Por Jeremías Ramírez Vasillas
Acabó de leer el cuento ¿Fue
un sueño? de Guy Mapaussant y me hizo recordar el libro País de mentiras de Sara Sefcovich.
En este
cuento se muere la esposa de un joven y, desolado, se va de viaje. Regresa
mucho tiempo después, y acude al panteón a llorar sobre la tumba de su amada.
Pasa así largas horas hasta el anochecer. Quiere quedarse allí toda la noche
pero teme que los custodios del cementerio lo expulsen. Se esconde en lo más
recóndito y espera que la oscuridad se haga más densa.
Cuando ya
no hay ninguna luz intenta regresar a la tumba de su amada pero se pierde. Se
sienta en una tumba y de pronto advierte
que se mueve la loza. La tumba se abre y sale un esqueleto desnudo. En la cruz había
leído: "Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un
años. Amó a su familia, fue bueno y honrado y murió en la gracia de Dios."
Pero el muerto toma una piedra y empieza a borrar el epitafio y sobre él
escribe: "Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un
años. Mató a su padre a disgustos, porque deseaba heredar su fortuna; torturó a
su esposa, atormentó a sus hijos, engañó a sus vecinos, robó todo lo que pudo,
y murió en pecado mortal." Y después ve como todos los muertos hacen lo
mismo declarando haber sido “atormentadores de sus vecinos, maliciosos,
deshonestos, hipócritas, embusteros, ruines, calumniadores, envidiosos; que
habían robado, engañado, y habían cometido los peores delitos; aquellos buenos
padres, aquellas fieles esposas, aquellos hijos devotos, aquellas hijas castas,
aquellos honrados comerciantes, aquellos hombres y mujeres que fueron llamados
irreprochables. Todos ellos estaban escribiendo al mismo tiempo la verdad, la
terrible y sagrada verdad, la cual todo el mundo ignoraba o fingía ignorar,
mientras estaban vivos”.
Entonces
corre a buscar la tumba de su amada y cuando llega ve que ha cambiado su
epitafio que decía: “Amó, fue amada, y murió, por: "Habiendo salido un día
de lluvia para engañar a su amante, pilló una pulmonía y murió."
Y me hizo
pensar en una las características del ser humano: la simulación, el engaño. Y
me pregunto ¿por qué?, ¿qué necesidad hay de ir tras esa mascarada que cumplimos todos los días? ¿quiénes somos
en realidad?
Fue por ello
que recordé ese libro de Sara Sefcovich en la que va dando cuenta pormenorizada
de todas las mentiras que los políticos dicen todos los días, tratando de crear
una imagen de ellos, de su partido y del país que no corresponde con la
realidad. Precisamente, en este momento, en México, están saliendo a la luz
escándalo tras escándalo develando la verdadera faz de muchos políticos y
empresarios.
Seguiré
leyendo a Maupassant pues al parecer en sus cuentos va evidenciando muchos
sinsentidos del ser humano. ¿Será por eso que murió afectado por la locura?