Jeremías Ramírez V
Estaba a la mitad de la antología de Cuentos
Coreanos (FCE, 1991) cuando la Selección Mexicana de Futbol perdía ante
Brasil y para que pasara a cuartos de final requería que el equipo de Corea del
Sur le ganara al de Alemania, y ganó. Y entonces se vino esa avalancha de
muestras superfluas de amor y agradecimiento a los coreanos por habernos
ayudado (¿qué?) a pasar a la siguiente ronda de la competencia.
Fue una coincidencia que
me hizo gracia. Proseguí leyendo el libro, no como agradecimiento, sino porque
estaba emocionado con estos cuentos. Este libro lo compré cuando aún en México
estaban vigentes los viejos pesos. Me costó 12,500 pesos, de oferta, en la
librería Gandhi; su precio original era de 25,000.00 pesos. Creo que lo compré
poco después de que se publicó, hace aproximadamente unos 25 años.
¿Por qué me tardé tanto en
leerlo? ¿Por qué los lectores compramos libros que no leemos de inmediato? Quizá
porque somos caprichosos, antojadizos, gusgos, diría mi madre; nos gusta dar
mordiditas aquí y allá y, si las primeras líneas no nos atrapan, probamos otro
y otro. Y nos gusta rodearnos de libros, como un glotón de platillos.
Este libro lo compré por
curiosidad. Quería saber cómo era la literatura coreana, pues de ese país sólo
nos llegan sus productos, pero no su arte, con excepción de su cine, que gracias
a sus grandes cineastas, como Kim Ki Duk, que ha hecho películas de
extraordinaria belleza, o Chan-Wook Park, cuyas cintas sobre la venganza son
sumamente estremecedoras, es que la cultura coreana se ha proyectado en el
mundo.
Esta antología la compiló y tradujo Hyesun Ko de
Carranza, una coreana que vive en México y recoge trabajos de cinco escritores del
siglo XX. Los cuatro primeros cuentos abordan la vida rural de la Corea de
preguerra; y los dos últimos, de posguerra, en los que se ve un cambio en la economía
del país. Pero veamos uno por uno brevemente.
En El mejor agricultor, (Yong-Chun Pak, 1911-1976) un traficante de
influencias, un vividor, está enamorado de una muchacha y trata de conquistarla
con regalos. La semblanza es de una sociedad pobre que viven en la frontera del
hambre y la miseria, cultivando lo que se puede.
El viejo alfarero (Sun-Won Jwang, 1915-2000) es una historia dura.
La narración inicia cuando el viejo alfarero está enfermo y su esposa se acaba
de fugar con uno de sus ayudantes y lo deja con un niño de unos 6 años. Él intenta
sobreponerse a la enfermedad para continuar con su trabajo, pero al final la
enfermedad lo vence y tiene que dar a su hijo en adopción para que no quede abandonado.
En La viuda,
del mismo autor (Sun-Won Jwang), hay una historia dentro de otra. En la primera
una joven, cuando su prometido muere, decide guardarle viudez y se niega a
casarse de nuevo. Tiene una amiga, viuda también, que le cuenta una historia
(en realidad es la suya propia) de una viuda cuyo marido muere antes de que
ella conciba, pero un pariente del marido, que viene a trabajar a la casa de
los suegros de ella, la deja embarazada. Quieren huir, pero ella no quiere
traicionar a la familia de su esposo, y se queda. El niño lo dan en adopción
para evitar escándalos. Cuando mueren los suegros, se va de la casa; y donde
trabaja, tiene un encuentro con un joven que busca a su madre, es decir, a ella.
La mujer decide no revelarle que ella es a quién busca. Es estrujante el final.
Huérfano
en la tierra (Chong-Ne
Cho, 1942-). Quizá de todos los cuentos, este es el más crudo. Un hombre que,
en las revueltas políticas de Corea del Sur, logra un puesto de mando que lo
pierde cuando encuentra a su esposa con otro dirigente y mata a ambos y tiene
que huir. Vaga por diversos lugares trabajando como albañil. En el atardecer de
su vida se enamora de una mujer joven, tienen un hijo, y un día ella lo
abandona. Sin trabajo, enfermo y viejo, se ve obligado a llevar a su hijo a un orfanato.
Él anhela regresar a su pueblo y allí conseguir un trabajo para poder mantener
a su hijo. Logra acercarse, pero muere antes de entrar.
Los
pájaros y yo (Won-Il Kim,
1942-). Los tres cuentos anteriores se sitúan en la Corea rural. Con este
cuento, entramos a la etapa transicional a la modernidad, una modernidad que
acarrea contaminación, explotación, enfermedad y muerte. En este cuento, una
familia pobremente integrada, cada uno de sus miembros buscan cosas diferentes
en la vida. El padre, es un militar jubilado, y trabaja de administrador en una
escuela. La madre, una mujer dedicada al agiotismo, es quien tiene el poder en
esa familia. Y los hijos, tratan de sobresalir estudiando, pero ambos fracasan.
El mayor, como su padre, está enamorado de las aves y busca la manera de rescatarlas
de la contaminación. Este, más que un cuento, una novela corta con diversos
manejos del tiempo que permiten hacer un fresco de la Corea de mediados del
siglo XX.
La
balada del adiós
(Chong-Ji O, 1946-). Este último cuento es el más famoso de todos. Su
estructura complicada hace que el relato sea un tanto oscuro y confuso, pero
con un trasfondo emocional estrujante. El personaje principal es una mujer que (en
compañía de su madre) va a conocer el lote de un cementerio donde serán
enterrados sus padres. Paralelamente se relata la historia del marido de la mujer,
un hombre amargado y solitario, que se va de pesca y muere ahogado en un islote
que se inunda tras una tormenta. Este último cuento es el único escrito por una
mujer.
La antología, con unos cuantos pincelazos, nos da
una visión vívida y dolorosa de la Corea del Sur a mediados del siglo XX donde
priva la pobreza y el abandono, la explotación y la desesperanza.
En un artículo sobre la
literatura de este país nos dice que el foco de atención de los escritores
coreanos a inicios del siglo XXI sigue enfocándose en los olvidados de su
sistema, a pesar de que ahora Corea del Sur, inmerso en el capitalismo de las
grandes empresas, forma parte de los 4 tigres, o dragones, orientales que
conforman un poderoso bloque económico.
Si usted quiere conocer más sobre la
literatura de ese país, Ediciones el Ermitaño, ha publicado algunas novelas,
como En busca del elefante de Jo Kyung-ran.
No sé si la antología Cuentos Coreanos aún esté en venta en el
Fondo de Cultura Económica; al parecer ya está descatalogado, pero si lo
encuentra en una librería de viejo, no lo suelte; es muy recomendable.
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