama de llaves, la señora Ellen Dean,
para que le cuente
a Lookwood la turbulenta historia de su casero. Ella, como testigo ocular, le
narra con un derroche de detalles la historia recordando frases, diálogos, descripciones
en tal abundancia que abruma. Hay momentos que se siente que la historia avanza
a cámara lenta. Ella prácticamente se extiende un 90% de las 448 páginas.
Lookwood, como narrador, regresará hasta los capítulos finales para que sepamos
algunos incidentes desde su punto de vista. Pero aún en estas circunstancias,
es la ama de llaves la que lleva el relato a su conclusión.
La novela narra
la historia de dos familias que fatalmente quedan emparentadas: los Earnshaw y
los Linton. Los Earnshaw viven en Cumbres borrascosas quienes han procreado dos
hijos: Hindley y Catherine; mientras que los hijos de Linton son Edgar e
Isabella. Son dos familias equilibradas. Pero el elemento perturbador llega
temprano cuando el señor Earnshaw recoge a un niño huérfano: Heathcliff, y lo
hace miembro de su familia. Al principio Hindley y Catherine lo repudian y lo
maltratan. El silencioso Heathcliff aguanta todo. Cuando crecen, Hindley sigue
enemistado con Heathcliff, pero no así Catherine quien desde niños entablan un
vínculo estrecho que se convertirá, cuando ya son mayores, en una relación
pasional enfermiza. A pesar de ello, Catherine se casa con Edgar Linton, y con
ello empiezan los problemas. No elige a Heathcliff porque es pobre y con su
matrimonio pretende acumular cierta riqueza con la cual proteger a Heathcliff.
Este huye adolorido y años más tarde, rico y vengativo, regresará para destruir
ambas familias. Tan pronto llega se irá a vivir a Cumbres borrascosas, y poco a
poco se apodera de la finca, hundiendo a su otrora enemigo, Hindley, en la
miseria moral y económica, facilitada por la desolación ante la muerte de su
esposa. Luego, entablará una relación estrecha con Catherine (aunque no hay
sexo de por medio), y luego rapta a Isabella, con quien tiene un hijo. Y se la lleva a vivir a Cumbres borrascosas
donde le da una vida de perros. Antes de que nazca su hijo, Isabella huye y
nunca regresa más. En el exilio familiar tendrá a su hijo y lo criará hasta su
muerte, cuando el niño tiene apenas 12 años. El niño lo recoge su tío Edgar,
pero como padre, Heathcliff, lo reclama para sí. El niño decepciona a su padre
porque es enclenque y apocado.
Catherine, por
su parte, tiene una hija de Edgar que cuando nace, ella muere de manera
terrible. La hija es cuidada por su padre quien le otorga una delicada
educación.
Para
apoderarse de ambas fincas, Heathcliff urde un plan perverso: que su hijo y la
hija de Catherine se casen
En ese proceso
se dan una infinidad de situaciones crueles y terribles, en donde se ve como
los personajes van respondiendo a los perversos planes del Heathcliff, y no hay
poder humano que le ponga coto. Cargado de odio hacia todos y hacia él mismo,
se va acrecentando su pasión por Catherine a quien sigue idolatrando después de
muerta. Sueña con ella, vive para ella, le reza, y busca que a final termine
sepultado a su lado.
Sorprende el
nivel narrativo y el clima ominoso creado por la joven Emily Brontë, una mujer
sencilla, ávida lectora, quien vivió casi recluida en su pueblo, Haworth, y en su
casa. En la novela retrata a detalle la vida de su pueblo, sus costumbres y el
tipo de vida que tenían en esos parajes de Yorkshire de mediados del siglo XIX.
La novela inicia en 1845 cuando tenía 27 años. Fue la única novela que escribió
pues murió de tuberculosis a los 30 años. En su pueblo natal hay una estatua de
ella y sus hermanas, muy cerca de su casa que ahora es un museo.
La
novela fue publicada en 1846 con pseudónimo, pues en ese tiempo no se les
permitía a las mujeres publicar libros. Fue tal el éxito que pronto se tuvo que
revelar a la autora, y desde entonces ha gozado de una gran popularidad tanto
su libro como ella.
Yo compré el
libro en mis albores como lector, hace ya muchos años, en una edición sencilla,
pero nunca me atrapó, quizá por la tipografía pequeña de la edición barata de
Bruguera, y el interlineado muy cerrado; y quizá también porque pensaba que era
un libro para mujeres adolescentes.
Recién
encontré una edición muy atractiva de Penguin Clásicos, reeditada en México por
Random House, y la empecé a leer. Repito, no me gustaron los dos primeros
capítulos. Pero a partir del tercero ya no la pude soltar, aunque estuve
tentado en abandonarla varias veces. Me causaba horror que los débiles
personajes se iban hundiendo en la miseria, que trata de redimir con un final
feliz.
La novela ha
sido llevada unas catorce veces al cine. Quizá la más versión más popular ha
sido la de Hollywood, dirigida por William Wyler en 1939. Y para sorpresa mía
encontré que incluso hay una versión de Luis Buñuel que filmó en 1953 con el
título Abismos de pasión. Otro cineasta
que me llamó la atención es Jacques Rivette (un gran cineasta francés) que la
filmó en 1985, con el título: Hurlevent.
Y aún más me sorprendió fue encontrar a mi admirada Juliette Binoche en el
papel de Catherine en la película de Peter Kosminsky, filmada en 1992.
No
sé si recomendar la novela. A quienes el maltrato y la brutalidad contra las
mujeres nos horroriza, no es un libro recomendable. Pero si hay alguna mujer
que este libro le permita tomar conciencia y evitar caer en situaciones
esclavizantes y denigrantes y de manipulación, por leves que sean, entonces
creo que esta novela puede hacer una buena aportación al respecto.
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