jueves, 30 de septiembre de 2010

INFIERNO, LA PELÍCULA


Recién Luis Estrada, el director de esta película, ha declarado que cuando se baje la nube de la controversia por el contenido de su cinta, espera que se valore por sus virtudes fílmicas.
Virtudes fílmicas tienes, pero el tema hace tanto ruido que va a ser difícil que se adopte una postura más o menos objetiva. Luis Estrada, desde La Ley de Herodes, ha tocado las fibras más sensibles de México al exponer tan vivamente sus defectos ligados inevitablemente a la política y la corrupción rampante que prácticamente es parte de su cultura nacional.
Pero hablando d sus virtudes fílmicas mi deformación profesional inevitablemente me lleva a ver los aspectos fílmicos de las películas.
Infierno es una película hecha con efectividad, en la que sobresale la construcción del personaje principal (Benjamín García) que evoluciona verosílmente de modo que no suena ilógico que en al final de la película el pusilánime fracasado como mojado en Estados Unidos se convierta en un gatillero implacable. Las motivaciones están muy bien articuladas.
Sin embargo, tiene una pata que cojea: con el lenguaje del cine es posible construir espacios nuevos (ponerle mar a la ciudad de México), y dar la impresión de un tiempo largo en pocos minutos o viceversa, o dar la ilusión de que hay una multitud cuando el contingente es escaso. Y esto último es la deficiencia más evidente que le veo a la película: el contingente armado del capo Don José, es apenas de 5 personas, y el hijo de Don José, contingente que se va reduciendo hasta darla imagen de un capo casi de farsa, ridículo, cuando el lenguaje de cine puede hacernos creer que tiene muchos gatilleros sin que aparezcan en pantalla.
Pero esto es peccata minuta ante la denuncia explicita que si estremece al espectador, al grado de hacerle reír ante las incomodidad de los hechos violentos. Cuando vi la cinta me preguntaba ¿de qué se ríe la gente? ¿de qué se ríe? ¿de qué? Y en las escenas cómicas, silencio. Y me contestaba si ya estamos tan dañados que nuestras reacciones ya no son lógicas. No lo sé, no lo sé. ¿Y tú?

miércoles, 29 de septiembre de 2010

JUSTIFICACION DRAMÁTICA




“…nadie puede probar una copa de agua o
partir un trozo de pan sin justificación”.
Jorge Luis Borges, Deutsches Requiem.

En la creación fílmica de ficción –y por extensión todas las artes narrativas—la justificación de las acciones es un factor esencial si se desea que dicha acción tenga dos resultados importantes: la comprensión de las acciones y la comprensión del peso dramático de las mismas.

La desatención a la justificación de las acciones da como resultado acciones gratuitas, es decir, aquellas que se pueden eliminar o cambiar sin alterar la estructura de la obra. Un hombre entra a una tienda y si no sabemos por qué y para qué, lo mismo da que entre a una vulcanizadora, que camine por un parque o que descienda en una alcantarilla.

Para darle sentido a esas acciones es necesario justificarlas, es decir, si un hombre lo vemos escribiendo, de pronto se busca en los bolsillos algo y saca una cajetilla de cigarrillos y encuentra que está vacía, cuando veamos la acción de que entra a una tienda entenderemos que va a comprar unos cigarrillos. Claro que podemos sorprender al espectador haciendo que el personaje compre unos plátanos. Luego, debemos justificar por qué los compró, de lo contrario será una acción gratuita, sin sentido.

La justificación es aun más importante si la acción es dramática. Dice Ricardo Pérez Quit en sus lecciones de dramaturgia Petit Atelier (Revista Autores, Año X, número 27, mayo 2010, p. 24) que no todas las acciones son dramáticas. Las dramáticas son aquellas que “generan un inconveniente” para alguien. Por ejemplo, cerrar una puerta no es una acción dramática, pero cerrarla dejando a alguien atrapado sí lo es. Barrer no es una acción dramática, pero barrer pequeños diamantes que a alguien se le cayeron o un documento valioso, de modo que cuando el dueño regresa a recuperar lo suyo ya no está.

Claro que hay acciones que no necesitan una justificación demasiado explícita, o quizá ninguna. Por ejemplo, en la película Búfalo 66 de Vincent Gallo (EU, 1998), Billy Brown, el personaje principal, desciende de un autobús y se dirige al baño y lo encuentra cerrado. Por sus gestos es evidente que su necesidad de orinar es muy fuerte. Va a un siguiente baño y no puede entrar, de modo que vemos que empieza a sufrir. Esta acción no necesita justificación pues es evidente la causa de que quiere entrar al baño.

