sábado, 8 de agosto de 2020

QUÉ SE NECESITA PARA SER UN BUEN ESCRITOR

 Jeremías Ramírez Vasillas

1.
No hay oficio en el mundo o profesión sin herramientas. Las herramientas son una extensión del cuerpo o del cerebro. Un campesino está ligado al tractor o a la yunta, un carpintero, al serrucho y al martillo; un músico, a su instrumento; un médico al estetoscopio, la jeringa, etc.
            ¿Y un escritor? Muchos creen que sólo necesita una pluma, aunque hace muchos años que éstas han caído en el desuso. Primero fueron desplazadas por las máquinas de escribir y luego por las computadoras u otros dispositivos electrónicos. Sin embargo, hay otras herramientas que pasan inadvertidas, pero son tan propias e importantes del oficio del escritor: los libros.
            Quizá esta poca visibilidad de los libros lleva a una idea errónea: que se puede ser escritor sin necesidad de los libros, de leerlos. La verdad, es que detrás de un buen escritor hay una amplísima cantidad de libros leídos. Podríamos decir que no hay escritor sin biblioteca. Borges incluso decía que el paraíso era una biblioteca. Y Borges era un gran escritor y afirmaba que estaba más orgulloso de los que había leído que de lo que había escrito.
            Pero ¿por qué es importante leer para quien quiere dedicarse a escribir? Uno de los efectos básicos de la lectura es la ampliación de los conocimientos y el desarrollo de la imaginación. Entre mejor entrenada tenga la imaginación mejor podrá crear los mundos en los que viven sus personajes.
            Esto quiere decir que un escritor tiene que ser primero un lector, pero no un lector cualquiera, un lector distraído o consumista que pasa volando sobre el texto sin detenerse en los detalles, en las imágenes. Vladimir Nabokob, el autor de Lolita, su novela más famosa, en un curso que dictó en las universidades de Wellesley y Cornell dijo que “Al leer debemos fijarnos en los detalles, acariciarlos… Debemos tener siempre presente que la obra de arte es invariablemente la creación de un mundo nuevo, de manera que la primera tarea consiste en estudiar ese mundo nuevo con la mayor atención, abordándolo como algo absolutamente desconocido, sin conexión evidente con el mundo que conocemos”[1].  Y continúa su disertación diciendo: “Un buen lector, un lector de primera, un lector activo y creador, es un RELECTOR”, es decir que vuelve a leer los libros que ha leído dos o más veces. Dicen que Faulkner cada año leía El Quijote de la Mancha. Cuando leemos, dice Nabokob: “Tenemos que ver cosas y oír cosas: visualizar las habitaciones, las ropas, los modales de los personajes de un autor”.
            Esta lectura atenta, profunda, detallista, potenciará enormemente la imaginación de manera que baste encontrar una fotografía rota en la calle y, al observarla, imaginarse lo que hay detrás, los protagonistas y la historia que los envuelve.
Entonces, para desarrollar la imaginación no hay mejor instrumento que leer, y leer como dice Navokob, ya sean cuentos, novelas, minificción, poesía, ensayos o libros científicos. Y repito, ser un buen lector es ir más allá del mero desciframiento de signos. Cuando un autor dice. “En el bulevar [de París] resplandecían los cafés; la gente reía, pasaba o bebía”[2] de inmediato podemos imaginarnos una calle (aunque nunca hayamos estado en París y mucho menos en ese París del siglo XIX al cual alude el autor de la cita) en los que se ven los cafés con sus mesitas sobre las banquetas llenas de gente feliz. No vemos un café sino varios cafés, como si camináramos por esas calles y oyéramos las voces, las risas.
            Entre más se lee el músculo imaginativo se va desarrollando más y más de modo que cuando escribimos, aunque no nos acordemos de los detalles de muchas lecturas o de plano hayamos olvidado muchas de las lecturas, nuestra cabeza puede crear esos mundos imaginarios. Y lo que hace el escritor, una vez que los ve, es transcribirlos.
            Digamos que los libros son la plataforma básica de un aspirante a escritor. Truman Capote, revela en su correspondencia le recomendaba a un joven que quería escribir que leyera buenos autores. Esta es una buena recomendación. Hay que tratar de forjar la imaginación con los mejores escritores. Estos son algunos de los cuentistas que no sólo me impulsaron a escribir sino a vivir las experiencias más intensas como lector: Juan Rulfo (El llano en llamas, Pedro Páramo), Edgar Allan Poe (Narraciones extraordinarias), Chejov (La dama del perrito y otros cuentos), Nicolai Gogol (El capote y otros cuentos, Almas muertas). El Capote fue mi libro favorito mucho tiempo; Horacio Quiroga (Cuentos de amor, locura y muerte y Cuentos de la selva). Y tiempo después mis dos grandes pilares fueron: Jorge Luis Borges y Julio Cortazar, sin olvidar a los grandes novelistas: Flaubert, Faulkner, Hemingway, García Márquez, Tolstoi, Dostoievski, Stendhal, etc.
            Ah, los narradores no deben olvidar los libros de poesía, ni los que quieran escribir poesía deben dejar de lado los libros narrativos. En poesía hay grandes autores: García Lorca, Neruda, López Velarde, Miguel Hernández, Jaime Sabines, José Emilio Pacheco, Octavio Paz…

