sábado, 30 de abril de 2016

LA BENDICIÓN DE LA TIERRA Han Hamsun, 1920

--> Supe de Han Hamsun, uno de los más famosos escritores noruegos, por el maestro Alejandro Toledo que me recomendó Hambre, su primer novela, y la que lo lanzó al éxito. Buscando esta novela una amiga, que me ayudaba localizarlo, encontró La bendición de la tierra. Cuando me la entregó ya había conseguido, en la Colección Sepan cuántos…, Hambre y en cuyo tomo también incluía Pan.
            Intenté leer primero Hambre pero su narración en primera persona de manera errática pues narra los frecuentes giros de rumbo del pensamiento del personaje, no me atrapó y las tres novelas se fueron a dormir al estante.
            Leyendo la novela Gog de Giovanni Papini, cuenta que su personaje tiene un encuentro con Hansum ya viejo que vive recluido en una isla alejado de fans y periodistas, a quienes repele como la peste. Y su plática me encantó y me motivó a desempolvar las novelas. Cuando empezaba a leer Hambre, advertí por qué lo había dejado de leer, y abrí La bendición de la tierra y me atrapó de inmediato la historia de ese hombre que camina por un paraje solitario aunque considerando que se trata de Noruega me imaginé unos bosques maravilloso, sugeridos por la canción de los Beatles Bosque noruego, y comprobado en el internet y quien de pronto se detiene en uno de esos parajes, al pie de un bosque y cerca de un lecho pantanoso y un lago, donde decide empezar a construir su hogar. Es decir, a echar raíces en una tierra fértil y prometedora.
            Hamsun no nos dice de dónde viene este hombre, pero si va poco dejándonos ver hacia dónde va y como trabaja ardorosamente por construir su hogar luchando amorosa y responsablemente con el medio ambiente para que este lugar le de todo lo que necesita.
            Es decir, la novela nos habla de Isak, un hombre que echa raíces, crece y se ramifica, y de otro, su hijo, Eliseo, a quien le cortan las raíces llevándoselo un tiempo a la ciudad, y sucumbir ante los encantos de la vida holgada y orgullosa y vacua de la urbe y con ello pierde un suelo sólido para crecer, llevado cual barcaza por los vientos de un puñado de sueños disparatados.
            La novela es encantadora y a lo largo de 346 páginas nos va mostrando cuál es la esencia de la vida: el trabajo y el respeto al medio ambiente, a la tierra, al bosque, a su familia, y en tener una idea clara de la vida y luchar por ella, nada de sueños disparatados.
            Esto me hizo recordar lo que ya es un lugar común: lucha por tus sueños, nos dicen hasta el hartazgo, como si cualquier sueño fuese bueno y luchar por él lo mejor, pero sin considerar de que hay de sueños a sueños.
            El sueño del Quijote, llegado a él por las lecturas, fue la justicia. El sueño de Madam Bovary, también sacada de la lectura, fue el gozar de una experiencia amorosa tal como la pintaban los libros románticos.
            Aunque el Quijote nunca logra su cometido, su sueño, su visión sí. El Quijote es una libro inspirador en el que nos dice que la ficción es un tan necesario para el hombre, como el pan.
            Pero a Madam Bovary su sueño la lleva a la ruina y a su muerte vergonzosa y  terrible.
            Lo que no nos dicen los predicadores de los sueños es que hay de sueños a sueños. Los sueños egoístas y disparatados son absurdos y dañinos. Los sueños de justicia, solidaridad, bienestar de los demás, aunque no se alcancen, dejan un impacto positivo.
            De Isak no nos dice Hamsun si tiene sueños. Tiene un propósito: crear un hogar. Y primero empieza a labrar la tierra y a construir una cabaña. Luego, a conseguirse una mujer que se sume a su propósito: trabajar duro para esperar una buena cosecha. Consigue a una mujer con labio leporino, nada atractiva, pero noble y trabajadora. Y ellos dos, poco a poco, van creando un lugar lleno de abundancia a partir de un trabajo incansable.
            Mientras que el hijo, que sueña con ser un ser distinguido, importante, admirado, nunca lo logra y se pierde en sus propios sueños.
            Al final, un viejo amigo y benefactor de Isak, le dice a su otro hijo, a Sivert, que Noruega no requiere de grandes minas, de minerales, de otro o plata, sino de trabajo: el secreto del éxito y de la prosperidad  está en el trabajo, ese trabajo comprometido, paciente, incansable, amoroso, generoso, particularmente con la tierra.
            Acabo de leer el resurgimiento de Detroit a partir de regresar a lo básico, al cultivo del suelo, a la agricultura, al cultivo de huertos, que le está permitiendo la cohesión social y el resurgimiento económico de una ciudad muerta y desahuciada. Quizá debiésemos regresar a la agricultura, todos, habitantes del campo y la ciudad.
            La novela termina con una imagen apacible. Nada de tremendismos dramáticos, ni muertes o triunfos, sino después de habernos contado su trayectoria, sus dificultades, sus temores, sus amenazas, los suelta en un campo que ya es próspero para que sigan su vida sin la intromisión de su autor.
            Esta novela la publicó Hamsun en 1920 junto a otras dos, justo en el año en que le otorgaron el Premio Nobel de Literatura.

EL GARABATO: Vicente Leñero

Jeremías Ramírez Hace no sé cuántos años que compré este libro, quizá unos 30. Fue a mediados de los ochenta cuando el FONCA sacó a la venta...