Si dice Borges que nadie puede hacer ninguna acción por minúscula que sea sin una justificación, ésta se debe hacer patente, visible, en el drama para que se entienda el peso de las acciones. Las habrá simplemente de elemento transicional o complementaria, pero habrá las cruciales, las que quiten el aliento al espectador. Estas son importantes que se justifiquen. De modo que si alguien quiere escribir un drama, fílmico o teatral, sin justificar las acciones de sus personajes, su obra será una propuesta confusa o floja.

domingo, 26 de septiembre de 2010

COSAS CON SENTIDO

Cada ves estoy más convencido de que decir 
cosas con sentido no tiene sentido". 
Ramón Gómez de la Serna.

Qué frase tan magnífica, pero a la vez retadora porque decir cosas sin sentido no siempre catapulta la imaginación a algun sentido determinado y la ilumina. Si así fuera, Adal Ramones sería un Cervantes moderno. La literatura es un arte de decir cosas, muchas veces disparatadas, pero geniales, que nos enseñan y le dan sentido a nuestra razón mejor que los libros doctrinales y la sentencias engoladas.

Esta frase la encontré en un librito que me tiene encantado: Ramonólogos, libro que publica una entrevista imaginaria (pero verdadera) con Ramón Gómez de la Serna, es decir, que nunca se llevó a cabo pero que las respuestas si las dijo el genial escritor español en diversos escritos suyos. Es muy atractiva la forma de sistematizar sus ideas. Recomendable. Está editado por la UAM. El libro fue escrito por Francisco Castañeda Iturbide y me pasó unas fotocopias de él mi amigo Salvador Rodríguez, quien estudia letras en la UAM Ixtapalapa, y que él no encontró ni en la biblioteca ni en las librerías de dicha Universidad. Vaya cosa, que ya lo reediten.

EMMA ZUNZ


Si algo hay que aprender de los grandes maestros es la habilidad para hacer las cosas transparentes y hacerlo de manera inusual, novedosa, que sólo a ellos se les habría ocurrido. Jorge Luis Borges (insisto con él porque la lectura de sus textos revela muchas cosas) escribe en el cuento Emma Zunz: “No durmió aquella noche, y cuando la luz definió el rectángulo de la ventana, ya estaba el plan perfecto”. ¿Observan? “Cuando la luz DEFINIÓ el rectángulo de la ventana”. Es el uso del este verbo el que me dejó pasmado. Me dije, si yo hubiese escrito esa frase quizá habría dicho “Cuando la luz ENTRO”, o Cuando la luz PENETRÓ… etc. Pero definió, no se me había ocurrido. Y en efecto, la luz revela las cosas, ocultas e invisible por las sombras de la noche, la luz las hace visible. No por nada Borges era un poeta, es decir, alguien que sabía usar las palabras de una manera nueva, novísima.

martes, 21 de septiembre de 2010

POSEÍ POR PRIMERA Y ÚLTIMA VEZ LA IMAGEN DE ULRICA



Escribe Borges en la última línea de su cuento Ulrica:“Secular en la sombra fluyó el amor y poseí por primera y última vez la imagen de Ulrica”.

¿La imagen? Me sorprendió esta palabra de Borges. Me quedé pensando y poco a poco una posible explicación se me fue develando. Cuando una mujer se va, qué nos queda, me pregunto: una imagen, sólo una imagen, y caemos en cuenta sin enterarnos, que eso es lo único tangible que nos ha dejado: una impronta en los dedos, en la piel, en la boca, en el olfato, en el oído, en las pupilas. Baila el fuego de la pasión en las pupilas. Y es la carne y el vino que digerimos larga, largamente.

domingo, 19 de septiembre de 2010

HACE 25 AÑOS Y AUN TODO SIGUE DERRUMBÁNDOSE



Hace 25 años me preparaba para ir a trabajar. Sentado en mi cama me ponía los calcetines. De pronto, todo se empezó a mover. Ah, Dios, qué fuerte estaba el temblor. Terminé de calzarme y corrí a la cocina para avisarle a mi madre. Allí estaban mi hermano Enoc y ella viendo estupefactos como el tinaco del baño (un cuartito fuera de la casa al estilo ranchito que había construido mi papá) como se meneaba (como bailarín alcoholizado) amenazando con irse de bruces al patio. Terminó y respiramos aliviados: no había pasado nada. ¿Nada?

