sábado, 20 de agosto de 2011

LOS LIBROS TIENEN LA PANTALLA


Por Jeremías Ramírez Vasillas

La Universidad de Guanajuato organiza un ciclo de cine que muestra una característica del cine contemporánea: su profunda unión con la literatura. Cinco importantes películas darán cuenta de esta unión: Agora, La novena puerta, Fahrenheit 451, El libro de cabecera y The Hollywood Librarian.
El ciclo que comienza este lunes 22 de agosto en el Teatro Principal con Ágora (2009), del chileno-español Alejandro Amenábar. Es una superproducción española, con un gran atractivo visual, que narra los trágicos sucesos acontecidos a la Biblioteca Alejandría por el fanatismo religioso cristiano que culminó con la muerte de la primera mujer matemática de la historia: Hipatia de Alejandría (370-415 D.C.). Recién se puso en circulación El libro de las matemáticas de Clifford A. Pickover en el que viene un artículo sobre ella (La muerte de Hipatia, p. 78) donde destaca su labor como teórica de esta importante rama del saber. Y agrega: “Hasta después del Renacimiento no hubo otra mujer, Maria Agnesi, que se hiciera un nombre en las matemáticas”. La película se centra en su labor docente y especulativa de los astros. En ese tiempo, había tantas preguntas en el cielo y tan pocas respuestas. Esta mujer, hermosa físicamente, sólo tenía como sus amores: la verdad y el conocimiento. Fue brutalmente asesinada. Dice este libro: “la desnudaron y le arrancaron la carne de los huesos con conchas afiladas” (en la película muere de otra forma). El crimen fue cometido por una turba de fanáticos de una secta cristiana de la época: los parabolianos. La película se mete en momentos en fangoso terrenos especulativos, pero no deja de ser interesante la propuesta visual de esta película.

El martes 23 exhiben La novena puerta (1999), del afamado director polaco, Roman Polanski, que se atreve a adaptar la novela de Pérez Reverte, El club Dumas, novela bastante malita. La película tiene su encanto aunque no es una de las obras mayores de Polanski como El bebé de Rose Mary (1968), Chinatown (1974) o Tess (1979). Dice Mateo Sánchez Cardiel, de La butaca.net: “Dean Corso, un sabueso de los coleccionistas de libros que se enfrenta a su caso más arriesgado: confirmar la autenticidad de ‘Las nueve puertas del reino de las sombras’, un libro de Ariste de Torchia, pero, según la leyenda negra, escrito por el mismísimo Satanás. Este truculento viaje le llevará a Corso desde la ciudad de los rascacielos a un enigmático Toledo, desde París hasta un precioso castillo escocés. En su camino se cruzarán el amor, el odio, la codicia, el fanatismo, la religión, la vida y la muerte. Toda una espiral de la que Corso, una vez metido, no podrá salir hasta que no haya concluido su descenso a los infiernos”.

El miércoles 24 se proyecta Fahrenheit 451 (1966), bajo la hábil conducción de otro cineasta mayor: Francoise Truffaut, ya desaparecido: murió en 1984, autor de celebres películas como Los 400 golpes (1959), Jules et Jim (1962), La noche americana (1973), entre otras. Fahrenheit 451 se basa en la novela del mismo nombre del escritor norteamericano Ray Bradbury (uno de mis autores favoritos de ciencia ficción junto con Stanislaw Lem). Es una película de ciencia ficción que tiene que ver con los libros: en esa sociedad futurista los libros son prohibidos y los bomberos dedican a quemarlos. Para rescatar estos valiosos objetos que han permitido el desarrollo de la humanidad (Ágora resalta la importante de las bibliotecas. Hipatia vive unida orgánicamente a la gran Biblioteca de Alejandría) los amantes de los libros y del conocimiento se dan a la tarea de memorizarlos. Cada uno de ellos es responsable de contener en su memoria un libro. El libro y la película son altamente disfrutables. Éntrele a los dos, no quedará decepcionado.

El jueves 25 proyectan El libro de cabecera (1996) del controversial pero interesante director inglés Peter Greenaway, pintor de profesión y autor de películas perturbadoras tanto por la temática que aborda en ellas como por su ánimo de romper con los cánones del cine, estableciendo de alguna forma las posibles directrices por las que deberá discurrir este arte en el futuro. Interesantes son sus tesis sobre las cuatro tiranías que en un tiempo me permitieron elaborar una ponencia sobre el cine del futuro. Regresando a la película, El libro de Cabecera “es una película de carácter iniciático en la que Nagiko —narradora y protagonista— va contando su proceso de aprendizaje. Proceso que se simboliza en el paso de ser soporte de escritura a convertirse ella misma en ‘pincel’; y que tiene, como etapas intermedias, el conocimiento del amor, de la muerte y de la venganza”. Esta es una película conocida, y por su calidad estética e innovadora en el lenguaje del cine, es muy probable que no perderá vigencia; es prácticamente un clásico del siglo XX.

