Me encanta la señora Bixbi. No, no es ninguna dama de por
estos rumbos sino un personaje del escritor inglés Roald Dahl, que aparece en
uno de sus maravillosos cuentos.
Roal Dahl
es conocido por sus cuentos para niños, particularmente por su novela Charlie y la fábrica de chocolate, que
fue llevada al cine en el 2005 por Tim Burton. Pero su literatura para adultos
es poco conocida.
Hace poco
descubrí en una centro comercial una antología que recogía sus mejores cuentos
para lectores más grandecitos. La portada engaña un poco pues se ve a Dahl
mostrándole un pájaro a un niño. Como no conocía este libro lo compré. Los
primeros dos cuentos no me parecieron muy atractivos, pero al llegar al tercero,
La señora Bixbi y el abrigo del coronel,
me dejó deslumbrado: era una verdadera revelación de un escritor ingenioso, con
un toque de malicia genial.
En esta
historia contaba las aventuras de una mujer madura que mantiene una relación
adúltera con un coronel. Ocho años lleva engañando a su marido una vez al mes.
Viaja a ver a una ciudad cercana a su amante pero al marido (un dentista
apocado) le ha hecho creer que va a visitar a una vieja tía. El marido cede a
este capricho de su esposa pero con la salvedad de que nunca lo lleve, arreglo
que conviene plenamente a la señora Bixbi.
Un día que
llega a la estación donde la viene a recoger un asistente del coronel, éste
sólo le entrega una enorme caja y se va. Ella corre al baño y allí descubre que
le ha regalado un enorme abrigo de visón, sumamente costoso, y en una tarjeta
le explica que reciba ese regalo como un gesto de despedida pues no podrá verla
más. Ella apenas se entristece pues está encantada con el abrigo. El problema
es cómo le explicará a su marido. El coronel, en el mensaje, le dice que diga
que es un regalo de navidad de su tía. Pero ella sabe que la pobre jamás podría
regalarle algo así.
Urde un
plan: llega a la ciudad y empeña el abrigo, pero exige que en la boleta de
empeño no haya más dato que la cantidad prestada: 50 dólares. Llega a su casa y
le muestra al marido la papeleta y le dice que se la encontró en el taxi. El
marido se pone feliz e insiste en qué el rescatará lo que haya sido empeñado.
La señora insiste que la boleta es suya pero el marido gana. Rumbo al trabajo
recoge el abrigo y llama a su esposa para que vaya al consultorio para que vea
su regalo. Cuando llega el señor Bixie le muestra una estola de piel. Ella se
turba pero acepta la prenda con disimulado placer. Por dentro, arde en coraje.
Irá con el prestamista a reclamarle. Su marido le explica que esa noche llegará
tarde. Ella sale furiosa y se encuentra a la secretaria que camina feliz, casi
flotando, portando su hermosísimo abrigo
de visón.
El cuento
es narrado de manera eficaz logrando crear un clima de expectación en el lector
y al final, en una línea, remata con golpe emotivo, contundente. Guau. ¡Qué
buena historia!, me dije, y ya no paré de leer. Uno tras otro fui devorando sus
cuentos, todos ingeniosos, como delicadas joyas, trabajadas con esmero y
astucia.
Es un
escritor que cualquier cuentista debiese leer si pretende crear historias que
le proporcionen al lector momentos de intenso placer.