Nos fuimos a trabajar y oímos en la radio del transporte (las viejas combis que para beneficio de la columna vertebral ya desaparecieron) de algunos edificios derrumbados. En Tacubaya (nosotros vivíamos en una colonia cerca de Cuajimalpa, cerca de los cerros del Desierto de los Leones, hacia Toluca) tomábamos otro camión para ir a la Roma Sur, donde trabajamos. Nos despedimos cuando llegamos a nuestro destino, y qué destino. El hacia la constructora y yo hacia el Instituto de Investigaciones Agrícolas. En el edificio no había alma ni luz, salvo uno que otro extraviado como yo. MI hermano me habló por teléfono para informarme que cerca de su trabajo había muchos edificios derrumbados. Y nos avisaron que nos fuéramos a casa. En las calles no había transporte. La gente caminaba silenciosa en ambos sentidos de la Avenida insurgentes, donde estaba el Instituto. Caminé hacia el norte por la avenida. A medida que me acercaba al centro, el drama se iba revelando en todo su horror. Llegando al monumento a la revolución lloré ante el horror. Nunca había visto, como dice Octavio Paz, tantos edificios arrodillados.

Ya han pasado 25 años, 25 años carajo, y las heridas aun laten bajo la piel y el recuerdo al compás de una canción de Rockdrigo González, autor hasta entonces poco conocido, pero que su temprana muerte le dio una fama que bien le hubiera caído en vida. En el jardín frente al edificio Juárez, donde él vivía, una de esa noches de dolor y confusión, honramos tempranamente sus memoria y de los muertos ahí caídos, con veladoras, lecturas poéticas y un sentimiento profundo que otros edificios iban air cayendo, pues el terremoto no sólo había dejado al descubierto la debilidad de nuestra ciudad, sino al profunda corrupción que había engrandado la tragedia.

Hace 25 años y los edificios siguen cayendo bajo las balas de la miseria, de la inseguridad, de la avaricia de los dueños de este país, de … 25 años y aun no hemos encontrado la manera de poner en pie este país que se nos desmorona.

NO ME IRÉ SIN TI


Los caminos del amor son como el agua, caprichosos e inciertos. Su futuro siempre es nebuloso y, en mi experiencia, nunca he podido anticipar su posible destino. De haberlo podido quizá…

Esto me ha hecho pensar el cuento “No me iré sin ti” de Rafael Pérez Gay que viene en su libro Llamadas nocturnas, donde narra un hecho singular en esos vericuetos del amor.

Un hombre va con su esposa al supermercado. Como ya es costumbre en su familia, el va por las verduras y su esposa por los abarrotes y mientras palpa los jitomates y elige los espárragos una voz femenina resuena en el sistema de altavoces como si fuera la voz de la conciencia o la voz de un dios cuya omnipresencia llena por completo la tienda: “Abarrotes y servicios, favor de pasar a la caja siete”. El llamado que se repite tres veces sin que el aludido haga caso. La cuarta ocasión, después de la frase dicha, agrega: “No te escondas entre la muchedumbre. Sé que estás aquí. Siempre supe que no tenías vergüenza. Vienes hasta aquí con tu mujer y tus mentiras como si no hubiera pasado nada entre nosotros”. El tono de reclamo de la mujer va aumentando en intensidad, y va dando detalles: “...un día, te lo confieso, me descubrí aterrada estar sin ti. Lloraba por las noches y el sol traía la certeza de que ya no estabas conmigo…”. La confesión provoca que la gente empiece a debatir y a tomar partido por alguno de los contendientes sin dejar de elegir sus mercancías. El final... el final no se los cuento, ustedes deben leerlo, o vivirlo, como prefieran. Ah, pero sí decide vivirlo, no olvide que hay un riesgo para el cual no hay seguros ni nada que amortigüe la caída, y ésta puede ser funesta.

Y es que debe usted entender que los caminos del amor son como el discurrir del agua: caprichosos e inciertos que prometen o vaticinan el cielo pero con frecuencias nos regalan el infierno, uno nunca sabe.

domingo, 12 de septiembre de 2010

LOS CUATRO CICLOS


¿Será que son cuatro historias las que de una u otra forma se abordan en la literatura, el teatro o el cine?

Borges en su texto “Los cuatro ciclos”, texto que aparece en El oro de los tigres, dice que “cuatro son las historias. Durante el tiempo que nos queda seguiremos narrándolas, transformadas”.

Estas son las cuatro historias que menciona:

1) Una ciudad fuerte que cercan y defienden hombres valientes. Troya es el gran modelo.

2) El regreso. Y puede tener muchas variantes: regreso de un héroe, de un villano, de una plaga, de un tirano, etc. Ese que regresa puede ser recibido con alegría, con odio, con tristeza, con resignación, con miedo.