Cierra este ciclo The Hollywood Librarian (2007) un documental dirigido por Ann Seidl. Esta es su única película. Dice la Pequeña saltamontes en su blog: “The Hollywood Librarian es un documental que trata sobre la figura del bibliotecario y el trabajo que realiza a través de la imagen que se desprende en diferentes película de Hollywood. El documental mezcla clips cinematográficos de películas que han tratado la figura del bibliotecario desde diferentes puntos de vista, algunos más positivos, otros negativos y algunos ridiculizantes (sic), con entrevistas a bibliotecarios americanos que analizan la imagen estereotipada que tiene la sociedad de su figura y del trabajo que realizan. The Hollywood Librarian también estudia los diferentes tipos de bibliotecarios que existen (escolar, infantil, director, catalogador, documentalista, de prisiones...) así como los diferentes servicios bibliotecarios que se dan en la sociedad (de grandes ciudades a rurales) y los cambios que la era de la información y las nuevas tecnologías han obligado a evolucionar a nuestra profesión”. Se ve que doña Saltamontes es bibliotecaria. Quizá es la película que los organizadores del ciclo esperan menos gente por eso la han programado en el Auditorio Euquerio Guerrero, que es una sala muy chiquita, casi íntima, a diferencia del Teatro principal.

Para acercarse a este banquete fílmico donde los libros tienen la pantalla, consulten la cartelera.

domingo, 7 de agosto de 2011

EL AUTOMÓVIL GRIS


El 11 de diciembre de 1919 se estrenó la película El automóvil gris, la primera gran película mexicana, escrita, dirigida y fotografiada por Enrique Rosas. Y fue desde su estreno un éxito rotundo similar a los estrenos de Harry Potter en nuestra época: se estrenó en 20 salas, que parece poco pero consideremos la época: la ciudad de México era entonces apenas un ranchito.

Dicen las crónicas periodísticas de la época que “…ayer fue una gran tarde de toros. Había romerías en los barrios y caravanas en las calles céntricas que se dirigían anhelantes a contemplar el sangriento Automóvil; en los pórticos de los salones se hacían colas esperando la apertura...“ Un anuncio publicado en El Universal decía: “es la película nacional más emocionante, más costosa, la que batirá el récord de interés y la que en su terreno pasará por el mayor número de salones (salas de cine) para que todo el público de la capital pueda ver en pantalla los tan discutidos y famosos crímenes que tan hondamente conmovieron a la sociedad”.

Esta película no sólo es importante porque fue la primer superproducción del cine mexicano y cuyo logro estético y comercial dejó una marca indeleble, sino porque además es un documento que recoge los hechos turbulentos en plena convulsión revolucionaria, cuando tres fuerzas se disputaban el poder de México y de su capital: a veces los carrancistas tomaban el poder, a veces los zapatistas y a veces los Villistas y cada uno tomaba lo que quería y cada uno ponía a circular sus propios billetes que los azorados comerciantes tenían que aceptar con el temor que pronto no valiera ni el papel en el que estaba impreso: “La ciudad andaba enloquecida. Con cada entrada de tropa, cambiaba la moneda. Los acaparadores aparecían como hongos tras la lluvia, y la confusión era brutal. Cada grupo político-militar tenía sus propios billetes. Carranza fue quien comenzó la confusión. En uno de sus primeros decretos ordenó la emisión de papel moneda de cinco, diez y veinte centavos. Eran unos cartoncitos de seis centímetros de largo por tres de ancho que llevaban impreso en el anverso, el escudo nacional y la cifra equivalente a su valor, y en el reverso el emblema de la Justicia con la leyenda ‘Gobierno Constitucional de México’, el número correspondiente a su emisión y la advertencia de ser moneda transitoria”. Fue en esta época que nació la palabra “bilimbiques” para nombrar a estos billetes chafas, “derivado probablemente de un estadounidense llamado William Wynkes, quien también emitió un papel moneda sin respaldo”.

En este periodo turbulento, la ciudad se hundió en el caos sin una autoridad que asumiera el control. Cada bando cantaba para su santo y muchos escudados en el uniforme cometían desmanes y robos.

