miércoles, 29 de septiembre de 2010

JUSTIFICACION DRAMÁTICA




“…nadie puede probar una copa de agua o
partir un trozo de pan sin justificación”.
Jorge Luis Borges, Deutsches Requiem.

En la creación fílmica de ficción –y por extensión todas las artes narrativas—la justificación de las acciones es un factor esencial si se desea que dicha acción tenga dos resultados importantes: la comprensión de las acciones y la comprensión del peso dramático de las mismas.

La desatención a la justificación de las acciones da como resultado acciones gratuitas, es decir, aquellas que se pueden eliminar o cambiar sin alterar la estructura de la obra. Un hombre entra a una tienda y si no sabemos por qué y para qué, lo mismo da que entre a una vulcanizadora, que camine por un parque o que descienda en una alcantarilla.

Para darle sentido a esas acciones es necesario justificarlas, es decir, si un hombre lo vemos escribiendo, de pronto se busca en los bolsillos algo y saca una cajetilla de cigarrillos y encuentra que está vacía, cuando veamos la acción de que entra a una tienda entenderemos que va a comprar unos cigarrillos. Claro que podemos sorprender al espectador haciendo que el personaje compre unos plátanos. Luego, debemos justificar por qué los compró, de lo contrario será una acción gratuita, sin sentido.

La justificación es aun más importante si la acción es dramática. Dice Ricardo Pérez Quit en sus lecciones de dramaturgia Petit Atelier (Revista Autores, Año X, número 27, mayo 2010, p. 24) que no todas las acciones son dramáticas. Las dramáticas son aquellas que “generan un inconveniente” para alguien. Por ejemplo, cerrar una puerta no es una acción dramática, pero cerrarla dejando a alguien atrapado sí lo es. Barrer no es una acción dramática, pero barrer pequeños diamantes que a alguien se le cayeron o un documento valioso, de modo que cuando el dueño regresa a recuperar lo suyo ya no está.

Claro que hay acciones que no necesitan una justificación demasiado explícita, o quizá ninguna. Por ejemplo, en la película Búfalo 66 de Vincent Gallo (EU, 1998), Billy Brown, el personaje principal, desciende de un autobús y se dirige al baño y lo encuentra cerrado. Por sus gestos es evidente que su necesidad de orinar es muy fuerte. Va a un siguiente baño y no puede entrar, de modo que vemos que empieza a sufrir. Esta acción no necesita justificación pues es evidente la causa de que quiere entrar al baño.

Si dice Borges que nadie puede hacer ninguna acción por minúscula que sea sin una justificación, ésta se debe hacer patente, visible, en el drama para que se entienda el peso de las acciones. Las habrá simplemente de elemento transicional o complementaria, pero habrá las cruciales, las que quiten el aliento al espectador. Estas son importantes que se justifiquen. De modo que si alguien quiere escribir un drama, fílmico o teatral, sin justificar las acciones de sus personajes, su obra será una propuesta confusa o floja.

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