3) La búsqueda. Igual que la anterior, la búsqueda puede ser de un tesoro, de una persona, de un hijo, de una madre, de una ciudad, de un reino, etc.

4) El sacrificio de un dios. En este tipo de historia no veo variantes y mi ignorancia solo me permitía recordar un ejemplo, pero Borges nos ilustra con varios: “Attis, en Friggia, se mutila*. Odín sacrificado a Odín. El Mismo a Sí Mismo, pende del árbol nueve noches enteras y es herido de lanza. Cristo es crucificado por los romanos. ¿Hay ficciones, cuentos, dramas, películas en este modelo?

Además, cabría preguntar si sólo estos cuatro modelos son los que usamos en nuestra narrativa. Cuando era estudiante de la UNAM, un maestro nos dijo que sólo había dos tipos de historias o de temas: el amor y la muerte.


*Attis, en la mitología griega, era una deidad de vida, muerte y resurrección. Era el amante de Cibeles. Él enloqueció por causa de ella y se castró a sí mismo.

sábado, 11 de septiembre de 2010

BORGES Y EL LENGUAJE


Escribe Jorge Luis Borges al final de su prólogo de su libro El oro de los tigres que “un idioma es una tradición, un modo de sentir la realidad, no un arbitrario repertorio de símbolos”. ¿Será por eso que la mexicanidad, la hispanidad, la argentinidad, etc., es algo que se define con y por el lenguaje? Si bien, mexicanos, españoles, latinoamericanos, hablamos español ¿podríamos decir que cada país ha transformado el idioma para convertirlo en un sistema que responde a su propio modo de sentir? ¿Será por eso que las traducciones, si no son traiciones son —en el mejor o peor de los casos—, reinvenciones? ¿Y será también posible que cada grupo social, que cada familia y que cada persona ajuste el idioma a su modo particular de sentir, de tal modo que las palabras tienen un significado similar entre los hablantes de un idioma pero nunca igual?

lunes, 6 de septiembre de 2010

JOHN RABE...


SONATA DE UN HOMBRE BUENO Y DE UN CINEASTA LIMITADO

Los nazis son un filón inmensurable de historias. Por mucho tiempo sus múltiples aristas nos van a estar dando películas, libros, obras de teatro, leyendas, mitos.
Recién vi una película que toca una arista un tanto distante. Las empresas alemanas, como todas las potencias colonialistas europeas en el siglo XIX habían extendido su dominio político o económico hacia el oriente. La empresa alemana Siemens había sentado sus reales en China en Nankin, ciudad antigua e importante que en un par de ocasiones ha sido asiento de la capital de China. En 1937 fue atacada y ocupada por los japoneses, masacrando a la población. Se dice que asesinaron a uno 300 mil chinos.
En ese momento, fungía como director de la Siemens John Rabe, un hombre que había permanecido al frente de esta empresa más de 25 años. Justo en el momento que se está despidiendo para regresar a Berlín sucede el ataque japonés y contra su voluntad, al principio, se ve envuelto en la defensa de la población civil china, abriendo las puertas de la planta generadora de energía como refugio, escudándose en el hecho de que Japón era aliado del régimen nazi. Ante el feroz ataque, un grupo de extranjeros entre los que está un médico, la directora de una escuela para niñas y algunos embajadores, forman un grupo de defensa designando a Rabe como presidente y negociando con los japoneses una zona de seguridad para refugio de la población civil.
A dicha zona de refugio llegan unos 2000 mil chinos, para los cuales pasan por una serie de dificultades para mantener a salvaguarda a tal población y suplirles sus necesidades ante el acoso continuo de los japoneses.
La película narra justamente estas dificultades. Ciertamente es una película emotiva e interesante, más por la historia que por sus virtudes fílmicas.
Uno de los mejores aciertos fílmicos es la mezcla de pietaje documental original con la puesta en cámara, enlaces que logra coser con habilidad dándole un rasgo de verosimilitud y validación a la película. Para pasar del pietaje documental utiliza una toma enlace en blanco y negro con movimientos inciertos la cual de pronto se torna a color dándonos a entender que estamos viendo ahora la recreación fílmica.
De sus desaciertos está la ausencia en muchos momentos de lo estrictamente cinematográfico: un uso más acertado de la elipsis interna. Nunca sentimos que en esa ciudad albergaba 200 mil personas. Sólo sabemos eso porque los protagonistas lo dicen pero el lenguaje visual se ve torpe para hacérnoslo sentir. Asimismo, hay secuencias desaprovechadas, verdaderos callejones sin salida. Por ejemplo, los soldados que tiene resguardados en una bodega la maestra que nunca juegan un verdadero rol dramático. Sí, son descubiertos, pero no se dejan sentir en la intensidad del drama. O la secuencia de la fotógrafa cuya labor queda al final en una mención de que les fueron decomisadas las fotos. Sin quitan esta secuencia la película no pierde nada.
Al final nos quedamos con una cierta insatisfacción que logramos dimensionar hasta que descubrimos las torpezas fílmicas del director.

