domingo, 23 de mayo de 2010

TIEMPO


Gotea incesante como agua

se escurre sobre la piel,
los ojos, la mirada

abre sin descanso las rutas viales
para el feroz carruaje
de la muerte.

martes, 11 de mayo de 2010

VIOLINES EN EL CIELO


Se necesita una gran dosis de valor y de coraje para asumir la circunstancia de que uno no es bueno para lo que uno cree es su vocación; y más en esta época en que nos llenan de basura de “pseduosuperación personal y autoestima". Es mucho más valioso, asumir que nos hemos equivocado, que no tenemos talento, que por más que le rasquemos la panza del cochinito no saldrá de él ni un quinto. Pero bombardeados por cadenitas (fw’s) en Internet, que además tienen la desfachatez de amenazar de que si no embarramos con esa basura a otros no se cumplirá la promesa o nos caerá una maldición china. Y se atreven además a firmar su basura con grandes nombres de la literatura: Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges, etc.
Eso fue lo que me conquistó de Violines en el cielo en los rigurosos primeros 10 minutos de hook (como se dice en el argot del cine a esa entrada que atrapa la atención del espectador). Daigo, el protagonista, es un violonchelista del montón que a la disolución de su orquesta no ve expectativas ni futuro como músico. Y no es porque no haya orquestas en el Japón donde continuar sino que él sabe que no tiene la estatura suficiente para competir por un puesto en una mejor orquesta de la que estaba. Y tiene las agallas de renunciar a la profesión que la ha dedicado muchos años de su vida. Cárajo, este es valor, esto es sublime. Y precisamente, cuando renuncia a la música es cuando encuentra el arte, y el sentido a su existencia.
Daigo tienen que vender un vilonchello carísimo que había comprado a crédito recientemente y regresar a su pueblo natal donde tiene una casa, herencia de su madre, donde puede vivir sin pagar renta. Y allá van él y su mujer. Pero, no sabe de qué puede trabajar. Revisando los diarios le llama la atención una oferta de trabajo que no exige experiencia ni conocimientos específicos y el sueldo es muy atractivo. No sabe de qué se trata, pero acude y es contratado de inmediato y le pagan su primer sueldo aun sin hacer nada. Pronto descubrirá que el trabajo consiste en preparar cadáveres para ser cremados.
Acuérdense que vive en Japón. Allí se asume la muerte de una manera diferente. Cuando alguien muere (creo que es una costumbre sólo en cierto sector de la población) preparan al difunto, limpian el cuerpo, lo visten dignamente y lo arreglan (maquillan esmeradamente a las mujeres). Esta es una labor que se realiza con una enorme delicadeza y en presencia de los familiares, pues creen que ello ayuda al difunto. Para no descubrir la desnudez ni los aspectos grotescos de la preparación hacen una serie de movimientos, cambios de ropa, etc., con sumo cuidado y discreción. Es prácticamente un artilugio artístico.
A pesar de ello, muchos consideran el oficio como denigrante. Hasta los dueños de las funerarias lo consideran así, pues ellos contratan a otros para realizar esta tarea. Uno de los más solicitados y bien pagados es el nuevo jefe de Daigo, el señor Sasaki, un enigmático y silencioso anciano. Con asco al principio y luego con respeto, Daigo va descubriendo una faceta importante de la vida: la muerte y su misterio. Y la importancia de ponerse en paz con quien se despide, y al mismo tiempo, ponerse en paz con uno mismo.
Cuando se entera su esposa (a quien le oculta sus labores) lo abandona pues Daigo no tiene intenciones de dejar un oficio en el cada día es mejor. Y es mejor debido a su sensibilidad musical y artística. Es en este enfrentamiento con la muerte que tiene un reencuentro intenso con el violoncello y la música.
Hasta aquí parecía que la película ya nos había dicho todo, pero aun faltaba una vuelta de tuerca de una gran intensidad emocional: su esposa, embarazada, regresa para tratar de convencer a Diago de que abandone su trabajo chantajéandolo emocionalmente con su embarazo, pero la sorpresiva muerte de una conocida hará que ella perciba a su esposo y su oficio con respeto. Y será ella quien llevara a Daigo a hacer la ceremonia más importante de su vida. El fue un niño a quien su padre abandonó y por ello le guarda mucho rencor y nunca más ha sabido nada de él. Una sorpresiva llamada a su esposa le informa que el desaparecido padre ha muerto. Daigo deberá enfrentar el hecho, ver de nuevo a su padre y ponerse en paz con el hombre que le abandonó, con el hombre cuyo rostro se ha borrado, con el hombre que creyó que lo había olvidado.

lunes, 10 de mayo de 2010

ESCOMBROS DE UNA LUZ

El tiempo traza líneas sutiles
en tu rostro;
las remarca cada día
insistente:
quiere destruir por completo
tu belleza.