2.
Ahora bien, una vez que las historias ya empiezan a bullir en nuestra imaginación y le hemos tomado gusto a las palabras, la segunda herramienta son los libros de redacción. Si bien es cierto que leer nos ayuda a tener un gran acervo de palabras y a aprendemos cómo las usan los escritores, y eso nos da ciertas habilidades, no nos permite tener conciencia cómo se construye correctamente una oración, cómo se deben encadenar las oraciones complejas, cómo usar los verbos o los signos de puntuación, entre otras cosas. Por ello, son importantes los libros y manuales de redacción. Consideremos que las palabras son la materia prima de un escritor. Las palabras son como las piedras en un escultor o los colores y pinceles en un pintor, o las notas musicales en un compositor.
            Ahora bien, hay muchos manuales de redacción, algunos mejores que otros. El más recomendable que yo he encontrado es Redacción sin dolor de Sandro Cohen. Este es un excelente manual, si bien como todo libro de este tipo es algo difícil, pero importante y por ello debe leerse a fondo, haciendo los ejercicios, y volver a leerlo cuantas veces tengamos dudas de cómo escribir una frase o dónde colocar un signo de puntuación o como conjugar un verbo.
Sirven de apoyo los libros de gramática incluso los que usamos en la secundaria o la prepa. Si hay alguno arrumbado en casa, hay que sacarlo y colocarlo a la mano, son muy importantes. En mi caso tengo dos valiosos tomos de esa época: La lengua española a través de los grandes autores, de María Edmé Álvarez. Entre más sepamos de gramática y de sintaxis, mayor dominio tendremos de la materia prima.

3.
En tercer lugar, están los libros de teoría literaria. Si les interesa el cuento, es altamente recomendable los cuatro libros de Teorías del Cuento de Lauro Zavala. En estos libros los grandes escritores hablan sobre cómo escribir un cuento, desde los clásicos como Poe, Mauppasant, Chejov o Gogol, hasta los más recientes escritores anglosajones o sudamericanos. Además, recomiendo el libro de Guillermo Samperio Después apareció una nave: recetas para nuevos cuentistas, de editorial Alfaguara o el de Alberto Chimal Como empezar a escribir historias [3], que se puede obtener gratuitamente de su página: Las historias.com
Para la literatura en general, está el libro Lecciones de Literatura de Julio Cortazar. Este libro son las transcripciones de las clases que impartió en la Universidad de Berckley en 1980. Casi se oye la voz sabia de Cortazar.
Si les interesa la poesía, aparte de leer prosa y muchos libros de grandes poetas, un libro imprescindible es El arte de la poesía, de Ezra Pound, donde expone como se puede desarrollar este arte. Este libro es altamente recomendable. Y para aprender el secreto del verso rimado y toda la técnica al respecto está el libro Arte del verso, de T. Navarro Tomás, Colección Málaga, o el libro Óscar Wong El secreto del verso (Edit. Chicome, La Paz, Edoméx., 2013).
            Y para la novela, recomiendo ampliamente El arte de la ficción, de David Lodge, quien cada elemento usual en la novela lo muestra a detalle de modo que podemos apropiarnos de herramientas más importantes de un narrador.
            Para terminar, siempre hay que acompañarse de un buen diccionario general, uno de sinónimos y antónimos y yo recomiendo particularmente el Diccionario de ideas afines de Fernando Corripio. Es caro, pero vale la pena.  
            Este es el herramental básico de todo aquel que se quiera dedicar al noble oficio de las letras. Y, por supuesto, hay muchos más libros sobre estos temas, pero estos sirven para empezar.
            Y así como son importante las herramientas también lo es liberarse de los obstáculos; el mayor de ellos es el ego, el hambre de fama, de ser publicado, de ser reconocido y aplaudido. El mejor arte es el que se hace en silencio fuera de todas luces, pues como dice el gran poeta T.S. Eliot: “For us, there is only trying. The rest is not our business” (Para nosotros no hay sino el intento. Lo restante no es de nuestra incumbencia)[4].


[1] Curso de literatura europea, ediciones Grupo Zeta.
[2] Esta frase es del cuento La noche, de Guy de Maupassant.
[3] Este libro se puede bajar gratuito de la página Las historias.com (https://app.box.com/s/ly1zoayc3ukh5boq0o9h5rx7bdfnlnd9

[4] Tomado del verso IV de East Cocker, el segundo de Los cuatro cuartetos, edición bilingüe publicado por la Red Editorial Iberoamericana, colección Letras Universales, México, 1991.

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