viernes, 3 de septiembre de 2010

POSIBILIDADES DE LA ABSTRACCIÓN

Jeremías Ramírez Vasillas

 

Soy un admirador de la literatura de don Julio Cortázar, una admiración que nació desde que leí en la preparatoria “La autopista del sur”, en unas hojas mimeografiadas que nos repartió el profesor.

Le fui siguiendo los pasos y conseguí tres libros: Bestiario, Fin de juego y Las armas secretas. Y me divertí mucho con Historias de cronopios y de famas.

Dice la canción que a vida da sorpresas. Cuando estaba en la UNAM tuve el privilegio de ver a don Julio en una de esas visitas que hizo a la Universidad donde fue invitado a leer alguno de sus cuentos. El auditorio Che Guevara estaba a reventar. Él tuvo que llegar a la mesa que le habían colocado en el escenario saltando cuerpos y librando piernas.

Julio Cortázar tenía una gran capacidad imaginativa, casi enfermiza. El escribió en El último round esta frase: "Todo cuento breve […], y en especial los cuentos fantásticos, son productos neuróticos, pesadillas o alucinaciones…”.

En su cuento “Posibilidades de la abstracción” esa cualidad imaginativa alcanza un nivel supremo.

Pero antes de entrar en materia, veamos que es la abstracción. La palabra viene del latín abstrahere, 'alejar, sustraer, separar', e indica la operación mental destinada a aislar conceptualmente una propiedad o función concreta de un objeto.

El protagonista de este cuento es un empleado de la UNESCO “y de otros organismos internacionales”. Es decir, tiene un trabajo de burócrata, un trabajo aburrido, un trabajo que le quita el buen humor a cualquiera. Sin embargo, el personaje dice: “pese a lo cual conservo un sentido del humor y especialmente una notable capacidad de abstracción, es decir, que si no me gusta un tipo lo borro del mapa con sólo decidirlo…”.

Yo, que he trabajado de burócrata, hubiese deseado tal habilidad pues son trabajos aplastantes que sólo esta capacidad nos salvaría del desastre emocional.

El personaje del cuento pasa esas aburridas horas de lo más divertido. Le gusta mentalmente eliminar partes de los cuerpos de la gente. A veces deja las orejas que aisladas las cuales parecen mariposas que se alinean, se agachan, a veces al unísono, a veces en desorden. “A la hora de la entrada era extraordinario el número de orejas que se desplazaban en la galería de acceso... En la cantina, a mediodía, había más de quinientas, simétricamente ordenadas en doble fila. Era divertido ver de cuando en cuando dos orejas que remontaban, salían de la fila y se alejaban. Parecían alas”.

Y así le da por ver, de pronto, sólo los relojes de pulsera o los botones “¡Oh espectáculo! El aire de la galería lleno de cardúmenes de ojos opacos que se desplazaban horizontalmente, mientras que a los lados de cada batallón horizontal se balanceaban pendularmente dos, tres o cuatro botones".

Y así juega cada día a ver sólo un objeto o una parte corporal o las lágrimas de su secretaria: “…por un rato me deleité con esas diminutas fuentes cristalinas que nacían en el aire y se aplastaban en los biblioratos, el secante y el boletín oficial”.

A pesar de que lo despiden, él se reivindica con la vida gracias a su capacidad de abstracción que le permite ver “llena de hermosuras así”.

Hoy por hoy, Julio Cortázar sigue siendo un modelo, un paradigma, un faro de luz para quien quiere dedicarse al cuento.

La editorial Punto de lectura hace algunos años publicó todos sus cuentos en tres tomos. Sii no quiere comprar la obra completa o algunos de sus libros, en el internet es muy fácil encontrar sus cuentos y leerlos gratuitamente.

En esta pandemia, no se aburra, lea a don Julio Cortazar y pásesela bien, muy bien.

EL GARABATO: Vicente Leñero

Jeremías Ramírez Hace no sé cuántos años que compré este libro, quizá unos 30. Fue a mediados de los ochenta cuando el FONCA sacó a la venta...