Un buen día
concluirá su trabajo
y sólo quedará de ti
la sombra de una estatua,
los escombros de una luz
que ya se ha ido.

domingo, 9 de mayo de 2010

DAISY MILLER


Junto con la novela de Los papeles de Aspern, en el número 61 de la colección “Nuestros clásicos” de la editorial UNAM, traía también otra novela suya, aun más pequeña: apenas 88 páginas.
Ya había leído Los Papeles de Aspern y encarrerado me seguí con Daisy Miller que en la edición viene al principio. También me fue un poco lenta la lectura. Igual que en la anterior, sus descripciones detalladas (no tan cargadas como las de Alejo Carpentier) hacen lento el avance. E igual que en la otra, en el final hay una vuelta de tuerca interesante, o quizá dos: una muerte y una toma de conciencia.
Cuando llegaba al final me acordé de nuevo de las lecciones de Alberto Chimal. En una de las sesiones de la tutoría leímos un cuento interesante de Joaquim Maria Machado de Assis titulado “Misa de gallo”. En este cuento, Nogueria, el protagonista, es objeto de seducción de la esposa del escribano Meneses, quien le brindaba hospedaje, pero él no se percata de las intenciones de la mujer y la noche de la seducción se va con un amigo a oír misa de gallo dejando a la mujer con su deseo insatisfecho. La ingenuidad del personaje no le permite entender a la mujer. Nos comentaba Chimal que este es un tipo de personaje que no logra comprender lo que sucede, pero el lector si se da cuenta. Hicimos un ejercicio al respecto y déjenme decirles que es bien complicado trabajar este tipo de personaje.
Digamos que en Daisy Miller algo similar le sucede a H.J. Winterbourne, el protagonista con Daisy Miller, ambos de origen estadounidense. Ambos se conocen en un hotel de Suiza. Él ha llegado a este lugar para visitar a su tía que allí se hospeda; ella, en viaje de vacaciones con su familia. De inmediato se establece una relación. Ella se enamora casi de inmediato de Winterbourne y busca de alguna forma establecer una relación más profunda, pero éste, a pesar de que también se enamora de ella, no entiende las señales, pues dadas las costumbres de la época no es explicita aunque si categórica. Esta incomprensión se ahonda con los comentarios de las damas de bien (señoras chismosas y prejuiciosas) que descalifican la conducta de la joven. Ella se va a Roma y poco tiempo después la alcanza Winterbourne. Las señales de la joven se vuelven desesperadas y para sacar de su espasmo a Winterbourne trata de darle celos saliendo con un italiano. Pedro su compatriota no despierta a pesar de que los celos lo torturan. Y no reacciona ni aún cuando Daisy, agonizando, le manda un recado con la madre de ella. Cuando la muchacha muere, el tipo entiende a medias el sentido de sus mensajes. Vaya sonso.
La novela, además de su intensidad emocional, crea un ambiente tan preciso que casi se respira el aire de Roma.

miércoles, 5 de mayo de 2010

LOS PAPELES DE ASPERN


En una tutoría con Alberto Chimal, en la cual vimos una enorme cantidad de formas narrativas, analizábamos el papel del personaje y su forma de ver el mundo. Los personajes no siempre dicen las cosas “objetivamente”. Si son presas de alguna perturbación pueden reportar una realidad que viven como si fuese otra. A esto se le conoce como “texto disonante”. Un ejemplo es Don Quijote, quien veía, por ejemplo, que los molinos eran gigantes o que una mujer ordinaria era una dama o una princesa. Hay ocasiones de que el lector se percate de esta disociación, como en el Quijote, pero en otras, no es tan clara esta disociación. Por ejemplo, en la novela Sobre héroes y tumbas de Ernesto Sábato, en esa sección llamada “Informe de ciegos” uno de los personajes/narradores, Fernando Vidal Olmos, cuenta una historia terrible sobre una conspiración de ciegos. Su mirada inicial es bastante equilibrada, pero cuando penetra por una supuesta entrada a un escondrijo secreto lo que narra es tan alucinante que nos queda clara que estamos frente a la visión de alguien que sufre una severa alteración. Es un impactante texto disonante.

Una variación, podríamos decir, si no me falla la memoria, es el personaje narrador no digno de confianza. Es decir, aquel que miente deliberadamente. Y mencionó como un ejemplo la novela Los papeles de Aspern de Henry James. Yo me acordé que esa novela la había comprado mucho tiempo atrás en la librería de la Filmoteca de la UNAM. Varias veces intenté leer esta novela pero nunca me atrapó. Me faltaba una motivación, motivación que me dio Chimal.

Cuando leía la novela me di cuenta cuál había sido el obstáculo que me había impedido la lectura: la escritura de James no es de fácil lectura, aunque esta novela como la de Daisy Miller, los comentaristas la catalogan “las más leíbles”. Dicen que el estilo de James prosaico tardío “está frecuentemente marcado por oraciones largas y digresivas y pasajes muy descriptivos que posponen el verbo por un espacio mayor de lo normal”, lo cual hace difícil la lectura. Sin embargo, afirman, “su ficción más breve, como Los papeles de Aspern (The Aspern Papers) y Otra vuelta de tuerca (The Turn of the Screw), es a menudo considerada más legible que sus novelas más largas, y sus primeros trabajos tienden a ser más accesibles que sus trabajos más tardíos”.

