El cine de denuncia se ha estado incrementando en este
tiempo, particularmente en los documentales. En las películas de ficción la
lista de aquellas que abordan los negocios turbios de las grandes corporaciones
es ya bastante larga. Sólo para mencionar algunas:
El jardinero Fiel (Fernando Mirelles,
2002) aborda de la industria farmacéutica y sus negocios turbios, manejando de
manera sucia la enfermedad de la gente.
Diamantes de sangre (Edward Zwick, 2006)
evidencia cómo los diamantes obtenidos en una zona de guerra se utilizan para
financiar guerras, mediante el uso de esclavos o personas en régimen de
semiesclavitud.
La verdad oculta o Concussion (Peter Landesman, 2015) cuenta el descubrimiento que el
Dr. Keniano, emigrado a Estados Unidos, hizo sobre el impacto en la salud
cerebral de los jugadores de futbol americano, y conmociona en la liga más
poderosas del deporte más popular de Estados Unidos y el mundo: la NFL.
Si es buena
o mala película, que si Will Smith está sobre actuado, que si la película falla
en su estructura narrativa, o que si su lenguaje fílmico es burdo, son
cuestiones banales frente al tema que revela.
El Dr.
Omalu (protagonista de la cinta y encarnado por Will Smith) trabaja en la ciudad de Pittsburgh, en el
departamento forense. Se caracteriza por ser muy minucioso y detallista en su
trabajo. Una mañana de 2002, llega a su mesa de disección un personaje muy
singular: Mike Webster, exjugador central de los acereros de Pittsburgh, que
jugó de 1974 a 1990 y era apodado “Iron Mike”. Un ídolo muy popular que al
momento de su muerte estaba hundido en la miseria y padecía un profundo
desequilibrio emocional que lo llevaba a ingerir o a inyectarse diversas
drogas, arrancarse los dientes con unas pinza, aplicarse shocks eléctricos en
las piernas, a oír voces y sufrir intensos dolores de cabeza. Lo extraño es que
era un hombre de 50 años, sano, pero con indicios de una enfermedad cerebral senil.
Aparentemente tenía Alzheimer temprano.
El Dr.
Omalu decide investigar a fondo, a pesar del nulo apoyo financiero para un
estudio cerebral detallado, y llega a la conclusión de que Webster desarrolló
una enfermedad que denominó Encefalopatía
Traumática Crónica (ETC) debido a los severos golpes en su cabeza que
desataron un ataque desporporcionado de proteínas asesinas, de decir, proteínas
que en estado normas trabajan apoyando el sistema nervioso central. En suma,
concluyó que el futbol lo mató, porque el cerebro humano no tiene las
condiciones naturales para soportar tales impactos, a diferencia de animales
como las cabras o los pájaros carpinteros, dotados de una protección natural.
Cuando hace
público los resultados el equipo local y la NFL se van a la yugular y tras un
periodo intenso de acoso logran que huya con su esposa a California, pues sus
hallazgos ponen en riesgo el negocio multimillonario del futbol americano.
La película
permite darnos cuenta que en este mundo capitalista del siglo XXI lo que más le
importa a las grandes corporaciones es el dinero, sólo el dinero. Y son capaces
de pasar por encima del bienestar de la gente con tal de lograr grandes
dividendos.
En una de
sus cartas, el apóstol San Pablo escribió a Timoteo: “…porque raíz de todos los
males es el amor al dinero”.
No dice que
el dinero es el problema sino el amor al dinero, la ambición, la avaricia. Las
empresas actuales han puesto en primer lugar la rentabilidad que el servicio o
el bienestar de sus clientes o del quienes estén ligados a su negocio de alguna
forma.
Mientras prevalezca
esta lógica de privilegiar los beneficios económicos (alimentado por la
ideología de este sistema) seguiremos viendo desgracias, muerte, sufrimiento,
explotación, depredación del medio ambiente, contaminación, agotamiento de los
recursos naturales, pobreza, miseria…
Y de todo
ello nadie está exento. El ciudadano de a pie es culpable también por haberse dejado
convencer de que lo más importante en la vida es el dinero. De modo que lleva a
sus hijos a la escuela con la consigna de que cuando salga tiene que ser un
profesionista exitoso (léase, que gane mucho dinero), que si se tiene un
negocio, por pequeño que sea, lo primero es la ganancia aunque para ello se
engañe al cliente o se le vendan materiales de pésima calidad; o si uno es un
empleado, buscar la manera de ganar más de lo apropiado al puesto, incluso haciendo
trampa. ¿Ha considerado que detrás de la corrupción está ese amor desmedido por
el dinero?
Lo único
que detiene que no nos devoremos es que aún existen personas con un sólido
sistema de valores que evitan que el caos haga presa de nosotros.
¿Qué
necesitamos? Tomar conciencia de esta situación e ir cambiando nuestros valores
por aquellos que privilegien en bienestar de todos y la solidaridad, la
compasión, la misericordia. Piénselo, aún estamos a tiempo.
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