Fue en esa época que una banda ganó notoriedad por su modus operandi. Vestidos de militares llegaban a las casas de los más ricos con órdenes de cateo de parte de sus jefes para buscar armas. Una vez dentro se dedicaban a embolsarse todo lo que había.

El hecho que sirvió de base argumental para la película sucedió el 26 de abril de 1915 cuando un grupo de militares llegó a la casa del señor Vicente González con una orden de cateo firmada por el general zapatista Amador Salazar, jefe del Cuartel General del Ejército del Sur, y le roban 4 mil pesos y alhajas de poco valor. Las señas de los criminales es que iban en un automóvil gris. La banda cometería más robos hasta que por presiones de las víctimas fueron apresados y fusilados posteriormente. Su jefe, el español avecindado en México, Higinio Granda, también fue apresado pero se libró de ser fusilado. Enrique Rosas fue el único al que se le permitió filmar el hecho.

La película de Rosas (hecha cuatro años después) incluye esta escena, real, bien snuff, del fusilamiento de estos delincuentes. “Fue filmada —dice la página de internet del Tec de Monterrey— originalmente como una serie de doce episodios… Estuvo basada en una serie de crímenes que sacudieron a la sociedad capitalina de 1915, El automóvil gris trajo por primera vez al cine mexicano la experiencia histórica inmediata. En este sentido, la cinta es una de las más contemporáneas de su tiempo, un enorme trabajo de ‘cinéma vérité’ que incluye dos elementos totalmente reales: el inspector Juan Manuel Cabrera interpretándose a sí mismo y la famosa escena final del fusilamiento real de los ladrones”.

La película fue producida por la empresa Azteca Films, propiedad del propio Rosas y la diva Mimí Derba, actriz de zarzuela famosa en esa época, con dinero, se dice, de la Revolución, específicamente, del general Pablo González, postulante a la presidencia.

Llama la atención las declaraciones de Mimi Derba sobre los propósitos de su casa productora: “Hay que pensar en la fuerza con que un argumento y buen desarrollo cinematográfico pueden infiltrar en el ánimo de los observadores, cualidades como la iniciativa, la perseverancia, la energía, la voluntad, etc.” Bien podrían tomar esta lección los dueños de Televisa y TV Azteca para mejorar sus basurientas televisoras.

Yo nada sabía al respecto, tanto de los hechos históricos como de la película de Rosas, sólo tenía noticias vagas de mis lecturas de libros de historia del cine y lo que había escuchado en mis clases de cine en la Universidad, pero sin profundizar. Pero heme aquí que me encontré en mi librería favorita (la tienda de autoservicios cercana) un librito que recién salió a la venta: La banda del automóvil gris, escrito por Agustín Sánchez González. Yo pensé al principio que era una especie de novela en la que se basaba la película. Pero me extrañaba que saliera la foto del autor, una foto muy contemporánea. Pronto descubrí que era un libro entre histórico y ensayístico de ese telón de fondo de la revolución: el caos en la ciudad. De este libro saqué las citas textuales que cité entrecomilladamente arriba.

Resulta que el autor nació en la ciudad de México, en 1956. Es licenciado en Historia por la UNAM y autor de varios libros donde combina la historia, la literatura y el periodismo. Entre sus obras más destacadas se encuentran La banda del automóvil gris, Juárez en tres tiempos, 7 moneros, Terribilísimas historias de crímenes y horrores en la Ciudad de México en el siglo XIX, Historia de un señor que una vez fue grillo, El General en La Bombilla y La nota roja en 1910. Desde hace 15 años es investigador del CENIDIAP/INBA y es uno de los más importantes especialistas en la caricatura mexicana, autor del clásico Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura mexicana. Su obra ha sido compilada en varias antologías literarias y ha recibido diversos reconocimientos por su trabajo literario y de investigación, como el segundo lugar del Premio de Crónica Bernal Díaz del Castillo en 2002.

Ahora usted puede ver esta película en su cine favorito: el You Tube. Ahí, en esa magnífica cineteca, está esta joya del cine nacional si bien no en su versión original pues esta fue reeditada y sonorizada en 1933 y vuelta a remasterizar en 1950, versión esta última que está en el You Tube pero que sorprende la calidad y habilidad de este primitivo cineasta que tenían la fuerza, el empuje y la habilidad de tejer una monumental obra fílmica.

Búsquela y disfrútela. Viene en 8 fragmentos, molestos, pero que bien vale nuestra paciencia.

EL GARABATO: Vicente Leñero

Jeremías Ramírez Hace no sé cuántos años que compré este libro, quizá unos 30. Fue a mediados de los ochenta cuando el FONCA sacó a la venta...