Aun así, es una novela interesante, acumulativa, cuya tensión dramática da un giro final (una vuelta de tuerca) bastante eficaz, por lo inesperado, premiando con ello la paciencia del lector.

A pesar de la brevedad de la novela --apenas un poco más de 100 páginas-- el avance es lento. La acción también en momentos es lenta, pero los giros en la trama hacen que tome vuelo.

La historia que narra la historia de un editor y critico literario que viaja a Venecia a buscar unas cartas del célebre poeta norteamericano Jeffrey Aspern que están en poder de una anciana que en su juventud le escribió el poeta y que ahora son de un gran valor. La anciana posee una amplia casona donde el narrador (que nunca sabemos su nombre) alquila una habitación. Desde allí busca ganarse la confianza de la anciana y su sobrina, lo cual logra después de una larga espera y de la implementación de una alambicada estrategia. Pero algo sucede.

La novela está basada en un hecho real bastante curioso: “En 1887 James había conocido en Florencia a la condesa Gamba, casada con un sobrino de Teresa Guiccioli, último amor de Lord Byron, que conservaba unas cartas de amor del poeta. James mostró interés por conocer el contenido de estas cartas, pero la condesa se negó en redondo a permitirle leerlas. Aproximadamente por la misma época el autor tuvo noticia de la historia de un bostoniano llamado Silsbee, apasionado admirador del poeta romántico Percy B. Shelley, que se hospedó en casa de la anciana Claire Clairmont -amante de Byron y madre de su hija Allegra- y de su sobrina nieta, con la esperanza de apoderarse de cartas de Shelley y de Byron. Al fallecer la anciana, la sobrina le propuso entregarle las cartas a condición de que se casase con ella. Silsbee huyó”.

Tenía razón Chimal, el narrador monta su estrategia en una serie de mentiras que al final se le volverán en su contra. Dice Chimal que en este tipo de narraciones lo que importa es el descubrimiento no el personaje.

Cierto, muy cierto. Henry James fue muy incomprendido en su época particularmente por sus innovaciones como la introducción de un narrador no omnisciente, es decir, que no lo sabía todo, bien porque no tenía la información, bien porque ya no recordaba bien el hecho. Hoy es un referente obligado para quien se quiere introducir al arte de las letras.

domingo, 2 de mayo de 2010

PROMESAS PELIGROSAS


Los botaderos siguen dando luz. Hoy encontré en uno de ellos la última película de David Cronenberg (1943): Promesas peligrosas, o como dice su titulo original “Promesas del Este”.

Es una película que se aparta de sus temas de obsesión: la modificación de la carne. Pero no del todo pues en los escasos momentos en que se mete con el cuerpo, aparte de mostrarlo muy explícitamente, lo modifica ya sea a través del tatuaje o de la mutilación. Es decir, la violencia está presente en esta cinta.

La película trata de un tema harto abordado en el cine: las mafias y su poder de violencia, y particularmente la mafia rusa. Sin entrar en el lugar común sobre las mafias, el usa como hilo conductor a una ginecóloga (partera dicen en la película), encarnada por Naomi Watts en un papel bastante aceptable. Una adolescente rusa embarazada llega a su clínica en un estado gravísimo: un derrame sanguíneo la pone al borde la muerte. Los médicos salvan a la niña pero no así a la muchacha. No saben nada de ella, sólo su nombre. La doctora, al revisar las ropas de la muchacha encuentra un diario escrito en ruso. Ella es origen ruso, pero no habla el idioma y su tío se niega a ayudarle a traducir el diario. Los pocos datos que logra captar la llevan a un restaurante exclusivo comandado por un ruso dirigente de la mafia en Inglaterra, y quien se ofrece a traducirlo. El diario denuncia actos violentos e ilegales de dicha mafia y del hijo del dueño del restaurante, lo cual involucra de alguna forma a la ginecóloga con la mafia.

El drama está bien montado narrado con una cámara sumamente explicita sobre actos terribles de violencia: asesinatos, mutilaciones, venganzas, sin regodearse en ríos de sangre, lo cual hace la película aun más dura y cruda. No llega a niveles de violencia y gore de cintas como Crash o Videodrome o Scanners, películas sumamente violentas, inclusive La mosca.

David Cronenberg es una de mis cineastas favoritos, a la par que David Lynch, que descubrí en mis primeros pasos como crítico de cine. En un pequeño video club de Celaya, allá todavía en la época los videocasets beta, encontré gran parte de la filmografía inicial de este cineasta. Desde entonces he seguido la pista. Y en esta ocasión no iba a desaprovechar la oportunidad de llevarse la más reciente de sus películas.

Es interesante el manejo de la elipsis de un modo dramático preciso: hace que la película avance y forja un suspenso bien montado. El final, que no les contaré, pareciera que iba a caer al ligar común, pero su última imagen deja un tanto desconcertado al espectador.

EL GARABATO: Vicente Leñero

Jeremías Ramírez Hace no sé cuántos años que compré este libro, quizá unos 30. Fue a mediados de los ochenta cuando el FONCA sacó a la venta...