sábado, 2 de mayo de 2015

LA OCTAVA PLAGA



Jeremías Ramírez Vasillas

Después muchos años de dominio humano, los insectos se alían para recobrar lo que —dicen— siempre ha sido de ellos: el planeta. Y para lograr derrotar a los humanos, van tomando posesión de ellos, como si fueran espíritus malignos. El cuerpo invadido empieza de pronto a comportarse como insecto: algunos son como hormigas, otro como termitas y se comen el papel, o como arañas… Y investidos como insectos van cometiendo crímenes terribles. La meta es lograr derrotar a los humanos… con los humanos.
            La idea es interesante y si estuviera bien desarrollada, con inteligencia y bien narrada, estaríamos ante una gran novela negra, de ciencia ficción y horror, pero en el caso de La octava plaga, de Bernardo Esquinca, no sucede así. Tal parece que la ciencia ficción aún no arraiga en nuestro país. Del género policiaco ya hay ejemplos memorables como El complot mongol.
            El personaje principal de esta novela es un desencantado periodista que cuando se cierra la sección de cultura donde trabaja es introducido, sin desearlo él, a cubrir la nota roja, Es el único de la sección de cultura que no lo despiden, aunque no se nos explica por qué.
            El enigma principal, y problema a resolver, son una serie de asesinatos en moteles en los cuáles empiezan a aparecer hombres atados a la cama con la cabeza cercenada. Se cree que es una prostituta asesina.
            Me gustó el inicio de la novela: un entomólogo descubre a un insecto inclasificable, aunque no nos muestra ni explica porqué no es posible clasificarlo. Eso hubiera consolidado el argumento que va a desarrollar.
            Pese a que el autor se documentó más o menos bien, su interés por jugar con el realismo a pesar de que el relato es mueva hacia lo fantástico, hace que la novela sufra en varios momentos con la verosimilitud. Por ejemplo, nos dice que los humanos se comportan como insectos, pero no vemos si en esta conducta hay un transformación de cuerpo, como en el caso de La metamorfosis de Kafka. Y a pesar de que son varios personajes que sufren la posesión de los insectos, no logra el autor que los sintamos definidos.
            Por otro lado, otra falla de verosimilitud es el oficio de su personaje, Casasola, de quien nunca vemos sus virtudes en el uso de la pluma o el por qué lo trasladan a otra sección del periódico. Pudo mostrarnos, tal vez, su habilidad para la investigación o su gusto por la nota roja o la literatura policial, pero nada. En toda la novela apenas si garrapatea una mala nota. Al parecer el autor no conoce el oficio periodístico (aunque leyendo su biografía dice que es periodista), de ahí que se sienta falso al personaje y más aún que tras su encuentro infortunado con un mujer-insecto que secuestró a su ex mujer, pague su asistencia médica y hospitalaria y, además, que se afiance en su trabajo. Pero no sólo eso: a pesar de no demostrar ninguna habilidad periodística, al final lo contrata otro medio dedicado especialmente a la nota roja, sin darnos razón alguna del por qué.
            Además hay personajes sacados de la nada, subtramas que no confluyen a un mismo punto terminal, y giros dramáticos no generados por la necesidad. En fin, un escritor más que se da de baja de mi estima. Lástima, era muy prometedor su inicio.


EL GARABATO: Vicente Leñero

Jeremías Ramírez Hace no sé cuántos años que compré este libro, quizá unos 30. Fue a mediados de los ochenta cuando el FONCA sacó a la venta...