lunes, 6 de septiembre de 2010

JOHN RABE...


SONATA DE UN HOMBRE BUENO Y DE UN CINEASTA LIMITADO

Los nazis son un filón inmensurable de historias. Por mucho tiempo sus múltiples aristas nos van a estar dando películas, libros, obras de teatro, leyendas, mitos.
Recién vi una película que toca una arista un tanto distante. Las empresas alemanas, como todas las potencias colonialistas europeas en el siglo XIX habían extendido su dominio político o económico hacia el oriente. La empresa alemana Siemens había sentado sus reales en China en Nankin, ciudad antigua e importante que en un par de ocasiones ha sido asiento de la capital de China. En 1937 fue atacada y ocupada por los japoneses, masacrando a la población. Se dice que asesinaron a uno 300 mil chinos.
En ese momento, fungía como director de la Siemens John Rabe, un hombre que había permanecido al frente de esta empresa más de 25 años. Justo en el momento que se está despidiendo para regresar a Berlín sucede el ataque japonés y contra su voluntad, al principio, se ve envuelto en la defensa de la población civil china, abriendo las puertas de la planta generadora de energía como refugio, escudándose en el hecho de que Japón era aliado del régimen nazi. Ante el feroz ataque, un grupo de extranjeros entre los que está un médico, la directora de una escuela para niñas y algunos embajadores, forman un grupo de defensa designando a Rabe como presidente y negociando con los japoneses una zona de seguridad para refugio de la población civil.
A dicha zona de refugio llegan unos 2000 mil chinos, para los cuales pasan por una serie de dificultades para mantener a salvaguarda a tal población y suplirles sus necesidades ante el acoso continuo de los japoneses.
La película narra justamente estas dificultades. Ciertamente es una película emotiva e interesante, más por la historia que por sus virtudes fílmicas.
Uno de los mejores aciertos fílmicos es la mezcla de pietaje documental original con la puesta en cámara, enlaces que logra coser con habilidad dándole un rasgo de verosimilitud y validación a la película. Para pasar del pietaje documental utiliza una toma enlace en blanco y negro con movimientos inciertos la cual de pronto se torna a color dándonos a entender que estamos viendo ahora la recreación fílmica.
De sus desaciertos está la ausencia en muchos momentos de lo estrictamente cinematográfico: un uso más acertado de la elipsis interna. Nunca sentimos que en esa ciudad albergaba 200 mil personas. Sólo sabemos eso porque los protagonistas lo dicen pero el lenguaje visual se ve torpe para hacérnoslo sentir. Asimismo, hay secuencias desaprovechadas, verdaderos callejones sin salida. Por ejemplo, los soldados que tiene resguardados en una bodega la maestra que nunca juegan un verdadero rol dramático. Sí, son descubiertos, pero no se dejan sentir en la intensidad del drama. O la secuencia de la fotógrafa cuya labor queda al final en una mención de que les fueron decomisadas las fotos. Sin quitan esta secuencia la película no pierde nada.
Al final nos quedamos con una cierta insatisfacción que logramos dimensionar hasta que descubrimos las torpezas fílmicas del director.

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